EnglishSi usted me lee en este momento es gracias a la globalización. Es más, el equipo del PanAm Post existe gracias a las facilidades de comunicación que ofrece internet. Hace 30 años era difícil de imaginar trabajar como un equipo multinacional —Argentina, Venezuela, Panamá, México, Paraguay, Nueva Zelanda, El Salvador, Ecuador y Estados Unidos—, que está conectado permanentemente, todos los días, a pesar de que la mayoría no se conoce en persona.
La globalización, junto al capitalismo, ha logrado estos avances y ha creado nuevas oportunidades a niveles sin precedentes en la historia. La revolución de internet y el mundo conectado sólo puede ser comparada con la de la imprenta de Gutenberg, la Revolución Industrial y la máquina de vapor. Sólo que a diferencia de las anteriores, esta es una vorágine en la cual el ojo del huracán aún no ha llegado, y por los vientos de cambio, pareciera que aún le falta mucho por dar. La revolución de la globalización dista de terminar.
El capitalismo y la globalización se pueden ver como dos caras de una misma moneda: la que ha permitido una prosperidad agigantada para la humanidad. Por ello, hemos hecho una selección de títulos que se proponen demostrarlo.
Para comprender un poco más de la globalización, el autor sueco Johan Norberg nos presenta los libros En defensa del capitalismo global, Cuatro décadas que cambiaron nuestro planeta y el ensayo La globalización y los pobres. Y en defensa de un sistema socioeconómico realmente libre, Estudiantes por la Libertad compiló el conjunto de ensayos La moralidad del capitalismo.
El flujo de ideas: el motor del progreso económico
Norberg, y En defensa del capitalismo global, plantea cómo la idea de la libertad ha tomado tanta fuerza durante la globalización.
A través de diversos análisis sobre la reducción de la pobreza y el hambre, el aumento del nivel educativo y democrático, y la transformación de Asia, Norberg explica que ningunos de estos logros ha surgido de una casualidad: nada se construye ni se logra de la nada, sino por medio del flujo de ideas que permite la globalización y la puesta en práctica del capitalismo.
Una pequeña prueba de nuevas ideas, imágenes, sonidos y costumbres de tierras lejanas provoca una irresistible curiosidad en el humano, quien al darse cuenta del mundo de opciones, demanda mayor libertad: explota su llamado de autodeterminación y su capacidad de escoger lo mejor para sí mismo. Y con una mayor libertad, viene un mayor progreso económico, explica el autor.
Norberg también se introduce en el espectro de la medición de la pobreza, y sostiene que los parámetros para medirla resultan muy relativos. El tema lo vuelve a tocar en La globalización y los pobres. ¿Qué es la pobreza relativa y absoluta? ¿ Acaso estas son las mejores medidas para determinar cómo vive una persona pobre?
Uno de los mitos alrededor de la globalización es que ella ocasionó un aumento de la pobreza. Sin embargo, explica Norberg, en 1820 el 85% de la humanidad vivía con un dólar al día. ¡Lo sorprendente es que muchos países hayan escapado de la miseria!
En su estudio, Norberg analiza tres milagros económicos: Suecia, Vietnam y Taiwán. Estos tres países en un momento dado se abrieron al comercio exterior, al intercambio voluntario con otros países, y en sus legislaciones reconocieron los derechos de propiedad para sus habitantes. Con estos cambios, los individuos entraron al mercado globalizado preparados para competir y elevar su productividad.
En palabras de Kofi Annan, durante la conferencia de en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) en febrero del 2000, “Los principales perdedores en el muy desigual mundo de hoy día no son aquellos que están muy expuestos a la globalización. Son aquellos que han quedados excluidos”.
Para complementar estos estudios sobre la globalización, Norberg también publicó el libro Cuatro décadas que cambiaron nuestro planeta. Aquí el escritor sueco analiza datos de Naciones Unidas, del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, del Banco Mundial, entre otros, para demostrar que las estadísticas sobre el desarrollo hay que analizarlas desde distintos ángulos, utilizando distintas mediciones, y conocer los errores de estos parámetros de reducción de pobreza para llegar a las mejores conclusiones.
Al finalizar su análisis Norberg explica que la globalización no es el único causante de todas estas mejoras de calidad de vida, pero contribuye a ella mediante la promoción del progreso económico y la propagación del conocimiento, de ideas y de tecnología.
Gracias a la globalización y el comercio, el desarrollo humano es más rápido e incluye a más personas que en épocas anteriores. “Los buenos viejos tiempos son estos”, remata.
Comprendiendo la moralidad del capitalismo
Pocas veces el capitalismo es relacionado con la moralidad. Para eliminar esta creencia, La moralidad del capitalismo (lo que no le contarán tus profesores) expone por qué este sistema es el idóneo para crear riqueza, superar el estado natural de pobreza y hacer más libre a la humanidad. Mediante diversos ensayos, el libro explica la diferencia entre el capitalismo (entendido como libre mercado) y el capitalismo de “compinches”, que es el causante de las crisis económicas como la del 2008.
Para que el capitalismo sea correctamente llevado a cabo tiene que ir de la mano de la libertad económica. El resultado de estos dos factores ha traído progreso a la humanidad, más que cualquier otro sistema antes probado. Permite al ser humano tener la capacidad de escoger cómo, y con qué realizará su trabajo, y luego disfrutar de sus beneficios.
La moralidad del capitalismo es un conjunto de ensayos cuyos autores incluyen a dos premios nóbel —Mario Vargas Llosa y Vernon Smith— y una entrevista al cofundador de Whole Foods Market, John Mackey. En las cuatro partes de libro se analizan las virtudes del capitalismo emprendedor, la interacción voluntaria y el interés propio, la producción y la distribución de la riqueza, y la globalización y el capitalismo.
La competencia y cooperación son explicadas por David Boaz, quien resalta la importancia de esas actividades al establecer que el mercado es un conjunto de personas que compiten para cooperar. Según Boaz, la cooperación es tan esencial que el ser humano ha creado instituciones que la posibiliten, como los derechos de propiedad, la intervención limitada del Gobierno y el Estado de derecho.
El libro también incluye el debate sobre la igualdad como un fin y un valor en sí mismo. Frente a esto, el filósofo ruso Leonid V. Nikonov argumenta que la desigualdad es la condición previa de los intercambios, sin la cual dicha actividad no tendría sentido.
El libro cierra con un ensayo de Mario Vargas Llosa sobre la cultura de la libertad. El ganador del Nóbel de Literatura explica los efectos de la globalización en la llamada “identidad cultural” de los pueblos. “Las culturas necesitan vivir en libertad”, sostiene Vargas Llosa, mientras rebate la idea de que esta identidad haya sido estática a lo largo del tiempo, y critica a quienes abogan por fosilizarla.
Estos libros tienen en común la crítica a la filosofía que busca eliminar la desigualdad material sólo por considerarla dañina: ¿acaso es malo que al mismo tiempo que existen más millonarios, también millones de personas salgan de la pobreza?
El avance de la globalización no quiere decir que el mundo ahora sea perfecto, pero sí que las condiciones de vida han mejorado considerablemente. Para que sigan avanzando en buena manera, además de mejor y más avanzados mercados, se necesita expandir el campo de acción del ser humano, dándole libertad.