Por Hansjörg Müller
Al final de la campaña del referendo para decidir la permanencia de Gran Bretaña en la Unión Europea (UE), las cosas se volvieron feas. Nigel Farage, el líder del Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), presentó un afiche que intentaba asustar a los votantes con una imagen de una horda de refugiados del conflicto de Siria entrando a Europa.
Jo Cox, una parlamentaria del Partido Laborista, fue asesinada por un lunático con conexiones con el extremismo de derecha. Y quienes hicieron campaña por permanecer en la UE intentaron representar a aquellos que tienen otra opinión como racistas, o al menos como personas dispuestas a decir lo que los racistas quieren oír.
Pero no todo quien es crítico de las políticas de inmigración actuales es racista. Sobre todo, no todos los escépticos frente a la UE se interesan primordialmente por la inmigración, así muchos sí la perciban como uno de los problemas principales. Pero quien suponga que los británicos únicamente van a decidir la cuestión de la inmigración hoy subestiman el nivel del debate.
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En realidad, la cuestión del Brexit es un asunto de soberanía: ¿dónde se crean las leyes? ¿En el Parlamento de Westminster, cuyos parlamentarios deben presentarse a elecciones cada cinco años, o en Bruselas o Estrasburgo, lugares lejanos donde unos pocos privilegiados toman decisiones y entienden sus consecuencias?
En el continente europeo, el miedo a una salida de Reino Unido de la UE es mayor que en Gran Bretaña. La revista alemana Der Spiegel tituló su portada de la semana pasada “Please Don’t Go“, apelando al siempre malentendido pueblo insular de una manera que mezcla la arrogancia con un complejo de inferioridad. Tal llamado fue similar al del Kaiser alemán Guillermo II, quien dijo “Please stay… porque la carrera de Ascot es la única oportunidad en el año de discutir el otrora ignorado tema de los sombreros”. Si acaso algo puede unir a los británicos y a los alemanes, no será el humor de los periodistas germanos.
Para ciertos europeos continentales, parecería negligente o hasta frívolo el hecho de preguntarle al pueblo su opinión acerca de asuntos tan fundamentales como la permanencia de un país en la UE. Tal referendo sería impensable en Alemania o en Francia. En esos países, la historia parece haberse detenido en una esfera en la cual todo está predeterminado. Solo por esa razón es buena noticia el referendo británico de hoy: es una señal de vida.
¿Sería el Brexit bueno o malo para Europa? Sin duda haría falta Gran Bretaña, sobre todo porque la UE recibe un sexto de su presupuesto del Reino Unido. Wolfgang Schäuble, el Ministro de Finanzas de Alemania, tendría que buscar más fondos en los bolsillos del fisco alemán. Aunque Schäuble se presenta como un creyente en la UE, esto no le resultaría tan agradable.
Aún peor que el golpe económico sería el golpe al prestigio de la UE. Si Grecia abandona la Eurozona, sería culpa de Grecia. Si Gran Bretaña abandona la UE como tal, sería culpa de la UE, como ha dicho el historiador Brendan Simms.
¿Más y más Europa?
Resulta cuestionable la tesis de que el Brexit sería una llamada de atención para la UE, como suponen algunos euroescépticos. Hasta ahora Bruselas ha reaccionado a toda crisis de la manera opuesta a la que prefieren los ciudadanos. Cada vez que surge una queja hacia la UE, las élites responden con “más Europa”, es decir, transfiriendo más competencias del nivel de los Estados nacionales al nivel de la central en Bruselas.
Antes de que cambie tal situación, otros países tendrían que seguir el ejemplo de Reino Unido tras el Brexit, lo cual no es improbable. En Dinamarca, Holanda, República Checa e inclusive en Francia, ya se oyen propuestas a favor de un referendo para decidir la cuestión de la membresía de la UE.
Queda la pregunta de si le conviene a Gran Bretaña abandonar la UE. Reino Unido no se aislaría del libre comercio internacional, sobre todo porque varios de sus socios europeos y en especial Alemania dependen de sus exportaciones a la isla. Por otro lado, Gran Bretaña comercia principalmente con países que no son miembros de la UE. Desde el 2008, más de la mitad de las exportaciones británicas tienen como destino otras partes del mundo. Según un estudio de la Universidad de Oxford, esta cifra crecerá al 60% en el 2019.
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El Brexit no causaría una catástrofe. No obstante algunos europeos le recomiendan a Gran Bretaña no irse de la UE, o por lo menos no por ahora. La crisis de la UE se empeorará en los años siguientes. La posición de Londres frente a Bruselas podrá ser más fuerte. También es posible que un Primer Ministro británico pueda negociar un nuevo acuerdo con la UE que sea más favorable que el que negoció David Cameron el pasado enero.
De esa manera, Gran Bretaña podría mantener las ventajas del Brexit sin sufrir sus desventajas. Reino Unido tendría más soberanía, pero sin la incertidumbre de lo que puede pasar al abandonar la UE. Para que esto suceda los líderes en Bruselas deben entender que la UE solo tiene un futuro alentador si permiten que los países tengan diferentes grados de membresía dentro del club.
Hansjörg Müller es el corresponsal en Inglaterra del diario suizo Basler Zeitung. Este artículo fue publicado por el Basler Zeitung originalmente en alemán.