Días atrás se llevaba a cabo en Porto Alegre, Brasil, la Conferencia Atlantos y el ya tradicional y reconocido Foro de la Libertad “¿Quién mueve al mundo?” (Forum da Liberdade). Estos eventos, han logrado reunir en su conjunto a más de 3.000 personas en lo que conforma al encuentro más grande sobre los principios e ideas de la libertad en América Latina.
El nivel organizativo, los panelistas y las enseñanzas dejaron una clara impronta de buen nivel. Asimismo, corresponde destacar el rol del grupo de jóvenes que estuvo detrás de dichos eventos, jóvenes que forman parte de dos talentosas instituciones brasileñas, como el Instituto Atlantos, y el IEE (Instituto de Estudos Empresarais), éste último fundado por William Ling en 1984.
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El asombro proviene no sólo de la calidad organizativa de los jóvenes, sino también de las mentes cuestionadoras y el fuerte compromiso con el mundo de las ideas y la academia.
En una región donde la educación que hemos recibido nos ha enseñado a repetir sin preguntar, a acumular datos en vez de relacionar conceptos, y nunca a razonar en términos de principios, estos jóvenes parecen conformar un grupo de rebeldes que, sin lugar a dudas, han salido del molde.
Todos leen temáticas de economía y filosofía por su cuenta, aunque no sean sus carreras elegidas, ya que se han percatado de influencia que las malas y las buenas ideas filosóficas y económicas tienen en la calidad de vida de cada uno.
Son rebeldes que, en lugar de repetir frases hechas, evadir la realidad, maldecir al dinero, al consumo, al capitalismo y a los “yanquis”, han preferido preguntarse qué es lo que anda tan mal en Brasil. Ante esto, se dieron cuenta que, de no encontrar la respuesta correcta, estarían condenados a repetir el patrón que mantiene a toda América Latina sumida en la decadencia desde hace largas décadas.
Gracias a ese espíritu curioso, buscaron y encontraron la respuesta en la parte de la biblioteca oculta, la que pocos colegios y universidades traen a la luz y expone a sus alumnos. Y así descubrieron que, además de Kant, Marx, Hegel, Sartre y Keynes, existe un mundo diferente de ideas liderado por autores como Smith, Locke, Bastiat, Bacon, Rothbard, Mises, Hayek, Friedman y Rand, entre otros tantos.
Leyendo a estos autores, comprendieron que el virus que padece América Latina se basa, fundamentalmente, en la adopción de un código de valores que ha puesto al colectivo por sobre el individuo, al capricho por sobre la razón, a la necesidad por sobre el Derecho y la Justicia.
La famosa cita de Karl Marx resume este código de un modo claro: “De cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades”.
Y en nombre de la sociedad, la patria, el bien común, la justicia social, la igualdad y otros tantos términos grandilocuentes pero muy poco definidos, este código ha logrado transformar al individuo en un animal sacrificable en pos de la satisfacción del capricho, deseo o necesidad del grupo.
El resultado de estas ideas está a la vista. Una región habitada por infantes esperando que “alguien” se haga cargo de sus vidas, y por ese “alguien” o político de turno que, bajo su nombre, aprovecha la ocasión para robar legalmente la riqueza ajena, llenar sus arcas personales en el camino y, finalmente, distribuir miseria.
Pero en Brasil, estos jóvenes han logrado salir de la matrix, dejando en claro que lo que Brasil y América Latina necesitan, es un nuevo código de valores. Un código que ponga al individuo sobre el pedestal, y su derecho a la libertad, propiedad y búsqueda de su felicidad como principios fundamentales e inviolables.
Asimismo, se necesita la labor de varios grupos como ellos en todo el continente, con su energía y entusiasmo, para continuar dando batalla por las ideas liberales que representan el único antibiótico eficaz para un sistema que ha destruído todo lo que ha tocado.