EnglishFault Lines, una serie documental producida y transmitida por Al Jazeera America, es el programa de investigación bandera de este canal para las Américas; y mañana 28 de junio, estrenará un nuevo episodio titulado “Venezuela Divided” (Venezuela dividida).
El corresponsal Sebastian Walker viaja a Venezuela para ilustrar cómo una sociedad polarizada está dividida en dos mitades sobre su futuro político, mientras que al mismo tiempo trata de sobrevivir una debacle económica. Sin embargo, como venezolana, no puedo evitar preguntarme, después de haber visto el pre-estreno, cuál es la Venezuela que el programa realmente estaba mostrando.
Walker comienza visitando una concentración chavista por el Día del Trabajador. Con rostros escépticos, los chavistas escuchan las palabras de Maduro, quizás en un intento de convencerse a sí mismos que la revolución va por el camino correcto, incluso con la ausencia de Hugo Chávez.
Mientras que la popularidad de Maduro continúa hundiéndose, los estudiantes y otros miembros de la oposición han liderado protestas masivas que han sacudido al país. Una grave escasez de alimentos y altos índices de inflación son los principales factores que generan el descontento entre los manifestantes. Sin embargo, Walker señala que, de alguna manera, los pobres están tranquilos con esta situación cuando visita uno de los barrios más grandes del país, Petare.
En lugar de haber ignorado esta crisis, hubiese sido más interesante explorar cómo los mercados del Estado y los alimentos subsidiados han vuelto a los pobres más vulnerables y más dependientes que nunca de la ayuda gubernamental. Los subsidios y las políticas asistencialistas que el chavismo ha impulsado han intentado “proteger” al pobre de los severos daños que genera la inflación, al menos con alimentos y otros productos básicos, mientras que al mismo tiempo los mantiene fuera de las calles y la protesta.
También es una lastima que durante este documental “de investigación”, los manifestantes pacíficos son reducidos a un grupo pequeño de radicales que aleatoriamente incendian estaciones de autobús y unidades policiales. A pesar de que numerosas ONG, partidos políticos y medios de comunicación han compartido diversas fotografías y vídeos que evidencian la participación de las autoridades como infiltrados en lo que deberían ser protestas pacíficas, Walker sostiene que simplemente ha sido “difícil” conseguir esta evidencia. ¿Por qué Walker no contactó al Foro Penal, la principal organización no gubernamental que ha estado registrando las violaciones de derechos humanos durante las manifestaciones?
En el documental, Walker describe las protestas como una “excusa” para sacar a Maduro del poder. No obstante, ignora motivos determinantes como la represión política, la falta de libertad de expresión, la corrupción en un sistema judicial completamente parcializado y la partidización de las instituciones. Estos problemas fundamentales han mantenido a la oposición políticamente excluida por muchos años.
A pesar de que esta ola nacional de protestas comenzó en la ciudad de San Cristóbal, estado Táchira, el programa solamente se enfoca en un pequeño grupo que se enfrenta a funcionarios de seguridad en una parte específica de Caracas, lo cual evidencia una visión bastante restringida de un problema más amplio y profundo. Para poder entender qué está realmente sucediendo en las calles de Venezuela, el corresponsal tendría que haber visitado otras ciudades importantes aparte de la capital, donde los alcaldes han sido arrestados arbitrariamente por no reprimir las protestas, estudiantes han sido violados en centros de detención por protestar, y donde las marchas masivas han abarcado sectores de la población más allá de la clase alta.
Curiosamente, otro corresponsal de Al Jazeera, Andy Gallacher, que vino a Venezuela en marzo de este año, logró un análisis mucho más profundo sobre el tema.
“Si vas a un lugar como San Cristóbal, es un escenario completamente distinto. Casi todos en esa ciudad están en las calles, y la mayoría es anti-gobierno. Decir que estas personas son niños ricos en las calles causando problemas sería generalizar groseramente, es un problema mucho más profundo que va más allá de eso”, explica Gallacher.
http://youtu.be/jaK5R3QM-TQ&start=107
El video no puede ser visto en los Estados Unidos.
Walker luego va a la sede de un colectivo en el barrio del 23 de Enero, donde muestra a niños jugando béisbol mientras los adultos toman sopa felizmente. Este intento de mostrar a los grupos pro-gobierno como organizaciones sin armas en búsqueda de paz simplemente me pareció muy ingenuo.
El corresponsal de Al Jazeera conversa con Genaro García, miembro de un colectivo llamado Catia Presente, que explica cómo su propósito es hacer “trabajo social y ser la conexión entre el gobierno y la comunidad”.
En el episodio, Walker camina por las calles del 23 de Enero, y pasa frente a paredes cubiertas con graffiti y murales que leen “Juancho Vive”. Juan Montoya, también conocido como “Juancho”, fue oficial de la policía y al mismo tiempo trabajaba como líder de uno de los colectivos; sin embargo, en los sucesos violentos del 12 de febrero, fue asesinado.
Durante su entrevista, el representante comunitario aseguró que Juancho no será olvidado y explicó cómo su legado continuará.
Es interesante señalar que el “legado” que estos colectivos “pacíficos” dicen que mantendrán es en realidad todo menos pacífico. En un artículo publicado el pasado abril de 2013 por el mismo Al Jazeera, el corresponsal Chris Arsenault conversa con el mismo Juan Montoya, quien explicó el rol que los colectivos deberían tener en la revolución de Chávez.
“La violencia es una herramienta”, le dice a Al Jazeera. “Puede ser visto como algo bueno o malo, dependiendo de tus intereses”. Estas palabras fueron pronunciadas después de asegurar que ellos “no aceptarían” una victoria electoral de la oposición en ningún futuro cercano.
Pero más allá de lo que el propio Juancho haya dicho, el artículo incluye fuertes acusaciones de un exoficial de inteligencia de Venezuela, que pone en duda la imagen que muestra Fault Lines.
Los colectivos del 23 de Enero “son la autoridad, ellos establecen las reglas de convivencia… Tienen dos caras: Una cara oscura y una cara pública”. En cuanto al período durante el que estuvo trabajado en inteligencia, el exoficial comenta que “ellos estaban involucrados con traficantes de drogas y secuestros por un lado, y por el otro en actividades socio-culturales y deportivas. Ellos hicieron algunas cosas buenas para su comunidad. El dinero que recaudaban, lo usaban para armarse”. El exoficial, quien solicitó a Al Jazeera que su identidad permaneciera anónima, continúa: “Si te llevas bien con ellos, no tendrás problemas, pero si compites con ellos en el negocio de la droga, tendrás problemas. Es aun peor si compites con ellos en términos ideológicos”.
Con razón organizaciones venezolanas e internacionales de derechos humanos han acusado a estos grupos de instigar la violencia durante las protestas. Está comprobado que estos grupos armados participan en la represión junto a las autoridades para “proteger” la revolución en los barrios más pobres de Caracas. Y se salen con la suya porque apoyan al régimen.
El hecho de que el propio reportaje de Al Jazeera fue convenientemente dejado a un lado demuestra qué tan superficial fue el análisis. El fracaso de las instituciones en tomar el control en los barrios, un lugar donde la ley del más fuerte prevalece, o en este caso, la ley de los colectivos, ha sido una de las principales críticas que la oposición ha sostenido, pero fue omitida por el reportaje.
Desafortunadamente, Fault Lines perdió una oportunidad, produciendo algo muy distinto a un documental de investigación. Intentando realizar un reportaje “imparcial”, el programa falla en investigar más allá de los testimonios, y trágicamente cae en una trampa periodística clásica. Al final, Al Jazeera muestra exactamente lo que el régimen de Maduro quiere vender: Protestas pequeñas radicales lideradas por grupos violentos, una oposición renuente al diálogo, y unos colectivos afines al gobierno, que supuestamente no están armados y solo buscan la paz.