EnglishEl debate de la marihuana medicinal en Colombia trae a la mente una anécdota que cuentan acerca del Vaticano: el papa convoca al Colegio Cardenalicio y anuncia que la Segunda Venida, y por ende el Apocalipsis, son inminentes. Surge un revuelo entre los cardenales y, cuando Su Santidad pregunta qué ocurre, 53 de ellos le informan que parten de inmediato hacia Bogotá.
Sed cur illuc? (¿Por qué allá?), pregunta el Summus Pontifex.
Responde un cardenal: Quod omnia ibi, sanctissime Domine, L annos post adveniunt (Santísimo Padre, porque allá todo llega 50 años más tarde).
No deja de causarme curiosidad que en Colombia la propuesta actual del Senador Juan Manuel Galán de legalizar la marihuana únicamente para usos medicinales haya generado semejante conmoción política y mediática. Vale la pena recordar que en California la marihuana medicinal es permitida desde 1996.
En Colorado la marihuana para usos recreativos ha sido completamente legal desde enero de este año. Según el New York Times, esto ha conllevado a una reducción del 77% en las detenciones por casos de marihuana en el primer mes, a menos robos y atracos en Denver, a la creación de empleos adicionales e inversión y a un aumento de US$23,6 millones en el recaudo para el Estado (desde enero hasta mayo únicamente).
Colombia no ha sido capaz de situarse ni remotamente cerca de la vanguardia del movimiento global que busca dejar atrás la desastrosa política de la prohibición.
Uruguay, mientras tanto, se ha convertido en el primer país en regular la producción, la venta y el consumo legal de la marihuana.
Así que Colombia, posiblemente la nación que ha sufrido las consecuencias más devastadoras de la guerra contra las drogas, no ha sido capaz de situarse ni remotamente cerca de la vanguardia del movimiento global que busca dejar atrás la desastrosa política de la prohibición.
Sin duda la marihuana medicinal ayudaría a miles de pacientes colombianos, pero el debate infinitamente más urgente para nosotros es el de la legalización completa de esta droga.
En cuanto a la libertad individual, ¿por qué debe el Estado determinar lo que un adulto puede hacer o no con su cuerpo siempre y cuando este no hiera a terceros?
También está el aspecto de la criminalidad: en Colombia el negocio de la marihuana está en manos de las FARC y de otras organizaciones criminales. ¿Por qué no arrebatarles el control y las ganancias a estos delincuentes al crear una industria legal y regulada? En Estados Unidos fueron empresas legítimas y serias las que entraron a competir en el mercado de las bebidas alcohólicas, más no los herederos de Al Capone y otros gangsters violentos que prosperaron durante la era de la Prohibición.
Por último está el aspecto de la oportunidad económica: si la producción fuera legal en Colombia, existiría la posibilidad de llegar a un acuerdo con Uruguay para poder exportar legítimos productos colombianos de marihuana a ese país. Esto crearía un sinfín de oportunidades para generar emprendimiento y por ende empleos reales (es decir, no aquellos puestos del sector público que “crea” el Gobierno al redistribuir ineficientemente los recursos de las personas productivas).
La objeción de que exportar marihuana es imposible ya que violaría la Convención Única sobre Estupefacientes de la ONU de 1961 es irrelevante; si tal acuerdo tuviera alguna vigencia, Uruguay no hubiese podido legalizarla. Colombia debe liderar un esfuerzo diplomático global para cambiar drásticamente el tratado actual, el cual es en esencia obsoleto.
Y las oportunidades para nuestros potenciales productos canábicos no se limitan al relativamente pequeño mercado de Uruguay. En EE.UU, los votantes del Estado de Washington decidieron legalizar el uso recreativo de la marihuana en dosis pequeñas en el 2012 (al igual que Colorado). Este año se llevarán a cabo referendos similares en los Estados de Alaska y Oregón, y hay una lista considerable de Estados donde posiblemente se la legalizará en los próximos años.
Debemos legalizarla completamente, impulsar la industria local y el turismo y tomar los pasos necesarios para exportar al mercado de consumidores más grande del mundo.
Aunque la ley federal no permite la exportación de marihuana colombiana o de otros países a EE.UU., hay “un movimiento inevitable hacia el fin de la prohibición federal” según Juan Carlos Hidalgo del Cato Institute de Washington. Hidalgo cita el reciente editorial del New York Times a favor de la legalización federal y una encuesta de Gallup que demuestra que el 58% de los estadounidenses está de acuerdo con acabar la prohibición.
Así que es hora de dejar los tímidos titubeos con el cuento de la marihuana medicinal en Colombia. Debemos legalizarla completamente, impulsar la industria local y el turismo y tomar los pasos necesarios para exportar al mercado de consumidores más grande del mundo.
Como hace poco oí decir en uno de los augustos corredores de El Rosario: ceterum censeo interdictionem esse delendam! (¡además creo que la prohibición debe ser destruida!)