English Por Anton Edmunds
Mientras que muchos ven en el foro China-CELAC una oportunidad para fortalecer la cooperación y profundizar los lazos entre China y los países de América Latina y el Caribe, los resultados de esta reunión pueden ser totalmente diferentes de lo que se esperaba.
Si bien el compromiso chino de duplicar el comercio con la región a más de US$500 mil millones, y de arrojar salvavidas económicos a Venezuela y Ecuador con préstamos no son nada despreciables, China puede que esté en busca de algo más. La nación asiática podría estar detrás de un mecanismo en virtud del cual coordinar los más de 150 acuerdos bilaterales que ha firmado con los países de la región, y así promover una agenda regional conjunta de sus intereses, en lugar de gestionar las solicitudes de apoyo individualmente.
En algunos aspectos, China podría estar siguiendo el mismo camino recorrido por las principales potencias que suponen que la región puede ser tratada como un bloque. Pero es incierto que ese mecanismo sea realmente el de China-CELAC, porque otros intentos han fracasado, especialmente teniendo en cuenta el grado de fragmentación de los países de América Latina y el Caribe en términos de programas económicos, sociales y políticos.
No obstante, es probable que sea una estrategia más barata apoyar a las instituciones dentro de la CELAC que lidiar con las múltiples partes que se acercan cada vez más pidiendo dinero. Curiosamente, un acuerdo entre China y la CELAC bien puede agregar un nivel de complejidad a los intereses ya superpuestos de las innumerables entidades multilaterales creadas para promover la cooperación dentro y fuera del hemisferio.
Atrás han quedado los días de la generosidad de China a través de donaciones y estadios deportivos gratis.
Será interesante observar la capacidad de los países más pequeños dentro de América Central y el Caribe de financiar su participación activa dentro de las instituciones de China-CELAC al mismo tiempo que cumplen con otras obligaciones existentes.
Lo fundamental para América Latina y el Caribe es que atrás han quedado los días de la generosidad de China a través de donaciones y estadios deportivos gratis. La nueva China es una economía en desaceleración cuyos líderes se centrarán principalmente en el crecimiento económico doméstico y el empleo a partir de 2015.
Si bien una relación más madura con las economías regionales más grandes continuará enfocándose en el acceso al mercado de bienes y servicios de China, y la exportación de materias primas para el mercado interno chino, las economías más pequeñas de América Central y el Caribe deberían preocuparse acerca de sus futuros.
Hay un presentimiento de que las economías regionales más pequeñas serán relegadas a un segundo plano, a menos de que sirvan algún interés estratégico en particular. Se destacarían entre estos últimos privilegiados los centros logísticos y países productores de combustibles fósiles.
Por desgracia para las economías más pequeñas, las relaciones futuras serán similares a las que existen en la actualidad con Estados Unidos. Lo mejor que América Latina puede esperar son iniciativas esporádicas y un compromiso parcial.
Hay un presentimiento de que las economías regionales más pequeñas serán relegadas a un segundo plano
En última instancia, es un punto central de la agenda política de China —tomar un rol activo dentro de este hemisferio— lo que garantizará un cierto nivel de presencia en la región. Aunque puede que ya no sea necesario contar con un baluarte contra la influencia de Taiwán, los intereses chinos se alinean con algunos países de la región que comparten un deseo común de tratar de detener a Estados Unidos.
La participación activa de Estados Unidos en Asia a través de acuerdos comerciales que excluyen a Beijing, y su presencia militar en apoyo de aliados tradicionales, claramente irrita a China. Por lo tanto China, como potencia económica, está dispuesta a mostrar su poderío en este hemisferio, mientras que Estados Unidos lucha por resolver problemas internos, un sistema político fracturado y focos de tensión política en Oriente Medio.
Los motivos de China para una mayor participación bien podrían ir más allá de la economía y estar realmente en el ámbito político, puesto que la firme posición del país acerca de la no injerencia de Occidente en los asuntos internos, tienen un cierto atractivo en la región.
Anton Edmunds es un consultor experto en mercados emergentes y escribe sobre asuntos caribeños en el blog On the Caribbean. Puede ser contactado a través de su correo [email protected] y en Twitter @theedmundsgroup.