Durante la pasada primavera agentes aduanales chinos decomisaron 70 kilogramos del narcótico fentanilo y acetil fentanilo que estaban escondidos en un contenedor de carga con destino a México. Las drogas, parecidas al opio, eran tan potentes que seis de los agentes se enfermaron después de su manipulación. Uno más cayó en coma.
Con base en un documento interno de inteligencia elaborado por la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) y en múltiples entrevistas, el diario The Wall Street Journal detalló en un amplio reportaje la importancia de China en el abastecimiento de los químicos para la producción y venta del “mortal” fentanilo en América del Norte.
El fondo del problema es la poca o nula regulación internacional sobre el fentanilo y sus productos análogos, así como la de los ingredientes químicos y las prensas de pastillas utilizados en su elaboración. En este entramado China es apenas el principio de una red en la que también intervienen México, Estados Unidos y Canadá.
A principios de este mes el fentanilo saltó a los titulares de los medios de comunicación, pues debido a una sobredosis de esta droga murió el cantante estadounidense Prince. El rotativo The New York Times reveló que el origen de la droga, cuyo trasiego va en aumento, pudo provenir de cárteles mexicanos.
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“La carga incautada por los chinos el año pasado se destinó a México -dijeron funcionarios estadounidenses-, donde los cárteles vuelven a empaquetar la droga y la envían de contrabando a los Estados Unidos. Algunos traficantes mexicanos también han ordenado ingredientes químicos procedentes de China y los han utilizado para la fabricación de fentanilo en sus laboratorios clandestinos con fines de exportación”.
Así lo constataron documentos provenientes de un caso radicado en Illinois el año pasado en el que se demostró que un laboratorio mexicano ordenó ingredientes para producir fentanilo a una compañía china en la ciudad de Xiamen.
Y es que para las autoridades estadunidenses, México también se ha convertido en un nexo importante en el comercio de esta droga en Estados Unidos. El primer indicio del problema tuvo origen en 2006 durante una crisis de fentanilo en Chicago, cuando las autoridades rastrearon su procedencia hasta un laboratorio clandestino cerca de Toluca, Estado de México.
Apenas el año pasado uno de los operadores del laboratorio, Ricardo Valdez-Torres, se declaró culpable de producción y exportación ilegal de fentanilo en una corte federal de Illinois.
Según consta en el expediente judicial, consultado por los reporteros Jeanne Whalen y Brian Spegele, Valdez-Torres le dijo a los investigadores que había comprado el principal ingrediente químico a una compañía china llamada Kinbester, que dicho sea de paso no tiene impedimentos legales para vender estos productos.
“Nunca les preguntamos a nuestros clientes de sus propósitos para la compra de nuestros productos”, declaró al medio el propietario de esa empresa asiática, Wu Jinjun, quien explicó ese tipo de venta como un hecho aislado. Fue tan solo una transacción que comenzó a través de un correo electrónico que recibió, a finales de 2005, de un mexicano que le solicitó 10 kilogramos de un precursor en la manufactura de fentanilo, explicó
Fue entonces cuando Estados Unidos comenzó a regular estos químicos bajo la Ley de Sustancias Controladas. Sin embargo, estas disposiciones legales no tienen efecto en países como China. En el caso de México, aun cuando están reguladas, el falso etiquetado y el cambio de estrategias por parte de los contrabandistas complica el trabajo.
Consultado por el diario, un funcionario mexicano aseguró que el gobierno se muestra reacio para presionar a su contraparte china sobre el tema de control de estas sustancias, pues la prioridad es generar una mayor inversión china en la economía mexicana.
Mientras tanto, reportes recientes de inteligencia de la DEA han identificado los laboratorios Colima, Nayarit y Guerrero, todos cerca de la costa del Pacífico.
Los tratados de Organización de las Naciones Unidas para regular el comercio internacional de productos químicos y narcóticos se han centrado en el control de los precursores utilizados para fabricar drogas como las metanfetaminas, heroína, cocaína y LSD. Pero hasta ahora no han agregado a los precursores de fentanilo en estos convenios.