EnglishDesde que Nicolás Maduro está en el poder, el proceso de deterioro y degradación de la situación política, económica y moral de Venezuela ha aumentado enorme y peligrosamente.
Sin embargo, ese proceso no comenzó con Maduro. Comenzó con Hugo Chávez todavía en el poder y se hizo más evidente hace dos años. Ahora, con el gobierno de Maduro —una dictadura militar— y su radicalización en todas las áreas de las políticas públicas, mi país está al borde del caos total.
¿Por qué entonces está tan debilitado el regimen de Maduro, tan paranoico, y a punto de hundirse como el Titanic, tal como lo dijo el ex asesor de Chávez Heinz Dieterich?
En mi opinión, es por lo menos por cinco factores:
En primer lugar, el Presidente Maduro y su equipo de gobierno nunca han tenido una autoridad fuerte, credibilidad o popularidad en Venezuela. Esto a su vez por varias razones. Una de ellas es la sombra de Hugo Chávez, que es muy fuerte, aunque la imagen de Maduro es aun peor. Según la más reciente encuesta de Datanálisis, una de las consultoras de opinión más conocidas del país, la tasa de aprobación de Maduro se redujo a 37% en abril. En consecuencia, tiene 59,2% de desaprobación, y su Partido Socialista Unido (PSUV) tiene el 55,3%. Esa encuesta muestra que la Revolución Bolivariana ha perdido apoyo popular, incluso dentro del chavismo.
En segundo lugar, Maduro no tiene apoyo sólido dentro del PSUV ni dentro de las fuerzas armadas. El chavismo está dividido, a pesar de que pretendan mostrar lo contrario, y no solo están divididos entre los civiles y los militares. Esta división incluye diversos subgrupos de poder, como el encabezado por Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional y el partido oficial.
En tercer lugar, las pésimas políticas económicas de Maduro están erosionando rápidamente nuestro nivel de vida y agravando la crisis sociopolítica. La tasa mensual de inflación oficial de abril, por ejemplo, parece ser más del 5% (80% anual). Incluso el presidente de Ecuador, Rafael Correa, ha señalado que la crisis política de Venezuela se ha profundizado debido a errores económicos realizados por el gobierno de Nicolás Maduro.
En cuarto lugar, la forma brutal en la que funcionarios de Maduro han estado actuando en contra de los manifestantes estudiantiles y protestas pacíficas de los diferentes sectores de la oposición ha enfurecido a la sociedad civil. Según el último informe de Human Rights Watch, las ilegales medidas de fuerza física y psicológica tomadas por las fuerzas de seguridad, las milicias venezolanas y los colectivos de activistas oficialistas contra los manifestantes, parecen ser parte de un patrón alarmante de abuso que es lo peor que hayamos visto jamás en Venezuela. Esto está produciendo una fuerte ola de indignación en nuestra sociedad que está superando a los líderes políticos y sociales, y que podría terminar en un peor estado de anomia y caos.
Una de las razones por las que nuestra oposición tomó la decisión de congelar el diálogo con el gobierno fue precisamente debido a la ira popular y el alto nivel de represión mostrada por las fuerzas de seguridad. Hasta ahora, esto ha llevado a la muerte de 44 manifestantes y a la detención de casi 3.000, con cargos penales contra más de 1.600 de ellos y alrededor de 160 detenidos en espera de juicio.
Y por último, el Presidente Maduro está desaprovechando —nadie sabe exactamente por qué— la oportunidad de un camino para salir de la actual crisis a través del diálogo y la negociación. Tuvo esa oportunidad con la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y los observadores internacionales de la Santa Sede, Brasil, Colombia y Ecuador .
Pero todo este estado de agonía no significa necesariamente que Maduro y el proyecto bolivariano vayan a caer mañana, a pesar de que en Venezuela puede pasar cualquier cosa en cualquier momento. El gobierno de Maduro y el régimen chavista aun tienen algo de poder, apoyo popular y formas de maniobrar tanto en Venezuela como en el extranjero.
Maduro tiene dos escenarios frente a él en el futuro cercano, y los dos son posibles:
El cambio y la moderación
Usando la estrategia marxista clásica de retiro limitado o nominal, Nicolás Maduro podría sentarse en la mesa de negociaciones y hacer, por lo menos, algunas concesiones económicas y políticas: Liberalización de la economía, nombramiento de nuevos miembros del Consejo Nacional Electoral, la creación de una comisión de la verdad independiente y un acuerdo de amnistía para los presos políticos .
El problema con este escenario es que Maduro está presionado por los grupos radicales dentro de su partido que no quieren ninguna reforma. Los radicales creen que tomar este camino debilitaría aun más al gobierno y a todo el proyecto bolivariano, y que empoderaría a la oposición. También se oponen a la posibilidad de elecciones democráticas a través de cualquiera de los caminos que nuestra Constitución establece: Un referendo revocatorio, una asamblea constituyente o la renuncia del presidente y una nueva elección presidencial.
Maduro, por su parte, teme que si tuviera que tomar este camino los radicales de su propio partido, en particular el grupo militar conocido como los “Narcogenerales”, podrían lanzar un golpe de Estado. De hecho, esto es muy posible.
Más radicalización
En este escenario, Maduro refuerza su posición autoritarias y se aprovecha de las diferencias existentes y la falta de unidad en la oposición, además de la falta de armas entre los manifestantes y el débil e interesado pragmatismo de la comunidad internacional.
Este escenario daría poder a la dictadura militar y aumentaría la violencia, la anomia y la guerra civil de baja intensidad ya existente. El pueblo venezolano tendría que desarrollar nuevas estrategias de lucha y resistencia, o simplemente emigrar en masa y esperar la llegada de un salvador democrático o héroe.
¿Cuál será finalmente la elección de Maduro?