EnglishEl 20 de julio el mundo fue testigo de cómo el deshielo de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos llegó a su punto más alto, con el establecimiento de embajadas en sus respectivos territorios. Muchos han criticado este deshielo por diversas razones: algunos dudan de la buena voluntad de Cuba, y creen que seguirá ayudando a terroristas y violando derechos humanos. Otros afirman que este deshielo, encabezado por Barack Obama, hace ver a Estados Unidos como débil ante un viejo enemigo.
Todos estos motivos podrían considerarse válidos, pero existe otro motivo por el cual creo que este deshielo es perjudicial. Un motivo que ha sido insultantemente ignorado.
Durante el avance del Socialismo del Siglo XXI, durante los momentos de más tensión entre Cuba y Estados Unidos, existió —y aún existe— en América Latina una corriente de pensamiento anti Estados Unidos. Cuba se encargó de alimentar este sentimiento, presionando a los países que no querían adoptar el modelo socialista, mediante distintas formas como espionaje, y cómo no, financiando organizaciones terroristas.
Muchos países sucumbieron, pero unos pocos resistieron. Países como Colombia, Chile, México o Perú no cambiaron sus políticas económicas e intentaron defender la democracia y el estado de derecho.
Estos países no solo resistieron, sino que progresaron. No solo lograron defender sus democracias y modo de vida, sino que lograron construir la exitosa Alianza del Pacífico. Luego de crearla, los norteamericanos incluso se sorprendieron de que no los invitaran a participar.
Durante los tiempos de mayor auge del Socialismo del Siglo XXI, dichos países lograron esta proeza con poca ayuda de sus supuestos aliados estadounidenses. Más preocupados por la situación en Medio Oriente y en Europa Oriental, los norteamericanos prácticamente abandonaron a estos países a su suerte.
Y sin embargo, sin mayor ayuda y realmente sin mayor interés de Estados Unidos, estos países se mantuvieron firmes, y no cayeron frente a la ola chavista respaldada desde La Habana. Después de este tremendo desinterés, realmente no se esperaba una recompensa por parte de Estados Unidos.
Pero una cosa es no premiarlos, y otra muy distinta es insultarlos. Para los países mencionados, este deshielo no es otra cosa que un insulto a nivel diplomático. Después de resistir los avances de un enemigo como el Socialismo del Siglo XXI, Estados Unidos ha desconocido la realidad.
Por ejemplo, según Estados Unidos, Cuba no apoya a organizaciones terroristas. Para Estados Unidos, sus “aliados” en la región valen menos que restablecer relaciones con una dictadura en bancarrota que sistemáticamente hostiliza a los países que se mantuvieron firmes a pesar de su desinterés.