A pesar de que la mayoría de los analistas y buena parte de los electores peruanos coinciden en que Pedro Pablo Kuscynski (PPK) posee mayores cualidades como estadista, está mejor preparado, posee mucha más experiencia en asuntos públicos y muestra un aire de mayor honestidad tanto en lo personal como con su equipo – que en política es mucho decir-, tal parece que el próximo 5 de junio Perú llevará a la presidencia de la República a quien muchos ven como la reencarnación de Alberto Fujimori: su hija Keiko.
Según recientes sondeos, la candidata presidencial de Fuerza Popular se ha fortalecido luego del primer debate televisado que realizaron ambos contendientes el domingo 22 de mayo, en la ciudad de Piura. En el último simulacro de sufragio de CPI, por ejemplo, Keiko Fujimori obtuvo 46% de los votos emitidos, mientras que PPK de Peruanos por el Kambio, sólo el 38,9%.
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De acuerdo a expertos en marketing político, en ese debate, la otrora primera dama de la República (1994 – 2000) se distinguió más que su contrincante al mostrar mayor dominio en sus planteamientos y propuestas, así como una actitud más combativa. Esto produjo que el empate técnico que en las últimas semanas habían mostrado los candidatos, se revirtiera a favor de Fujimori pese al fardo que pesa sobre ella por ser la primogénita de Alberto Fujimori, quien gobernó al país andino entre 1990 y el 2000 con mano férrea, saltándose todas las barreras de la democracia, en especial lo relativo al respeto a los derechos humanos, razón por la cual se encuentra hoy encarcelado con una sentencia de 25 años por crímenes de lesa humanidad.
Y es que para estas elecciones presidenciales en Perú lo que está en juego no son tanto las diferentes concepciones ideológicas ni las propuestas sobre economía o política exterior, sino la forma de gobernar. En efecto, tanto Pedro Pablo Kuscynski como Keiko Fujimori representan la derecha liberal, ambos muy alejados de las veleidades izquierdistas de la América Latina de los últimos años, representada por Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa o incluso Lula da Silva y su pupila Dilma Rousseff que tanto daño han ocasionado en sus respectivos países.
Los candidatos de Peruanos por el Kambio y Fuerza Popular tienen enfoques bastante similares, ambos defienden la economía de libre mercado, coinciden en la necesidad de eliminar las trabas burocráticas que impiden la conclusión de los proyectos y enfatizan en disminuir impuestos y alentar el consumo, la inversión y el trabajo formal a través del estímulo fiscal.
De igual manera, Keiko y PPK mantienen visiones coincidentes en materia de política exterior. El programa de Gobierno de Keiko Fujimori pregona que Perú se ha integrado política y económicamente a diferentes bloques del mundo y por ende, se deben reforzar los tratados y acuerdos comerciales con los distintos bloques. Este programa hace especial mención de la importancia de pertenecer a la Organización de Estados Americanos y de “profundizar en la aplicación de la Carta Democrática de la OEA, y en el apoyo a los pueblos hermanos para la recuperación plena de sus democracias, cuando así lo requieran las circunstancias”.
Por su parte, el programa de Kusynzki también se enfoca en la integración regional y en el mejoramiento de las relaciones internacionales con todos los países y organismos multilaterales, haciendo especial mención a la Alianza del Pacífico y a los nexos con los cinco países vecinos Colombia, Ecuador, Brasil, Bolivia y Chile. Aun cuando en ese plan no se menciona específicamente a la OEA y sus cartas democráticas, por el espíritu de su programa y sus declaraciones periodísticas no sería impensable que PPK, de llegar el momento, también se decantara por apoyar la aplicación de la Carta Democrática hacia Venezuela.
No obstante, pese a esas similitudes programáticas, persisten las preocupaciones tanto en lo interno como fuera de Perú ante un previsible triunfo presidencial de Keiko Fujimori, porque a pesar de que ella ha sido cuidadosa en tratar de diferenciarse de su padre, nunca ha sido tajante en declarar como dictatorial el período presidencial de Alberto Fujimori, particularmente luego del autogolpe de Estado del 5 de abril de 1992.
La representante del fujimorismo se cuidó mucho durante el primer debate televisivo por mostrarse diferente a su padre, y cuando su contrincante PPK hizo mención a las acciones de su progenitor, respondió airadamente: “Usted está debatiendo conmigo, no con mi padre”.
Pero la duda y la desconfianza en torno a un posible nuevo Gobierno dictatorial, ahora bajo la batuta de Keiko Fujimori, aún persiste en una buena parte de los peruanos. De modo que no todo está dicho en las elecciones presidenciales de Perú. Las encuestas son volátiles y aún quedan indecisos que podrían inclinar la balanza. Es decir, PPK cuenta aún con posibilidades de ganar la presidencia de ese importante país andino.
Queda de su parte mostrar más fuerza y contundencia ante un electorado lamentablemente más proclive a dejarse manipular por las formas y el espectáculo mediático, que a valorar ideas y programas, mayor experiencia y preparación, en los candidatos a regir su país en los próximos años.