¿Un trabajo sin jefes? ¡Claro que sí! Más de 300 empresas en el mundo (y una oficina del Gobierno del estado de Washington, en Estados Unidos) han adoptado ya un nuevo y revolucionario sistema de cultura organizacional: la holocracia. Su fundador, Brian Robertson, asegura que esta nueva manera de operar una organización le quita el poder a la jerarquía que la maneja, y lo redistribuye a lo largo y ancho de los distintos roles, reduciendo la burocracia dentro de la organización y dándole más libertad a la toma de decisiones de los empleados.
La holocracia es un sistema manejado y controlado por todos los miembros de una organización. Si bien parecería que plantean una empresa sin estructura jerárquica de ningún tipo, en realidad adoptan una estructura (con ciertas reglas) que puede ir cambiando, adaptándose a los roles y a los empleados que los personalizan.
Entre las empresas que decidieron romper con el molde tradicional están Medium, una plataforma digital para leer y compartir historias; Arca, una empresa de servicios de tecnología para manejar efectivo; y Zappos, una página web para comprar ropa y calzado por internet.
Este sistema modifica los procesos de las estructuras tradicionales en tres frentes: en su estructura, en la forma en que se toman las decisiones y cómo se distribuye el poder. No está, sin embargo, ajena a las críticas. Los no partidarios aseguran que sin jefes, por ejemplo, nadie tomaría la posta en la toma de decisiones.
“En la mayoría de las empresas, cada persona tiene exactamente una sola descripción del trabajo. Esa descripción es a menudo imprecisa, obsoleta e irrelevante para su trabajo del día a día. Con la holocracia, las personas tienen múltiples roles, a menudo en diferentes equipos, y esas descripciones de roles se actualizan constantemente por el equipo que esta haciendo realmente el trabajo”, explican en el sitio web.
Haciendo una analogía con una sociedad, la organización adopta para sí una Constitución con ciertos principios que ayudarán a los empleados a tomar decisiones con autonomía. Es decir, explicitan lo implícito de las reglas no escritas.
El término proviene del griego holos, que significa unidades que son autónomas pero que dependen del mundo más grande que las incluye y de la cual forman parte. Es al mismo tiempo un todo y una parte.
¿Cómo sería trabajar sin jefes?
En una empresa con una organización tradicional, las decisiones últimas siempre recaen en los altos directivos. De esta manera, cualquier decisión alternativa requiere, sin dudas, la firma de alguno de los empleados de más alta jerarquía.
“Los equipos se auto organizan: se les da un propósito, pero deciden internamente cual es el mejor camino para llegar a ese objetivo. De esta manera, la holocracia sustituye a la jerarquía tradicional con una serie de equipos interconectados pero autónomos”, explican.
Añaden que esa forma de flexibilizar la toma de decisiones es lo que le permite a la organización adaptarse a las condiciones cambiantes.
En un sentido amplio, la holocracia busca el orden, pero sin jefes que le digan al empleado qué puede o no hacerse. El fundador dice que el orden no requiere de jefes, como es el caso de las transacciones económicas.
Lo que busca esta disruptiva forma de organizar empresas es que una persona deje de ir a buscar a otra, porque esa persona “sabe como se hacen las cosas en la empresa” y se dirija directamente a otro “que tiene la solución al problema especifico”.
El primer caso de holocracia en el sector público
La Oficina del Director de Información Tecnológica del Estado de Washington en EE.UU. decidió implementar la holocracia en febrero de 2015 y se convirtió en la primera oficina del sector público en hacerlo.
Michael DeAngelo, el director de esta oficina, creó un blog sobre su experiencia con esta nueva forma de organizar, en especial sobre las particularidades del sector público y las barreras para su adopción.
El funcionario precisó que desde el sector publico es muy difícil poder competir en términos de salario con las empresas privadas; por lo tanto, uno de sus mayores desafíos ha sido atraer y retener a los empleados talentosos. El uso de la holocracia podría ayudar a convertir el sector público en algo mucho más competitivo desde el punto de vista de la cultura organizacional.
Uno de sus mayores retos en la implementación de la holocracia, insistió DeAngelo, es la relación entre su oficina y los gremios. ¿Si no hay jefes, quién se encargará de lidiar con ellos?
Finalmente, en su bitácora explica que en una reunión con miembros de los diferentes actores sociales, si bien requiere de mucho planeamiento, una implementación del sistema de holocracia es plausible en el trato con los grupos de poder, como los sindicatos.
“Hubo consenso general de que el concepto de una holocracia en un determinado entorno es intrigante y, lo más importante, plausible, si se dan el liderazgo y el planeamiento adecuados”, precisó.