El 15 de agosto de este año se cumple un año exactamente de la creación del Instituto Ludwig von Mises Venezuela. Esto coincide con un año en que la situación del país ha empeorado dramáticamente.
Tal es la situación de la Venezuela actual que Jeffrey Tucker, Director de Contenidos del Foundation for Economic Education e investigador del Instituto Acton, dedicó una nota al caso venezolano que no deja de ser dolorosa (https://fee.org/articles/how-to-create-starvation-in-2016/).
En la nota, Tucker es lapidario al afirmar:
«Tan complejo, bien desarrollado y productivo es el mercado global de comida que resulta extremadamente difícil romper con dicho sistema. Para crear inanición en 2016 se requiere de un esfuerzo extraordinario. Se requiere de un sistema integral de coerción que ataque todas las instituciones que hacen posible la abundancia: la propiedad, el comercio internacional, un sistema de precios, el derecho de innovación comercial. Sin embargo, tal sistema sí existe, se llama Socialismo».
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La situación de hambruna en Venezuela nos ubica en una etapa crítica en el país, lo que no significa que esté a punto de llegar a su fin, como lamentablemente algunos analistas políticos anticipan, pero esto es objeto de otra discusión. Lo que nos interesa destacar es que la hambruna es la etapa más lamentable de la historia de nuestro país en la que podemos identificar unos 41 años de socialismo “vegetariano” y unos 17 años (los más recientes) de un socialismo carnívoro.
Sobre nuestra situación previa debemos destacar lo que en 1987 Salas Falcón advertía sobre el gigantismo del Estado y determinadas medidas económicas:
«En la Venezuela actual preocupa más la posibilidad de llegar al colectivismo por esta vía que la de caer a través de la fórmula violenta de los totalitarismos declarados, a los que la opinión pública otorga hoy, en verdad, menos crédito que nunca.» Fernando Salas Falcón: Sobre la Libertad y la Economía. Centro para la Divulgación del Conocimiento Económico para la Libertad (Cedice Libertad), 2016, p. 63.
En estos últimos 17 años hemos sido testigos de la destrucción de instituciones fundamentales como la independencia del Poder Judicial; la Ley como instrumento para desarrollar derechos y libertades; la propiedad privada como derecho fundamental para el ejercicio de otros derechos y libertades.
Con la situación de hambruna en Venezuela vemos perfectamente claras las advertencias de Friedrich von Hayek en Camino de servidumbre al explicar cómo ciertas medidas económicas (específicamente aquellas que permiten una mayor presencia del Estado) inevitablemente terminan en un régimen que estrangula libertades civiles y políticas. Tan sencillo como que la planificación y centralización de la economía conlleva a un totalitarismo político.
Con medidas económicas como el control del cambio, el control de precios (dentro del cual podemos incluir la fijación del salario mínimo), aumento de la carga impositiva, y efectos como la inflación, inevitablemente se forzará al cierre de empresas; desempleo; menos oferta de bienes y servicios; todo lo cual supone menores opciones a escoger para la persona, es decir, nos dejan un solo camino, el de la servidumbre.
Decir que en Venezuela estamos en situación de servidumbre no es exagerado. Por ejemplo, Murray Rothbard decía que la inflación es una forma sutil de afectación de la propiedad. Efectivamente es sutil al principio, no se siente, pero una vez que la sientes, es indetenible. La inflación en Venezuela está en 700%.
Esto no es un tema que se reduce a lo económico, afecta nuestra calidad de vida. Los controles y la inflación han generado escasez, colas, hambruna (como nunca antes se había visto).
En este contexto, ¿cuál es el proyecto de vida del venezolano?, ¿cuál es ese camino a la servidumbre?: solamente la sobrevivencia, porque no nos dejaron más opciones; porque destruyeron las otras opciones.
El socialismo es la ideología a través de la cual se justifica la intervención del Estado en ámbitos propios de los particulares con la consecuencia inevitable de menos espacios para ejercer plenamente sus derechos y libertades; menos espacios para elegir verdaderamente; menos espacios para decidir realmente nuestro proyecto de vida.
Estas líneas las iniciamos recordando el año de vida del Instituto Ludwig von Mises Venezuela. En este año algunos de los miembros del Instituto adquirieron el compromiso de difundir la cultura de la libertad y de generar propuestas para contribuir a cambiar este camino a la servidumbre a la que hemos llegado. Otros, como mi caso, reforzamos este compromiso, porque la labor de difusión la iniciamos con Cedice Libertad (institución que tiene 32 años de fundada) y ahora la complementamos con el Instituto Ludwig von Mises Venezuela.
Los miembros de estos think tanks que han nacido en condiciones adversas a la libertad tienen el propósito de hacer de Venezuela un país donde se pueda vivir y no sobrevivir, que quien desee emigrar lo haga por decisión propia y no llevado a ello por las circunstancias y que el proyecto de vida que tengamos sea el que hemos escogido entre muchas opciones y no uno impuesto.