No es necesario leer los análisis de todos los expertos ni monitorear todos los acontecimientos que desde 2015 a esta parte suceden en Venezuela, para darse cuenta de la gravedad a la que ha llegado la situación nacional. Sólo dos noticias aparecidas recientemente en un mismo día, ponen de relieve hasta qué punto la crisis política y socioeconómica venezolana va a estallar en cualquier momento.
Una de las noticias es que el Gobierno de Nicolás Maduro decidió liquidar las reservas de oro de todos los venezolanos para para obtener liquidez y pagar la deuda financiera externa, que este febrero asciende a unos US$1.530 millones. Si bien, como ha explicado el economista y diputado opositor José Guerra, el canje de oro es una operación normal, no lo es cuando se hace “de manera desesperada” y en las actuales circunstancias que vive el país. “Ciertamente, con cada pago de deuda nos ganamos un punto en buena conducta, pero al mismo tiempo nos quedamos con menos reservas para enfrentar futuros pagos y, dado el estancamiento económico del país, ver subir la prima de riesgo país es lo esperable”.
El Gobierno siempre habla mal del capitalismo, del imperio estadounidense, de los organismos y acreedores internacionales, pero prefiere hacer lo que sea —como liquidar el futuro económico del país y dejar a la población sin comida—, que dejar de pagar la deuda externa. Esto sólo tiene un significado: lo único que le importa a la élite castro-chavista que se ha enquistado en el poder, es perpetuarse en él.
La segunda noticia, no menos estremecedora, es la decisión gubernamental del racionamiento eléctrico en los centros comerciales, que ahora sólo tendrán luz por cuatro horas al día. Esto no es un suceso banal, como podría verse de entrada. Lo que significa es que a la población venezolana se le recortará aún más los pocos espacios de recreación y cultura que les queda relativamente seguros.
No hay parques suficientes, seguros y bien cuidados a donde ir, menos ahora que el virus del Zika se expande en el país, junto al dengue y el chikungunya. De modo que una buena parte de los venezolanos utilizan los centros comerciales, no tanto para comprar, por la terrible inflación y escasez, sino simplemente para pasear con su familia y amigos y eventualmente ir al teatro, al cine y algún parque infantil.
Tal vez lo que quiere es precisamente eso, que se produzca de una vez por todas la confrontación total, el super Caracazo o guerra civil nacional del siglo XXI.
Es obvio que Venezuela, como nación, está por apagarse, aunque el Gobierno lo siga negando, y que ello producirá un estallido social, sea de alta o mediana intensidad, si no se toman decisiones políticas, económicas y sociales urgentes que encaucen esa ira popular, peligrosamente contenida. Así de simple, así de dramático.
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El Gobierno de Maduro se niega a tomar verdaderas políticas de emergencia e incluso a renunciar, decisiones racionales que le dejarían cierta vida política futura. Tal vez lo que quiere es precisamente eso, que se produzca de una vez por todas la confrontación total, el super Caracazo o guerra civil nacional del siglo XXI, para que sean otros los que actúen dentro y fuera de Venezuela: las Fuerzas Armadas, los grupos terroristas asentados en el país, los gobiernos amigos y enemigos, la OEA, entre otros. Es decir, cualquier otro que lo salve del abismo y lo deje quedar como víctima; para poder echarle la culpa a la oposición, al imperio, al mundo entero.
Así reza un reciente artículo de un chavista en la red oficial Aporrea:
La MUD y su pandilla de vende patrias, buscarán la confrontación total a cualquier precio y en cualquier lugar. Ya sea en el debate de temas, porque no lo podemos llamar de ideas por que la MUD no tiene ideas propias, tiene órdenes de los yanquis. La MUD y los YANQUIS están deseosos de SANGRE, de caos, de pueblo convulsionado. Han venido tejiendo la red con finas puntadas, milimétricas y cronometradas en segundos y sus milésimas. Nada se les ha quedado en el tintero, se las jugaron todas a la guerra económica y hasta hoy, les dio resultado.
No se sabe a cabalidad la causa de la inacción gubernamental. Pero a estas alturas importa poco las razones revolucionarias, lógicas o ilógicas, subyacentes. Lo importante es que como no actúa el Gobierno, la oposición democrática debe hacer más de lo que ha venido haciendo, que es bastante, en las actuales circunstancias del país.
Esperar hasta junio es un suicidio… El país anda buscando una válvula de escape
Y no se trata de realizar grandes hechos heroicos, sino como bien lo apunta el periodista y politólogo Gustavo Azócar en un reciente artículo, si tan solo la dirigencia opositora integrada en la Mesa de la Unidad (MUD) y sus representantes en la Asamblea Nacional “definan, lo antes posible, el mejor camino para sacar a Nicolás Maduro de la presidencia de la República”, sea a través de la enmienda constitucional, el referendo revocatorio, una Asamblea Constituyente, o cualquier otra fórmula, como hacer una fuerte presión de calle para lograr la renuncia de Maduro. Porque “Esperar hasta junio es un suicidio… El país anda buscando una válvula de escape”.
Una vez más, la oposición democrática debe estar a la altura y anticiparse a los acontecimientos venideros.