English¿Por qué la visión estatista impera en la discusión económica, particularmente en relación con los temas de comercio? En Colombia, se presentó un informe de la famosa ONG Oxfam sobre el impacto para el sector agropecuario del Tratado de Libre Comercio (TLC) entre el país y Estados Unidos. Sus conclusiones son apocalípticas.
Esto no es de sorprender si se tiene en cuenta que esta ONG se reconoce por su marcado sesgo anticapitalista. Por esto, los autores del informe, Aurelio Suárez y Fernando Barberi, son dos críticos de cualquier acción que siquiera huela a liberalismo económico.
Y en este caso, el mero olor es lo que les molesta, porque es conocido que un tratado de libre comercio es más tratado (esto es, una serie de cesiones y peticiones entre Estados) que de libre comercio. De lo contrario, no habría necesidad de estas negociaciones: los individuos podrían acceder a bienes y servicios de cualquier país sin necesidad del permiso del Gobierno.
Pero bueno. Igual, un tratado de libro comercio aparenta cierta apertura y, como decía antes, esto, tan solo esto, ya les molesta a los autores del informe.
No obstante sería muy poco riguroso dejar la discusión aquí. Creer que se desvirtúa un informe por las creencias de sus autores o de la entidad que lo financia es caer en una falacia lógica. Lo que se debe discutir es el fondo de lo que se plantea: su consistencia interna, su validez frente a la realidad observada, su utilidad, etc.
Para los autores el hecho que el TLC esté cumpliendo con su objetivo, incrementar los flujos comerciales, es negativo
Sobre esto es poco lo que se puede decir por ahora. El informe aún no ha sido publicado en línea. Lo que se conoce es lo publicado en los medios que, vale la pena resaltar, estuvieron –como siempre cuando de conclusiones apocalípticas relacionadas con la economía se trata–, muy prestos a redactar extensos artículos sobre los hallazgos del documento.
De lo que trascendió, el informe cae en dos problemas recurrentes en los críticos del libre comercio o de lo que se le parezca. El primero es la lógica de los agregados: los autores hablan de balanzas y déficits comerciales, subsectores agrícolas afectados y aumento o disminución de exportaciones e importaciones. Pero poco reflexionan más allá. Por ejemplo, nos dicen que el déficit comercial agrícola ha crecido en más del 300% pero deciden –porque sí, porque ellos quisieron– excluir las flores, el café y el banano, los tres productos que Colombia más exporta a los Estados Unidos.
Además, muy temerosos por el apocalipsis que creen ya llega, afirman que hay algunos sectores amenazados. Cuidado: no dicen que ya desaparecieron. Lo que les preocupa es que estén amenazados. Pero es más, no reflexionan sobre si los agricultores colombianos deben siempre producir todo, así no lo vendan ni a los consumidores domésticos.
De igual manera, muestran cómo ha crecido el flujo comercial entre los dos países. Es decir, para los autores, el hecho que el TLC esté cumpliendo con su objetivo –incrementar los flujos comerciales – es algo negativo. Pero no piensan, además, qué demuestra el hecho que los colombianos estén soportando un déficit comercial: ¿no demostrará esto, de pronto, que han mejorado los ingresos y el acceso a bienes y servicios que antes no podían ser adquiridos?
Por último, se muestran angustiados por los resultados. Tanto así, que deciden afirmar que todo es negativo, a pesar que algunos productores colombianos estén exportando más a Estados Unidos. Esto no les importa, porque en su obsesión por los agregados, lo único rescatable sería que Colombia exportara todo y que no le comprara nada al resto del mundo.
Lo mejor para ellos sería producir todo lo que necesitan para vivir y no tener que entrar en esfuerzos de intercambio
El segundo problema es que, para sus conclusiones apocalípticas, los autores, muy facilistas, decidieron acudir a la percepción de los productores campesinos. ¿Cómo fueron seleccionados los entrevistados? ¿Son representativos estos casos de lo que está sucediendo con los campesinos colombianos? ¿Son las anécdotas personales una forma de demostración o usarlas es caer en una falacia lógica?
Más allá de lo anterior, el problema se encuentra en la pregunta con la que comienza este escrito. La preferencia por el estatismo en la aproximación a temas económicos, en general, y comerciales, en particular, se encuentra en que, como señalaron Carl Menger o Ludwig Von Mises, el comercio no genera satisfacción, como lo planteó Adam Smith, sino que es una necesidad. Pero una necesidad que genera molestia en los individuos. Lo mejor para ellos sería el no intercambiar; producir todo lo que necesitan para vivir y no tener que entrar en esfuerzos de intercambio.
Sin embargo, esto no es posible. El ser humano, por múltiples razones, necesita de los demás para vivir y sobrevivir. De allí la importancia de la sociedad y de la cooperación entre individuos. El comercio es, en consecuencia, el conjunto de actividades que mayores niveles de cooperación genera. No obstante, así no es como lo entienden las mayorías. Por ello, entre ellos mismos se entrevistan para validar sus prejuicios.
Editado por Pedro García Otero.