EnglishEn Venezuela, 1.100.000 niños trabajan en la economía informal, 300 mil en la economía formal y 206 mil se ocupan en actividades ilícitas como la prostitución y el narcotráfico. 25% de ellos lo hacen sin ningún tipo de remuneración.
Los datos de la Fundación Derecho y Equidad Ciudadana (FUNDECI) fueron compartidos este jueves en el marco del Día Mundial del Trabajo Infantil por parte de organizaciones venezolanas que se reunieron en la sede de CEDICE Libertad para analizar el contexto nacional en esta materia.
En una serie de exposiciones mostraron que desde la década de los ochenta, Venezuela había mejorado sus índices educativos y de trabajo infantil, pero la desaceleración de la actividad económica nacional y el incremento de la violencia y los grupos delictivos en los últimos diez años crearon condiciones conducentes al aumento del trabajo infantil.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que 168 millones de niños trabajan en el mundo (uno de cada diez) y 85 millones realizan trabajos forzados y peligrosos, según informó este jueves Naciones Unidas.
Pero en Venezuela, las últimas cifras oficiales en la materia son de 2006 y los especialistas alertan que la falta de políticas públicas podrían llevar a que más niños caigan en la deserción escolar y la necesidad de trabajar para sobrevivir.
Gloria López, directora del Centro de Investigaciones para la Infancia y la Familia (CENDIF) de la Universidad Metropolitana de Venezuela, asegura que las políticas públicas de los últimos años se han orientado a proteger a los jóvenes o niños que ya se encuentran trabajando, pero hacen poco o nada para prevenir que más menores de edad caigan en la actividad. Un ejemplo de ello serían las políticas para oficializar los grupos de Niños, Niñas y Adolescentes Trabajadores (NNATS), que sin embargo son poco conocidos.
Yuherqui Guaimaro, investigadora del CENDIF, explicó que no se puede conocer la dimensión del fenómeno con exactitud, pero que los trabajadores del centro de investigación consideran que los cálculos oficiales son a menudo inexactos porque no se encuestan a las poblaciones más vulnerables, que por lo general viven en los sectores de más difícil acceso.
Guaimaro y López ponen como ejemplo que en 2005 el Gobierno de Venezuela anunció que en el país se había erradicado el analfabetismo, pero que en las comunidades más pobres de Caracas (que ambas expertas visitan con el CENDIF) no se materializaba el éxito de los programas de alfabetización del gobierno. En consecuencia, en el censo de 2011 reveló que 4,9% de la población adulta permanecía analfabeta. “Calculamos que podría ser el doble”, señaló Guaimaro.
Aumentan las condiciones para la violación de un derecho
Guy Rider, director general de la OIT, indicó a propósito del Día Mundial del Trabajo Infantil que la pobreza familiar y las crisis en los ingresos familiares son catalizadores del trabajo infantil.
En Venezuela, las expertas del CENDIF advirtieron que los datos de violencia, de deserción escolar y de mala calidad educativa del país llevarían a un incremento de los menores trabajadores. Por señalar parte del contexto, Guaimaro indicó que 52,3% de la población pobre de Venezuela está compuesta por niños y adolescentes, y que entre 1999 y 2006 el asesinato de menores de edad aumentó de 13 a 24 por cada 100 mil habitantes.
Alí Poveda, consultor de la OIT en Venezuela y directivo de la Asociación de Trabajadores Emprendedores y Microempresarios (ATRAEM), destacó que en 2013 1.790.000 personas se sumaron a la pobreza en el país (6,1% de la población), 200.000 empleadores han cerrado sus puertas, y en los dos primeros trimestres de 2014 el crecimiento de la economía fue de apenas 1% y 0,5% respectivamente.
También recordó que el salario mínimo ha caído progresivamente en los últimos años, y que la inflación de 2014 podría cerrar en 120%. Todo esto, sumado a una caída en la población escolarizada (de un 97% histórico cayó a 93%), contribuye a la presunción de que miles de niños podrían incorporarse a las filas del trabajo sin que se cumplan las normativas nacionales e internacionales (como la edad mínima —de 14 años— y el horario máximo —de 6 horas diarias—)
Lisbeth Cordero, directora de la ATRAEM, añadió que el desconocimiento de la ley y de los convenios internacionales sobre el trabajo infantil también inciden en que familias, comunidades y autoridades permitan e incluso incentiven el trabajo de los menores en malas condiciones.
“No se producen cifras oficiales para ocultar esta realidad, y tenemos como objetivo que se tome conciencia sobre lo negativo del trabajo infantil, ya que los afectados por esto se encuentran en situación de pobreza. Hace días, en Catia (zona popular de Caracas) nos comentaban que niños venden licor y chucherías al lado del CICPC (policía forense). Este es solo un ejemplo de la grave omisión estatal ante este mal”, denunció Cordero.