El presidente de Ecuador, Rafael Correa, manifestó hace menos de un mes durante un conversatorio con medios de comunicación, que él no será candidato a la presidencia del país en las próximas elecciones de febrero del 2017. Sin embargo, desde aquellas declaraciones, ha retumbado en mi mente la siguiente frase pronunciada por el primer mandatario ese mismo día:
“Quiero parar un poco. El país necesita descansar de mí y, sinceramente, yo también necesito descansar un poco del país”.
Es plenamente conocido (y confirmado por el mismo Correa) que tras sus múltiples periodos presidenciales, que tan cansado parecen haberlo dejado, Correa planea vivir en el extranjero —en Bélgica, para ser más precisos—, y dedicarse a la docencia universitaria.
Qué suerte la del presidente saliente, que tendrá la oportunidad de residir fuera del Ecuador tras su labor, dejando un país que, a criterio de él, también está cansado. Pero, ¿cansado de qué?
¿De la figura de Correa? ¿De su gestión como presidente? ¿De sus informes semanales a la nación? ¿De todas las carreteras que ha inaugurado? O, ¿será que el país está cansado de todo lo que han dejado estos nueve años de Gobierno?
La respuesta a esta inquietud la tiene él. Lo que sí está claro es que al día de hoy, Ecuador es un país cansado, que vive un ambiente comprimido y complejo, tanto por la situación política como por la económica. Asimismo, el país ha terminado de desnudar las falencias infantiles provocadas por este Gobierno.
Correa, sus ministros, su movimiento político, y su gestión, se encuentran en boca de todos. Espero no dejarme llevar por el efecto de representatividad, pero cada una de las conversaciones que mantengo con otros deriva en un debate político; en un ir y venir de ideas y comentarios de índole social, económico y político; todos ellos relacionados con la situación actual del Gobierno.
Sin ir más lejos y sin la intención de exagerar, hoy existen muchas relaciones familiares y de amistad que se han visto resquebrajadas al tocar temas políticos en una mesa que debería ser utilizada para unir a cada familia del Ecuador. Por estos motivos, yo le creo a Correa cuando manifiesta que el Ecuador debe descansar de él. Pero no solo de él, sino también de todo lo que ha dicho y hecho a lo largo de estos nueve años (incluyendo ataques verbales a distintos frentes).
A mi parecer, el primer paso para que el país descanse, es que el presidente Correa entienda lo que Shakespeare dijo alguna vez: “Es mejor ser rey de tu silencio que esclavo de tus palabras”.
Correa debe ser esclavo de lo que ha dicho, en especial de lo expresado en el conversatorio con medios. De ahora en adelante, en los pocos meses que le quedan como presidente, espero que sea rey de sus silencios.
De esta forma, Ecuador podrá lograr un entorno un poco más estable, y tal vez quienes seguiremos viviendo en el país, lograremos recuperar la economía.
Francisco Mendoza Sánchez es economista, estudiante de maestría en Business Intelligence y becario del Mises University 2016. Mendoza es además miembro del Movimiento Libertario del Ecuador y director de Jóvenes CREO Pichincha. Síguelo en @El_Paco_Mendoza.