EnglishLa frase que dijo el magnate Donald Trump sobre que México exporta a Estados Unidos “drogas, crimen y a sus violadores” está, al menos, parcialmente equivocada. Un informe del American Immigration Council asegura que los inmigrantes —legales o ilegales— son menos propensos que los nacidos en Estados Unidos a cometer delitos o a permanecer arrestados.
El informe de esta organización, que busca discutir asuntos de integración inmigratoria, asegura que esa conclusión está basada en evidencia, sin importar el país de origen del inmigrante, el nivel de educación o su estatus legal dentro de Estados Unidos.
Los doctores Walter A. Ewing, Daniel E. Martínez y Rubén G. Rumbaut, realizadores del documento, creen que las políticas públicas de inmigración están basadas más en estereotipos que en evidencia ya que la enorme mayoría de aquellos que entran al país no son criminales “en ninguna acepción de ese término”.
A pesar de que los legisladores justifican su políticas anti inmigratorias en las bases de la lucha contra el crimen, la realidad es, explican los expertos, que esta no es causada o agravada por los inmigrantes, sino todo lo contrario.
“Esto no es sorprendente, ya que los inmigrantes vienen a Estados Unidos para buscar oportunidades económicas y educativas que no están disponibles en sus países de origen, y para construir una vida mejor para ellos y sus familias. Como resultado, tienen poco que ganar y mucho que perder por violar la ley”, insiste el informe.
Sin embargo, la administración del Presidente Obama ha deportado a más de 2 millones de personas, con la clara consecuencia de que familias y comunidades enteras se vieron separadas en el proceso.
“Estas son tragedias que pueden ser prevenidas si solo el Congreso eligiera insertar proporcionalidad, discreción y un poco de humanidad en el sistema de inmigración”, dice el documento de 28 páginas.
De igual manera, afirma que el proceso de deportación está diseñado principalmente para expulsar del país a aquellos individuos no violentos, incluidos aquellos residentes legales que han trabajado y criado a su familia en el país por décadas.
El informe critica el prejuicio de los inmigrantes como criminales, haciéndose eco de las palabras del renombrado psicólogo Abraham Maslow, quien afirmó que “es tentador que si tienes como única herramienta un martillo, trates todo como si fueran clavos”.
Entre sus puntos centrales, el documento afirma que las tasas de crecimiento inmigratorio en Estados Unidos están asociadas a una disminución de las tasas de crimen.
Entre 1990 y 2013, muestra el informe, la tasa de los residentes de EE.UU. que no habían nacido en tierra estadounidense creció de 7,9% al 13,1%; y el número de inmigrantes sin papeles se triplicó, asimismo, de 3,5 millones a 11,2 millones. A pesar de estas cifras, datos del FBI en ese mismo período indican que la tasa de crimen violento (robo, violaciones y asesinatos) cayó en 48 por ciento.
Más aún, el informe afirma que el Gobierno estadounidense tiene una doble moral, manifestada en la política de “tolerancia cero” hacia los inmigrantes que cometen ofensas o infracciones menores.
“Estos ‘crímenes’, que pueden resultar en una multa o una condena condicional para los estadounidenses nativos, terminan siendo para los inmigrantes un arresto y una deportación. Esto representa un doble estándar de la Justicia para los inmigrantes, en los que la escala de la pena (detención y deportación) es mucho mayor que la gravedad del delito (infracciones de tránsito, por ejemplo)”, añade el documento.
“Abran las fronteras”
Bart Frazier, miembro de la Fundación para el Futuro de la Libertad, afirmó a PanAm Post que el hecho de los inmigrantes sean estadísticamente menos propensos a cometer actividades criminales no es para nada sorpresivo. Añadió que la mayoría de ellos que hacen el enorme esfuerzo de llegar a Estados Unidos vienen a trabajar, “a trabajar bien duro”.
“Al final del día, sin embargo, esto es irrelevante. Supongamos que los inmigrantes fueran estadísticamente más propensos a cometer crímenes. ¿Con eso qué? La gente debe ser libre de viajar adonde lo desee, siempre y cuando sus acciones sean pacíficas. Los derechos individuales nunca deben ser gobernados por análisis de costo-beneficio”, exhortó.
Finalmente, concluyó diciendo “abran las fronteras”.