English Casi de manera anticipadora, Gustavo Perednik escribió en 2009 el libro Matar sin que se note, en el cual relata casi de manera novelesca la investigación del caso AMIA. Además, Perednik era amigo del fiscal Alberto Nisman, fallecido en circunstancias dudosas, con un disparo en la cabeza en el baño de su departamento en Buenos Aires.
Todo sobre el caso Alberto Nisman
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Cronología: A un mes de la muerte de Alberto Nisman
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Entrevistas
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Opinión
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La investigación policial se entremezcla con el poder político y con los rumores de pasillo. En una trama con un guión que aun continúa escribiéndose, Perednik asegura que a su amigo lo mataron.
El escritor conversó con PanAm Post y respondió qué nos diría Nisman si estuviese vivo.
Muchos argentinos descreyeron de la hipótesis del suicidio desde el comienzo, ¿por que piensa que se sintieron así?
La cuestión del suicidio no se la creía nadie, ni siquiera los que difundían el rumor. Lo hacían en aras de sembrar una confusión general, y tuvieron cierto éxito; pero después, cuando empezaron a variar las versiones de qué había ocurrido, se les esfumó ese éxito también. No lograron confundir a la gente.
No fue un suicidio —uno obviamente necesita los peritajes policiales y balísticos para demostrarlo—, pero un hombre en la cúspide de su carrera, jovial, que ama a sus hijas, que ama el deporte y le gusta vivir, y que está por cosechar los frutos de décadas de trabajo intenso; y que esta investigación la va a presentar 15 minutos antes de la presentación, cuando va a inculpar e incriminar personas que están muy cerca del poder, abrupta e inexplicablemente se pega un tiro. Esto no se lo creía nadie. La presidente empezó a tirar ese rumor porque obviamente la comprometían todas las pruebas que traía Nisman en sus manos.
(…) que en 15 segundos la presidente de un país nos cuente que fue un suicidio, que fue un suicidio inducido y después que fue un asesinato, nos dice quiénes fueron los asesinos
Después ella cambió a que fue un suicidio inducido, que es otra forma distinta al asesinato, pero tampoco eso se lo compraba la gente. Terminó diciendo que estaba bien, que fue un asesinato, pero aprovechó con la nueva versión para intentar presentarse ella como víctima.
Dijo que en realidad fue un asesinato, pero lo asesinaron ciertos agentes del servicio de inteligencia que querían vengarse de ella, porque ella los había echado hacía poco tiempo. Una presentación tan absurda que avergonzaba a la mayoría de la gente.
Se trata de una conclusión que podía venir después de una pesquisa policial de tal vez 1 año y medio. Pero que en 15 segundos la presidente de un país nos cuente que fue un suicidio, que fue un suicidio inducido y después que fue un asesinato, nos dice quiénes fueron los asesinos: todo junto en un paquete; hicieron que aumentaran las sospechas de los argentinos de que las más altas esferas del poder están involucradas en el asesinato. Esto es lo que “shockea” muy fuerte a la sociedad argentina.
Esas 12 horas que tardan en encontrar el cuerpo de Nisman desde que se murió.
De los detalles que bien aludes, hay muchos que no tienen explicación. Por ejemplo, quién lo estaba filmando con tanto detalle cuando Nisman llegó al aeropuerto. No lo filmaban las cámaras del aeropuerto, sino que había alguien que lo estaba siguiendo permanentemente. Este material lo tenían los organismos del Gobierno argentino de inmediato.
Esto apunta a las sospechas que te venía diciendo. Pero no quiero entrar en ellas porque son realmente la parte policial de la historia, que no es menor, pero no es la mía.
Nisman tenía en sus manos un caso que era realmente una denuncia pública que iba a conmover a las democracias en su conjunto.
¿Le pesaba a Nisman liderar la Fiscalía especial del caso AMIA? ¿Sentía él una presión extra?
lo que aquí traería [Nisman] serían las pruebas de cómo fue asesinado e inmediatamente incriminaría a los culpables
Esta fue la misión de su vida. Le llegó casi casualmente y transformó su vida. Un hombre dedicado de lleno, con profunda convicción en la Justicia, en que iba a llegar a la verdad por medios legales. Él era un convencido de que se podía vencer al terrorismo y a la corrupción por vía de la Ley; una convicción bastante idealista.
No sé si llamarlo un peso, yo creo que lo vivía más como un privilegio, una misión en su vida.
¿Por qué Nisman no presentó el pedido de arresto a la presidente que se encontró luego de su muerte?
Eso es muy claro: Porque lo mataron. Él iba a presentar todo esto y lo mataron a tiempo. En la última reunión que tuve con él, hace poco más de un mes en Buenos Aires, la frase que salió fue “Gustavo, créeme, yo a estos los meto presos o se van a tener que ir del país”. Y “estos” eran la presidente de la Nación y el canciller [Héctor Timerman].
¿Es usted optimista con la nueva imputación a Cristina Kirchner?
Era sumamente pesimista en el momento en que me enteré del asesinato de Alberto Nisman. Lo viví como una pérdida desde todo punto de vista. Pero ahora que la incriminación se produjo y que el fiscal lo retoma, y dice que hay suficiente material para acusar a la presidente, al canciller y al jefe de La Cámpora [grupo militante kirchnerista], empieza a surgir una nueva llama de optimismo desde el punto de vista de que se haga justicia.
¿Qué piensa que diría Nisman de todo lo que ha ocurrido?
Es una pregunta muy difícil. Lo que te puedo decir que el estilo de él era no emitir opiniones, sino presentar evidencias. Siempre me decía, “mirá, para filosofar te dejo filosofar a vos, yo no filosofo, yo traigo pruebas”.
Por lo tanto, lo que aquí traería serían las pruebas de cómo fue asesinado e inmediatamente incriminaría a los culpables.