Esta semana se ha escuchado mucho malestar por parte de la ciudadanía respecto a la actitud del Gobierno de Rafael Correa, que ahora busca quitar un impuesto que ayudaba a Solca, una fundación privada quee trata a los enfermos de cáncer, a mantener su correcto funcionamiento.
El presidente Rafael Correa resumió algo muy interesante sobre los impuestos. Dejó en claro que los impuestos son intercambios no voluntarios y que sólo las instituciones públicas pueden imponerlos. Esto acarrea varios problemas, pero me centraré en los siguientes:
1. Un impuesto, cualquiera que este sea, nos quita dinero de nuestros bolsillos en contra de nuestra voluntad, para algo que no necesariamente queremos.
2. Es algo que se nos impone a través de la fuerza del Estado, por lo que no tenemos libertad de elección frente a un impuesto, pues queramos o no, tenemos que pagarlo. De lo contrario podrían quitarnos aún más: nuestra libertad, enviándonos a la cárcel, o más de nuestra propiedad privada, mediante multas o embargos de nuestras cosas.
3. En los intercambios no voluntarios, casi siempre hay alguien que pierde y otro que gana, ya que, aunque una persona no quiera gastar su dinero, lo obligan a ello; y muy probablemente es para algo con lo que no esté de acuerdo. Por tanto, la persona estará perdiendo dinero, mientras que otra —o el Estado— gana.
Esto es algo que no sucede en los intercambios voluntarios. Por ejemplo, cuando vamos a comprar un celular, el comerciante gana nuestro dinero, mientras el consumidor obtiene su tan anhelado y esperado artefacto. En este tipo de intercambios, la relación es de ganar-ganar.
Por otro lado, el presidente Correa tildó de “ilegítimo” el impuesto que ayuda a Solca. Esto a mi parecer dice mucho del Presidente, pues establecer la legitimidad de un impuesto es algo bastante subjetivo. De hecho, la calificación que demos a cada impuesto dice mucho de nosotros como individuos.
Decir que un impuesto que ayuda a las personas con cáncer es ilegítimo, pero que es completamente legítima la cantidad de impuestos que pagamos para que Correa y el partido oficialista Alianza País tengan cenas de lujo con cantantes; para que se hagan propaganda cada sábado durante tres horas; para que mantengan 19 medios de comunicación y empresas que representan pérdidas como El Telégrafo o Tame; para que exista todavía la Secretaría del Buen Vivir y demás cosas de este tipo que los queridos lectores puedan enumerar, dice mucho de la clase de personas que nos están gobernando.
Pareciera que lo que más les interesa es proteger a las personas que están dentro del Gobierno y a los amigos que estos puedan tener, pero no a los ciudadanos; no las personas que no tenemos nada que ver con ellos. Pareciera que no se preocupan por las personas que no pueden salir del país a curarse de esa enfermedad que ya de por sí trae demasiados pesares a las personas que la sufren.
Si pudiera dar un consejo a Solca, es que traten lo más pronto posible de ser 100% privados, de manera que esto nunca más les vuelva a pasar y que la institución siga manteniendo el servicio y la ayuda que nos han brindado a los ecuatorianos durante los últimos 60 años.