EnglishSin duda el arte fotográfico de Vivian Maier es espectacular. Ella tenía un gusto exquisito para retratar el día a día de las ciudades y las personas. En mi opinión, se podría considerar una de las mejores fotógrafas del siglo XX.
En sus fotografías —la mayoría en blanco y negro— se observa la vitalidad de las personas a las que retrató.
Por la abundancia del trabajo y la excelente calidad técnica cualquier persona sospechara que Maier recibió los mejores cursos de arte y fotografía, pero no fue así.
Vivian Maier era una fotógrafa amateur que se dedicaba a retratar la vida de quienes la rodeaban y de la ciudad donde residía. Era una fotógrafa de la calle.
La mayor parte del trabajo de Maier son imágenes espontáneas, parece que desde el anonimato tomó todas las imágenes.
El anonimato fue una constante en la vida de Maier, tanto así, que sus fotografías nunca fueron expuestas durante su vida y pudieron haber permanecido así hasta que la suerte, casualidad o destino hizo que John Maloof las descubriera en 2007.
Maloof es un fotógrafo que, mientras escribía un libro de Historia, fue a una subasta en busca de fotografías viejas como material para su libro. Por US$380,00 compró una caja llena de negativos de fotografías de Chicago.
Poco a poco comenzó a estudiar esos negativos, no sabía si eran buenas fotos o no, a él le interesaba la historia que de ellos pudiera obtener.
El fotógrafo se fue dando cuenta que lo que tenía en sus manos era oro, una colección de imágenes con excelente calidad y con mucha fortaleza en los retratos. Empezó a tocar puertas para que ese material fuera expuesto, al tiempo que intentaba averiguar quién era la persona que tomó esas fotos.
Al mejor estilo de un moderno Sherlock Holmes, Maloof comenzó a estudiar con detenimiento la evidencia que tenía delante de él. Entre los negativos fotográficos encontró facturas, notas y otros papeles que arrojaron datos sobre la persona detrás del lente.
Hasta que, por un número telefónico en una anotación, pudo saber quién era y qué hacía esa fotógrafo. La respuesta lo sorprendió: era una niñera.
Esa información generó más preguntas que respuestas. Maloof comenzó a indagar más sobre la personalidad de Maier, cómo una niñera supiera tanto de fotografía, cómo y qué la motivó a tomar fotos desde el anonimato.
En ese momento, Maloof buscaba qué institución artística podía exponer la obra que había encontrado, pocas se mostraban abiertas a esa personalidad.
Así que decidió tomar la labor en sus manos; él buscaría, de manera independiente, cómo publicar las fotos para honrar ese talentoso trabajo.
Junto a eso decidió resolver otro enigma: ¿quién era realmente Vivian Maier? Para dejar testimonio de ello, produjo el documental “Buscando a Vivían Maier”, actualmente nominado a un premio Oscar como mejor documental de 2014.
Encontrar pistas de Vivian, comprenderla, conocer su pasado, saber el motivo por el cual nunca hizo público su trabajo, resultó ser una labor igual que difícil que estudiar sus fotografías. Maloof comenzó a entrevistar a los niños que estuvieron bajo su cuidado, intentando conocer a la persona detrás del lente.
Las respuestas que obtuvo en cierto sentido hicieron sentido con su tipo de fotografía. Vivian era una mujer muy reservada, todos sabían que tomaba fotos, pero nadie veía las fotos.
Ella cuidaba su privacidad con mucho celo y nadie conocía a ciencia cierta quiénes eran sus familiares —si es que los tenía— cuál era su país de nacimiento, y el motivo de su notable obsesión por coleccionar todo tipo de papeles y objetos.
Los niños —hoy adultos— que la conocieron dan testimonios encontrados de facetas de su personalidad, excepto uno: el celo con el que ella cuidaba su cuarto.
La personalidad de Maier era tan enigmática como sus fotografías. Al ver la fotografía de Vivian Maier, uno puede comprender por un momento la naturaleza humana, al observar la fuerza de la expresividad y vigor de las personas frente al lente.
Ya sea de un niño o de un adulto. La vida y el alma de la persona en la foto se puede apreciar. Siempre será un misterio por qué fue tan celosa de su obra.
Las más de 100.000 fotos que se tienen de ella, tomadas entre 1949 y el final del siglo pasado, retratan la vida de los países que visitó, pero, sobretodo, de las ciudades en las que residió en los Estados Unidos. Maier usó varios tipos de cámaras, entre ellas una Kodak Brownie, diversos estilos de Leica, Ihagee Exacta, Zeiss Contarex y sobre todo una Rolleiflex.
Ella no estaba interesada en retratar las partes dulces de la vida, se interesaba más en el dolor humano, en su día a día y en fotografiarlo en su ecosistema.
“Buscando a Vivian Maier” es un documental muy valioso, ya sea que uno sea fotógrafo o no. Además de mostrar arte en él, narra la personalidad de Vivian. Su obsesión por retratar la vida puede ser la manera en la que ella, una persona solitaria intentaba —como muchos de nosotros— entender el mundo que la rodeaba.