La decisión de la Corte Internacional de la Haya de avocar por competencia el conocimiento de las nuevas demandas de Nicaragua contra Colombia va mas allá de los intereses nacionales de los dos países en litigio e involucra tendencias geoestratégicas globales y dinámicas geopolíticas regionales.
China es un actor de primer orden en el escenario caribeño. La Armada del Ejército Popular Chino de Liberación está mejorando drásticamente su capacidad naval mediante la construcción de portaaviones, submarinos nucleares, aviones navales y levantando una base en el cuerno Africano (Djibouti) para poder controlar rutas interoceánicas en el Mar Arábigo y el Océano Índico.
Además de poner a flote nuevos barcos de abastecimiento militar y el barco de contenedores más grande del mundo, está montando en Nicaragua, el mayor canal interoceánico que alterará el comercio marítimo mundial.
China compra a Latinoamérica materias primas vitales como petróleo, acero, cobre, soya; regala elementos militares a diestra y siniestra; presta dinero a cualquier país en apuro y, lenta pero inexorablemente, sobrepasa el proverbial dominio político-económico norteamericano en la región.
Rusia también juega en el Caribe, y lo hace de la mano de los socialistas Nicaragua, Cuba y Venezuela. Este último es el segundo comprador de armamento ruso en el mundo. La presencia del “Oso” ruso en el Caribe queda evidenciada en la ostentación de bandera de sus buques nucleares de guerra en las aguas caribeñas; el reconocimiento aéreo militar entre Caracas y Managua a cargo de sus aviones estratégicos Tupolev, que sobrevolaron “accidentalmente” dos veces por el caribe colombiano; las frecuentes visitas de altos funcionarios del Kremlin a Ortega y Castro, incluyendo la visita de Putin a ellos y a Maduro; y la anunciada instalación de bases de re abastecimiento naval y marítimo en los tres países mencionados.
Por su parte, la Asamblea Nacional de Nicaragua autorizó la construcción de una base rusa para control de su sistema de posicionamiento satelital Glonass, y permitió la presencia de militares de varios países latinoamericanos, excepto Colombia, para adelantar operaciones contra narcotráfico bajo la dirección militar rusa en el nuevo caribe, que La Haya le otorgó al país centroamericano.
Preocupa que Colombia conduzca las negociaciones con Nicaragua como lo han hecho las FARC y termine por entregar el archipiélago con tal de no generar un conflicto
Precisamente Estados Unidos, dueño del mar de las Antillas por mucho tiempo, enfoca ahora su interés en el combate al narcotráfico: por el Caribe cruza el 80% de la droga que llega a su territorio y a Europa, bien por vuelos ilegales que hasta el año pasado se había incrementado en 320% o por lanchas rápidas y barcos. El narcotráfico es la primera preocupación del Comando Sur y su moderna red de radares monitorea todo lo que se mueve por el Caribe.
El tráfico ilegal de estupefacientes ocupa un papel protagónico en este Mediterráneo de las mil bocas, como lo bautizó Von Humboldt hacia 1800, hecho importante si se tiene en cuenta que Colombia es el actual primer productor de cocaína y que el negocio florece en las costas caribeñas nicaragüenses y centroamericanas en general.
El petróleo, motivo y motor de guerras, también juega su papel en este escenario. Los yacimientos de la frontera colombo-nicaragüense, podrían contener unos 6 mil millones de barriles de petróleo equivalente (mbpe), dato que no pasa desapercibido frente a un Petrocaribe chavista que ha reducido el suministro de combustible a Nicaragua, por cuenta de la crisis económica venezolana.
Mientras Colombia, tradicionalmente, ha sido débil en la defensa de sus fronteras y ha perdido territorios con Panamá, Perú y Venezuela, Nicaragua ha litigado con todos sus vecinos, y en Costa Rica se habla sin pudor del expansionismo nicaragüense. El excanciller tico Enrique Castillo criticó enfáticamente el anuncio nicaragüense de la compra de lanchas artilladas a Rusia. En julio del 2013, un astillero en San Petersburgo anunció el alistamiento de dos misileras tipo Rayo con destino a Nicaragua, las cuales ya deberían haber llegado.
[adrotate group=”7″]En este sentido, se anunció que el país centroamericano ordenó el suministro de hasta cuatro patrulleras del tipo Mirage, diseñadas para la protección de aguas territoriales y zona económica exclusiva. Colombia, que cuenta con cuatro fragatas misileras alemanas y un par de submarinos, mantiene sus naves de guerra patrullando el meridiano 82, entretanto Bogotá se resiste a cumplir a plenitud la sentencia de La Haya del 2012 y Managua, pacientemente, le gana batalla tras batalla legal en Europa.
El sandinismo ha aprovechado el litigio con Colombia para agitar el nacionalismo, al punto que el ciudadano común entiende como legítima la pelea por la isla de San Andrés, la cual es considerada parte integral de su territorio. En este panorama y en términos jurídicos, Colombia no tiene mucho que hacer, y su reacción de desconocer los fallos de La CIJ deteriora una larga tradición de legalidad internacional que, aunada a un posible pacto de justicia con el grupo terrorista de las FARC que violaría principios de la justicia internacional, convertirían el país en un renegado o renuente, con todas las consecuencias que esto acarrearía.
Nicaragua se ve más seria, sólida y persistente en sus reclamos; y ante las vacilaciones y fallas colombianas, en el horizonte se ve con grandes posibilidades la pérdida legal del archipiélago de San Andrés y Providencia, algo que el Gobierno actual, enfático, ha declarado inaceptable. Enviar un mensaje fuerte a Nicaragua, como propone el Presidente del Congreso colombiano, llama a algún tipo de demostración de fuerza, lo que a su vez activaría los intereses chinos, rusos y de sus amigos en Nicaragua, Cuba y Venezuela, una llave en la que Colombia quedaría anulada.
¿Estados Unidos? Habrá que ver cómo gravitan sus intereses para esa eventualidad. Por ahora el Tío Sam está muy comprometido en Eurasia y el Oriente Medio como para preocuparse por estos Gobiernos tropicales y folclóricos.
El titular del New York Times del 10 de julio del 2014, “¿Reedición de la Guerra Fría?”, ha encontrado nuevas afirmaciones. En febrero de este año, luego de la Conferencia de Seguridad de Múnich, el primer ministro ruso Medvedev declaró que las relaciones entre Rusia y la OTAN habían caído de nuevo en una guerra fría. Y, en este sentido, Colombia se viene aproximando a la OTAN.
Por su parte, el congresista republicano Dana Rohrabacher, presidente del Subcomité de la Cámara Baja del Congreso de EE.UU. para Europa, Eurasia y amenazas Emergentes, también en febrero se preguntó por qué está EE.UU. reanudando la Guerra Fría con Rusia.
Si fuera el caso, la Nueva Guerra Fría, como la de 1960, podría encontrar otra vez en el Caribe su epítome, y qué mejor que la disputa fronteriza colombo-nicaragüense para medir fuerzas geoestratégicas, mientras la geopolítica regional sigue convulsionándose con el reacomodo de las huestes de izquierda y las fuerzas de la derecha.
Veremos en las próximas semanas un intercambio de declaraciones, de promesas, de llamamiento al sentimiento nacionalista y posiblemente de amenazas. Preocupa en Colombia que si el actual Gobierno logra iniciar negociaciones con Nicaragua y las conduce como lo ha hecho con los terroristas de las FARC, termine por entregar el archipiélago con tal de no generar un conflicto.
El Gobierno de Ortega, dicho sea de paso, ha brindado protección y cobertura a miembros de las FARC y a familiares de cabecillas de este grupo terrorista y, así como en Costa Rica, hay rumores de un gran lavado de dinero del narcotráfico fariano en Nicaragua. La especie Atelopus Farci, se da silvestre en el país de los compañeros Daniel y Rosario.