English Por Zach Weissmueller
Honduras puede estar al borde de un avance significativo, uno con consecuencias no solo para América Central, sino para los demás países emergentes alrededor de mundo. O eso dice Mark Klugmann, copresidente del Comité para la Adopción de Mejores Prácticas, la junta responsable por la aprobación de los postulantes que desean abrir una Zona de Desarrollo Económico y Empleo (ZEDE) hondureña.
“Es un momento muy emocionante, porque el proyecto, si logra conseguir lo que se propone, demostrará desde Honduras para el mundo que la capacidad de resolver problemas y, en particular, crear empleos, avanza con una velocidad que pocas personas han previsto”, dice Klugmann.
En su breve, tumultuosa, y a veces polémica existencia, lo que hoy son conocidas como ZEDEs han asumido diferentes formas: desde el ambicioso concepto de “ciudades modelo” del economista y eterno candidato al Premio Nobel, Paul Romer, que contempla ciudades gobernadas en asociación con naciones extranjeras, hasta su actual versión como entidades políticas y legales autónomas dentro de un país pero administradas por diversas empresas.
Una prueba de confianza, no de ideología
Durante el rodaje del documental Cómo construir una ciudad en Honduras aprendimos que muchos ciudadanos hondureños se mantienen escépticos sobre el proyecto, e inseguros acerca de sus detalles. Pero el escepticismo suele surgir no por un rechazo ideológico a los mercados y a la competencia, o por miedo al “neocolonialismo”, un argumento citado en frecuencia por los medios a la hora de criticar a las “ciudades modelo” de Romer.
Más bien, las preocupaciones de los hondureños parecen ser del tipo práctico, fundamentadas en la interpretación de su propia historia: desconfían de un Gobierno nacional que los ha defraudado una y otra vez. “Si el Gobierno está [detrás de esto], es un sistema fracasado”, dijo un estudiante con el que conversamos en la Universidad UNITEC en San Pedro Sula.
“Quizás no es que no creamos en el proyecto”, dijo otro estudiante, “es sólo que pensamos que se llevará a cabo y fracasará, al igual que todos los otros proyectos fracasaron”.
El hecho de que la aprobación de la ley que posibilitó las ZEDEs ocurrió tras la destitución del expresidente Manuel Zelaya no contribuye mucho a la tranquilidad de los hondureños. Pero Klugmann enfatiza que es precisamente este tipo de inestabilidad política que las ZEDEs intenta atacar.
“Los problemas que existen son la razón por la cual son necesarias las ZEDEs”, dice Klugmann. “Es un instrumento que puede atraer inversiones y crear un gran número de empleos que Honduras necesita para escapar de la pobreza”.
Klugmann señala el éxito de zonas similares como Hong Kong, Singapur, e incluso Dubai, como evidencia de que una buena legislación y un poder judicial independiente marcan la diferencia.
Ver para creer
¿Pueden las ZEDEs replicar el éxito de esos ejemplos en Honduras? ¿Y cuán probable es que realmente ocurra luego de varios retrocesos y cambios?
Sin intentar predecir el futuro, lo que podemos decir después de terminar el documental es: la ley ha sido finalmente aprobada por la legislatura y los tribunales, y no hay nada que retrase a las ZEDEs, excepto por el proceso de aprobación del Comité para la Adopción de Mejores Prácticas.
Mientras que la junta será probablemente cuidadosa y expeditiva a la hora de considerar las propuestas, especialmente al momento de aprobar la primera ronda de ZEDEs, se encuentra compuesta por operadores políticos experimentados que saben que tener al partido gobernante de Honduras de su lado es una oportunidad con fecha de vencimiento. Son demasiado inteligentes y han trabajado por mucho tiempo en este proyecto para dejar pasar el momento y retrasarlo arriesgándose a un cambio en el vaivén político.
En lo que respecta a la noción de que está idea puede cambiar a Honduras y, eventualmente, al mundo: solo podemos tener esperanzas. En un país donde la gente envía a sus hijos solos a un peligroso viaje a través de varias fronteras por una oportunidad de mejorar su calidad de vida en Estados Unidos, las ZEDEs ofrecen la posibilidad de un sendero menos traicionero hacia mayores oportunidades.
Pero la propia naturaleza del proyecto ZEDEs es que debe vivir o morir por sus propios méritos. Los hondureños apoyarán y se mudarán dentro de las ZEDEs si se les ofrece trabajo, seguridad, y una chance para una mejor vida. Si no, las ZEDEs no tendrán razón de ser, y la ley no tendrá utilidad alguna. En otras palabras, el futuro de las ZEDEs depende en última instancia de las elecciones racionales hechas por los propios hondureños.
Zach Weissmueller es un escritor y cineasta. Trabaja como productor audiovisual y periodista en Reason TV.