EnglishEn diciembre de 2007, durante una visita a Cuba para firmar 14 acuerdos, el entonces presidente venezolano Hugo Chávez dijo una frase a la que ya se había referido con antelación: “Tengamos conciencia de que nosotros somos una sola nación”. Más allá del componente ideológico, este planteamiento ha tenido un impacto práctico. En Venezuela, la influencia de la isla caribeña es innegable. Su presencia se siente, aunque quizás sin muchas estridencias, en los asuntos militares, políticos y educativos.
Desde el pasado 16 de diciembre resurgió el tema de la injerencia a raíz del llamado que hizo Ángel Vivas, general retirado del Ejército, a crear una “Resistencia Anticastrocomunista Venezolana”. Ya en febrero de este año, la imagen de Vivas circuló en medios de comunicación y redes sociales cuando se opuso, con fusil en mano, a que allanaran su casa —lo acusaron de instar al uso de guayas (cables de acero) para impedir los ataques de los colectivos armados en las protestas callejeras contra el presidente Nicolás Maduro. Incluso antes de ese momento, Vivas había denunciado la politización en la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) y la influencia de Cuba en el país.
Con un lenguaje menos radical, otro general retirado ha hablado sobre la presencia de cubanos en instituciones militares. Antonio Rivero –quien estuvo muy cerca de Chávez e incluso fue su colaborador en el intento de golpe de Estado del 27 de noviembre de 1992– hizo una investigación durante sus años como militar, hasta que se dio de baja en 2010. Justamente ese año había en el país alrededor de 300 cubanos pertenecientes al Grupo de Cooperación Estratégica, dice en conversación con el PanAm Post.
También supo de la presencia de entre 10 y 15 cubanos que trabajaban para el Comando Estratégico Operacional, una instancia que se encarga, entre otras cosas, de planificar y dirigir las operaciones de defensa de la FANB. Y agrega: “No sé ahora, pero en ese momento el ministro de Defensa —Carlos Mata Figueroa— tenía un asesor cubano”.
En realidad, no es reciente la llegada de los isleños a suelo venezolano. Datos que maneja el exgeneral Rivero —quien fue jefe de telecomunicaciones de Casa Militar entre 2001 y 2003— señalan que en 1997 entraron 29 cubanos a Venezuela, cifra que aumentó a 138 en 1998. ¿La intención? Ayudar a Chávez en su campaña presidencial. Después del fallido golpe de Estado de abril de 2002 contra Chávez, la presencia de estos extranjeros se relacionaba con la seguridad personal del presidente, relata Rivero.
[…] contabilizamos, de acuerdo con la información que tenemos, entre 2.700 y 3.000 agentes de inteligencia cubana en sectores como el militar, la agricultura, las finanzas, el petróleo.
En noviembre de 2008, tiempo después de dirigir Protección Civil, a Rivero lo enviaron a un curso de ingeniería en la Academia Militar en el cual entró en contacto con dos militares cubanos. “Que dicten un curso no es un problema, pero después uno de ellos dice: ‘A partir de este momento todo lo que vamos a hablar es algo confidencial’. Yo me fui. ¿Cómo un militar extranjero me va a decir lo que es secreto de Estado en mi país? Allí me descompuse y empezó mi tarea”, recuerda.
Entonces, comenzó a darse cuenta de la presencia cubana en la construcción de túneles, lo que significaba que los extranjeros conocían información sobre fortificaciones militares. “Lo condicionado al secreto militar estaba en manos de los cubanos. La ubicación de una unidad misilística fue determinada por ellos. En otra ocasión fui a armamento y los cubanos estaban ayudando. Tomé notas, nombres, empecé a presentar las quejas al general de división. Me decían que eran órdenes de Chávez”, narra.
Después de varias desavenencias y de presentar la baja, Rivero —ahora dirigente de Voluntad Popular, el partido del opositor Leopoldo López, preso desde febrero— llevó la denuncia al Ministerio Público y a la Asamblea Nacional en 2010. Como prueba: una fotografía en la que se ve al general cubano Leonardo Andollo Valdés en reuniones sobre asuntos de defensa en la frontera colombiana.
Por divulgar esas informaciones, asegura, ha sido perseguido: ese mismo año fue imputado por un Tribunal Militar por ultraje a la Fuerza Armada Nacional y por revelar información secreta; en 2013 estuvo preso durante 21 días por su supuesta participación en los hechos de violencia que siguieron a las elecciones presidenciales; y a principios de 2014 fue emitida una orden de captura en su contra, y por eso ahora está en un lugar clandestino.
Indicios que se suman
Para Carlos Romero, politólogo con doctorado en Relaciones Internacionales, la influencia de la isla no solo se demuestra con la presencia de cubanos en labores de inteligencia. También, dice en declaraciones al PanAm Post, se evidencia en los uniformes y en las estructuras militares, muy parecidas a las cubanas.
De hecho, un artículo publicado por la ONG Cedice Libertad señala que en 2007, cuando se dictó el Plan de Desarrollo Estratégico de la FANB para la Defensa Integral de la Nación 2007-2013, comenzó una transformación que se inspiró en las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba. Después, en 2008, se promulgó la Reforma de la Ley Orgánica de la FANB, en la que se crean las Regiones Estratégicas de Defensa Integral, instancias militares que trabajan en áreas geográficas específicas y que, señala Rivero, son un calco de instancias cubanas.
A eso se suma la injerencia cubana en otros asuntos del Estado, como el sistema de identificación nacional. Una investigación de Adriana Rivera, publicada en el diario El Nacional en 2011, demostró que la empresa cubana Albet Ingeniería y Sistemas —que subcontrató a la multinacional Gemalto— recibió US$170 millones para elaborar cédulas electrónicas en Venezuela. De acuerdo con esa publicación, a través de un convenio, el Gobierno cubano empezó a tener acceso a las bases de datos venezolanas, por lo que puede modificarlas e, incluso, emitir documentos a ciudadanos de otros países. Esta empresa también administra, entre otras cosas, las comunicaciones del Despacho de la Presidencia, la información de refugios (para damnificados), el sistema de control de cárceles, emergencias, hospitales y policías.
En otros organismos gubernamentales también se han encontrado a los cubanos. Mariano Herrera, director del Centro de Investigaciones Culturales y Educativas –organización con 28 años de trabajo en el área– recuerda algo que le sucedió en 2006: “Tuve dos experiencias directas, una en la Zona Educativa de Apure y la otra en Anzoátegui. Cuando fui a reuniones con los directores de esas instituciones, había autoridades cubanas. No sé con certeza qué hacían, si estaban por asesorías o por algo político”.
Ahora, más allá de ese acercamiento, hay indicios de la influencia cubana en la educación. Mabel Mundó, investigadora del Centro de Estudios del Desarrollo de la Universidad Central de Venezuela, ofrece como ejemplo la Misión Robinson, el programa de alfabetización del que han egresado 700.000 personas desde su creación, en 2003. “Esa misión fue una oferta explícita de la implementación del método cubano Yo sí puedo, con un híbrido entre actividades numéricas y de lectura. Lo que me preocupa de las técnicas cubanas es que no se conoce su eficacia y efectividad”, dice.
Entre los meses de septiembre de 2012 y de 2014 han salido de Venezuela 1.000 médicos cubanos.
También hay denuncias sobre la Colección Bicentenario, libros que entrega el Ministerio de Educación desde 2011 a las escuelas públicas –en 2013 se repartieron 35 millones de textos a más de 6,8 millones de estudiantes. Javier Tarazona, presidente del Colegio de Profesores de Táchira, señala al PanAm Post que estos documentos escolares están ideologizados. Por ejemplo, el de Ciencias Sociales de segundo grado, que circuló hasta 2013, dice que quien amamantó por primera vez a Bolívar fue una cubana. En 2014 se publicó una cuarta edición revisada que no posee esta información.
“Como pedagogo y orientador, puedo decir que hay una manipulación ideológica para inculcar a los niños un proceso de afecto y agradecimiento a los cubanos a través de una falacia”, señala Tarazona. Y agrega que también se fomenta el culto a la personalidad del expresidente Hugo Chávez y las bondades del socialismo.
Entre civiles
En las calles y en instituciones gubernamentales de salud también hay presencia cubana. Después de la firma del Convenio Integral de Cooperación entre Cuba y Venezuela, en el año 2000, llegaron médicos, maestros y asesores para trabajar en las misiones sociales. La cifra ha variado con el paso de los años: en 2012 había más de 44.000, pero en enero de 2014 el presidente Nicolás Maduro informó que el número llegaba a 35.000.
En algunos casos, los profesionales han decidido desertar por las malas condiciones que viven en suelo venezolano: la ONG Solidaridad Sin Fronteras, con sede en Miami, informó que entre los meses de septiembre de 2012 y de 2014 han salido de Venezuela 1.000 médicos cubanos —300 entre 2012 y 2013, y 700 entre 2013 y 2014. De hecho, un reporte de 2013 del Departamento de Estado de Estados Unidos, relacionado con el tráfico de personas, también habla de estos abandonos y señala que los médicos que se encuentran en Venezuela experimentan la crueldad del trabajo forzado: “Indicadores incluyen salario insuficiente, largas horas obligatorias, y amenazas de represalias a los trabajadores y sus familias si dejan el programa”.
Si bien la mayoría de estos profesionales llegan a Venezuela con la intención de cumplir estrictamente con sus funciones, hay otros que tienen responsabilidades adicionales. El general retirado Antonio Rivero asegura que entre 20% y 25% de los cubanos que están en el país pertenecen a los Comités de Defensa de la Revolución de Cuba, creados en 1960 con el objetivo de, entre otras cosas, realizar labores de vigilancia contra la disidencia. Y agrega: “El G2 está en todas partes. Nosotros contabilizamos, de acuerdo con la información que tenemos, que existen entre 2.700 y 3.000 agentes de inteligencia cubana en sectores como el militar, la agricultura, las finanzas, el petróleo”.
[…] el interés histórico de Cuba por conquistar Venezuela desde 1959: “es el sueño de Fidel”
Por supuesto, todos esos servicios tienen un costo. En el convenio de cooperación entre ambos países se estableció que el pago se haría a través del envío de petróleo. En 2013, de acuerdo con el informe de gestión de Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA), Cuba recibió 99.000 barriles diarios.
El economista cubano Carmelo Mesa-Lago expone en un artículo que hay un trato preferencial: la isla debe pagar la mitad del total en los siguientes 90 días y el resto en un plazo de 25 años con 1% de interés. “Se ha estimado que la deuda petrolera acumulada está entre US$5.000 millones entre 2001 y 2009 (24% del adeudo total de PDVSA) y $13.800 millones. Cuba exporta parte de este petróleo al mercado mundial”, dice el documento.
También hay otras estimaciones. La Asociación para el Estudio de la Economía Cubana señala que los aportes de Venezuela a Cuba en 2005 correspondían a 7,2% del Producto Interno Bruto de la isla; el porcentaje aumentó en 2011 a 16,7%. Eso se traduce en $11.520 millones y, de ese total, $5.390 millones se destinaron al pago de médicos cubanos. Sin embargo, hay dudas sobre el verdadero uso de ese dinero: Mesa-Lago señala que, si eso fuese cierto, cada profesional ganaría más de $130.000 anuales. “Solo una parte llega a los cooperantes. El resto, va a las arcas del Estado cubano”, dice Carlos Romero.
Ahora, ¿por qué la insistencia en mantener una relación con Cuba que supera los límites? Romero apunta que, en primer lugar, Chávez sintió una deuda con los cubanos, pues tuvo su apoyo en la campaña para las presidenciales de 1998. A eso, suma la admiración del expresidente venezolano hacia la figura de Fidel Castro, y el interés histórico de Cuba por conquistar Venezuela desde 1959: “es el sueño de Fidel”, dice.
De todos modos, para el analista, esta unión no es especialmente peligrosa, pues ya Cuba no tiene el mismo significado geopolítico que antes: “La verdadera importancia está en la influencia que tiene en el sistema político venezolano”.
Editado por Elisa Vásquez