EnglishAmérica Latina es la región más peligrosa del mundo. En esta región las altas tasas de homicidios no son la única complicación, pues la superpoblación carcelaria, la corrupción rampante tanto en políticos como en las fuerzas de seguridad, el asesinato de periodistas y la violencia generalizada, producto del crimen organizado, son otras caras de un mismo problema. Son las consecuencias de uno de los mayores fracasos políticos del siglo XX: la guerra contra las drogas. Esto podría estar por cambiar.
La reciente ola de reformas sobre la política de drogas y, en especial, de la marihuana, dan indicios de incipientes cambios en la forma de abordar este tema. Aunque ninguna la liberaliza totalmente, las iniciativas representan un avance frente a las pretensiones prohibicionistas. Chile, Colombia y México han protagonizado algunos de los principales logros. La pionera Uruguay, en cambio, da señales de un modelo ahogado por la regulación estatal, y la implementación de la ley se hace esperar.
El año que viene se celebrará la Sesión Especial de la Asamblea General de Naciones Unidas sobre drogas (Ungass) de 2016, y las experiencias en el continente americano deberán sobreponerse a una considerable cantidad de países que se resisten a un cambio, pero al menos intentarán sentar un precedente.
Chile
La Cámara de Diputados de Chile aprobó en julio una ley que legalizaría el cultivo de hasta seis plantas de marihuana y la portación de 10 gramos tanto para fines terapéuticos como recreativos. Mientras el proyecto espera por la aprobación del Senado, el país andino hizo otros avances en esta materia.
A comienzos de diciembre, se conoció un decreto firmado por la presidenta chilena, Michelle Bachelet, que remueve a la marihuana de una lista de drogas peligrosas. Ahora, el “Instituto de Salud Pública podrá autorizar y controlar el uso de cannabis, extractos y tinturas de cannabis para la elaboración de productos farmacéuticos de uso humano”, indica el decreto. Además, las autoridades permitirán la investigación del cannabis para fines científicos.
Los avances en Chile son palpables. En abril, la Fundación Daya —en alianza con el Gobierno de la Municipalidad de La Florida, en Santiago— cosechó el primer cultivo de marihuana, destinado a enfermos oncológicos. La cosecha benefició a 200 pacientes que utilizaran productos derivados de la hierba para aliviar los dolores.
Colombia
Colombia estaba empantanada en un eterno proceso legislativo. El proyecto de ley del senador del Partido Liberal Juan Manuel Galán propone una regulación concreta para el uso de marihuana para fines terapéuticos. Tras casi un año de atravesar los vericuetos parlamentarios el proyecto fue aprobado en el Senado. Ahora, deberá transitar un proceso similar en la cámara baja.
Cuando los tiempos legislativos auspiciaban un año más de debates antes de su aprobación final, el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, irrumpió en la escena y presentó un decreto para regular “los procesos de producción, fabricación, exportación, distribución, comercio, uso y tenencia” de marihuana, semillas y derivados para fines “estrictamente medicinales y científicos”.
La regulación, que Santos se comprometió a firmar en los próximos días, es un primer paso en uno de los países más golpeados por las consecuencias de la guerra contra las drogas por una senda diferente. Será un test para dejar en evidencia el fracaso de la prohibición y ampliar el horizonte de la regulación.
México
Protagonista de algunas de las tragedias más espeluznantes que dejan las guerras, México comienza a vislumbrar un panorama diferente. La figura de Grace se convirtió en un emblema de los activistas antiprohibición. En septiembre, un juez permitió la importación de un aceite derivado de la marihuana (con cannabidiol, uno de los componentes menos activos de la hierba) y generó un debate nacional en torno al estatus de la planta.
Unos meses más tarde, la Suprema Corte de México relajó, con un fallo judicial, la legislación sobre la marihuana. El fallo autorizó a cuatro personas a sembrar, cultivar, cosechar, preparar, poseer y transportar marihuana para fines recreativos. La norma, aunque no se aplica automáticamente a todos los casos, ni deroga las leyes vigentes, deberá ser respetada por los tribunales inferiores dejando el camino libre para la presentación de cientos de amparos.
Las propuestas contra las consecuencias del la guerra contra las drogas van más allá de la prohibición. Un congresista del Partido de la Revolución Democrática (PRD) propuso a comienzos de diciembre una amnistía a favor de procesados y condenados por posesión de menos de 30 gramos de marihuana.
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Uruguay y Ecuador: en contramano
La burocracia y cambios políticos demoraron la implementación del sistema uruguayo, donde farmacias tendrán licencias para vender marihuana. El retroceso no es fatal, pero es la primer señal de un mercado asfixiado por regulaciones estatales. A dos años de la aprobación de la ley, la primera cosecha recién podrá ocurrir —si los funcionarios lo permiten— a mediados de 2016.
El Gobierno ecuatoriano no sólo reprime a manifestantes, la libertad de expresión y la economía. La Asamblea Nacional, controlada por la Alianza País del presidente Rafael Correa, endureció las penas contra el microtráfico de drogas. Incluso uno de los asambleístas del oficialismo reconoció la ineficiencia de la medida, aunque votó a favor: “Nosotros como bloque de Alianza País siempre actuaremos de forma orgánica, en función de un proyecto político”, sentenció.
En Argentina, mientras tanto, el cambio no alcanzó a la marihuana.
En 2016 el evento del año será la Ungass, pero no será lo único. En Estados Unidos 10 estados votarán iniciativas para aliviar las leyes sobre drogas, y en Canadá el primer ministro, Justin Turdeau, ya anticipó que el próximo año podría concretarse la legalización de la marihuana.