Como muchos esperaban, a la luz de los resultados de las elecciones presidenciales de este domingo 2 de febrero, habrá segundas vueltas electorales en Costa Rica y El Salvador. Pero, más allá de este elemento esperado, la sorpresa también estuvo presente en ambos comicios.
En Costa Rica, todos vaticinaban un triunfo del candidato del partido de izquierda Frente Amplio, José María Villalta. Sin embargo, estas aspiraciones se desinflaron cuando Villalta logró un lejano tercer lugar, quedando fuera de la segunda vuelta y acabando con las esperanzas de un gobierno socialista en Costa Rica.
Para sorpresa de todos, quien se impuso en el primer lugar fue el menos esperado, el candidato Luis Guillermo Solís, del centro izquierdista Partido Acción Ciudadana. Solís, historiador y politólogo, competirá entonces en la segunda vuelta con el candidato Johnny Araya del Partido Liberación Nacional, actualmente en el poder.
En El Salvador, el oficialista Sánchez Cerén (FMLN) casi logra el triunfo en la primera vuelta y se impuso sobre el opositor Norman Quijano (ARENA) por 10 puntos. El pueblo salvadoreño ha optado, pues, por profundizar el modelo de izquierda iniciado por el presidente Mauricio Funes y el costarricense por mantener la democracia. De allí que el presidente del tribunal electoral de Costa Rica asegurara que la democracia de ese país “goza de buena salud”.
Si bien tendremos que esperar para ver qué sucede en estas segundas vueltas electorales, es muy probable que se mantengan estas mismas tendencias. Esto quiere decir que el equilibrio de fuerzas políticas en la región centroamericana seguirá manteniéndose como el que hasta ahora ha tenido, con la centroderecha en Guatemala, Honduras y Panamá; y con la izquierda solo en El Salvador y Nicaragua, gobiernos proclives a jugar al polo de poder comandado por las actuales dictaduras comunistas de Cuba y Venezuela.
La balanza de poder regional hubiese realmente cambiado con la victoria de José María Villalta en Costa Rica, considerado “el candidato de los sindicatos”, que además de controles comerciales y financieros, ofrecía en su plan de Gobierno renegociar los Tratados de Libre Comercio con Centroamérica, República Dominicana y Estados Unidos.
Ahora bien, con Sánchez Cerén en El Salvador, la izquierda radical agrupada en la Alianza Bolivariana (ALBA) gana un aliado mucho más fuerte que el que hasta el momento tiene en ese país.
El actual presidente Mauricio Funes se cuidó siempre de no plegarse totalmente a los designios y el proyecto del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y por ello tuvo sus diferencias, incluso con quien hasta ahora ha sido su vicepresidente, el propio Sánchez Cerén. Éste no ha dejado de criticar públicamente al gobierno de Funes por no haber realizado los cambios que prometió junto al FMLN en 2009 y por ser un candidato foráneo al partido.
Salvador Sánchez Cerén es, sin duda, un político más radical que el presidente Mauricio Funes. Es un hombre totalmente comprometido con su partido y con el proyecto que lo hizo ser alto dirigente guerrillero de la desaparecida organización político militar Fuerzas Populares de Liberación “Farabundo Martí” (FPL). De modo que, en caso de ganar la presidencia buscará los entendimientos para promover la derogación de la Ley de Amnistía. También, seguramente, pasará a formar parte del ALBA y del Socialismo Bolivariano del Siglo XXI; a pesar de la alta y creciente dependencia de las remesas y las exportaciones hacia Estados Unidos que generan al país grandes divisas.
Tras estos comicios electorales, la balanza política de Centroamérica podrá mantenerse igual. Sin embargo, ante un triunfo del ex comandante guerrillero en El Salvador, el proyecto de la izquierda radical se vería reforzada en la región y el club ideológico de amigos bolivarianos se beneficiaría con creces.