EnglishEl pasado lunes, Wendy McElroy, escritora y conferencista canadiense, expuso por medio de una columna en el periódico digital The Daily Bell el engaño que ella, su esposo y otros sufrieron en mano de los dirigente del proyecto la Quebrada de Galt o Galt’s Gulch Chile (GGC en inglés).
La Quebrada de Galt Chile inició como una comunidad libertaria y un oasis de libertad para aquellos que quisieran vivir en completa libertad antes de morir.
Según la página web, los líderes del proyecto diseñaron GGC para ser una comunidad autosostenible que pudiera proveerse a sí misma abundante agua limpia, además de energía renovable, peces en lagos artificiales, frutas y vegetales orgánicos, en un ambiente natural ideal para cosechar todo el año. Promocionan a GGC como “Miles y miles de millas de belleza natural donde puedes hacer excursiones, andar en bicicleta, hacer montañismo, o andar a caballo por días sin fin explorando el espacio de la comunidad”.
McElroy comienza su relato explicando que ella y su esposo compraron una propiedad de 1,25 acres en julio del 2013. Otras personas compraron lotes de entre 10 a 25 acres además de invertir pequeñas fortunas en la agricultura del terreno.
Problemas a vista en la Quebrada de Galt
Las sospechas de la estafa comenzaron poco tiempo después de la compra del lote. Mediante un correo electrónico anónimo se le informó que la compra era un fraude.
Wendy comenzó a tener sospechas sobre la legitimidad de su compra. El problema que la persona anónima le informaba giraba alrededor de los derechos de propiedad de la tierra, que sí había adquirido, pero la falta de los derechos de agua —que son trámites distintos según la legislación chilena— complicaba la adquisición de su propiedad con características desérticas.
Al contestar ese correo anónimo, y que su respuesta rebotara, McElroy le escribió a los líderes del proyecto, Jeff Berwick y Ken Johnson enviándoles la información que obtuvo. Estos le aseguraron que el autor del anónimo era un exempleado suyo que tenía viejos rencores contra ellos y buscaba desprestigiarlos. Aunque su duda iba escrita con cordialidad, Johnson le contestó de manera hostil. Lo siguiente que supo es que GGC había comprado más tierra y que en esta ocasión sí poseían los derechos de agua.
Durante una celebración inaugural en noviembre 2013, cuyo propósito era terminar la selección de los lotes y concluir diversos papeleos, las cosas se empezaron a complicar aún más. No hubo tal selección y no se pudo parcelar la propiedad. En abril de 2014 otra ceremonia se llevó a cabo. McElroy comenta que ella fue una de las principales conferencistas a favor de la organización.
En esas fechas cambios dramáticos se llevaron a cabo a espaldas de los compradores. Jeff Berwick fue dejado de lado del proyecto y Johnson tomó el control. Meses después se conoció que la propiedad de GGC se encuentra dentro de un área protegida, así que es casi imposible la construcción de cualquier tipo de población.
Al enterarse de esto, McElroy consultó a uno de los principales vendedores del movimiento si él tenía conocimiento de este dato crucial cuando ella escogió su parcela y pagó por ella. “Por supuesto” fue la respuesta del representante de GGC.
Sin embargo, McElroy menciona en su columna que diversas señales positivas se están dando. A quienes ella denomina “los padres fundadores” del movimiento —sin mencionar quienes son— han estado tratando de volver a empezar de nuevo. Ella considera que para los “padres fundadores” no sólo es una inversión financiera, es además de ello, un plan de vida.
Ellos desean vivir en una comunidad con personas similares a ellos que compartan sus valores. McElroy desconoce cuáles son las probabilidades de éxito, pero espera que puedan solucionar sus problemas. Pero que por el momento considera necesario advertir al público en general sobre los actuales problemas de GGC.
Entre esas dificultades, McElroy menciona que GGC tiene deudas inmensas con vendedores de Curacavi, una ciudad aledaña al proyecto. GGC adeuda cientos de miles de dólares a ferreterías y proveedores de servicios básicos.
Wendy McElroy cierra su relato concluyendo que no existe una solución a corto plazo, y que ella sigue siendo amiga de Jeff Berwick. Admira y le desea éxitos a los “padres fundadores” de la Quebrada de Galt, pero reafirma su convicción de dar a conocer los problemas de GGC y recomendar por el momento nadie debería de invertir en el proyecto.
Jeff Berwick responde
Berwick, uno de los líderes originales del proyecto, no había dado declaraciones desde su separación de la iniciativa hace más de un año. Recientemente en el medio digital The Dollar Vigilante expuso su versión de los hechos al público.
Berwick expone con lujo de detalle la cadena de problemas que su proyecto padeció y los motivos económicos que lo llevaron a separarse del proyecto. Termina asegurando que los “padres fundadores” del proyecto continuarán con sus labores para evitar que la presunta estafa llegue a su fin.