EnglishA esta altura ya es una noticia vieja: el papa Francisco visitó Estados Unidos la semana pasada; estuvo en Washington, Nueva York y Filadelfia; brindó discursos ante Naciones Unidas y el Congreso de Estados Unidos; y se reunió con el presidente, Barack Obama, entre otros.
Las ciudades fueron parcialmente cerradas para los diversos desfiles y eventos. El líder católico incluso bendijo el barrio de Edgewood, donde vive este escritor, con calles cerradas y policías en cada esquina. Pero más importante que mi fallida salida a correr por el barrio, es la sustancia de los comentarios que hizo Francisco en sus discursos.
El más destacado fue el llamado recurrente a “hacer algo” con el medio ambiente. Francisco dejó claro que siente que Estados Unidos no está haciendo lo suficiente para combatir el cambio climático. Más allá de eso, él cree que el consumismo salvaje está dañando demasiado al ambiente.
En conjunto, los comentarios recientes del Papa exponen sus sentimientos pesimistas sobre el medio ambiente
Para Francisco hay un “derecho universal al medio ambiente“, como señaló en su discurso ante las Naciones Unidas. En conjunto, los comentarios recientes del Papa exponen sus sentimientos pesimistas sobre el medio ambiente.
Es casi como que pensara que algún tipo de apocalipsis ambiental está reservado para la humanidad. ¿Les suena familiar?
El doble ataque de Francisco contra el consumismo, y el expolio ambiente pueden ser vistos como una simple declaración contra el materialismo y el proceso de producción que permite que existan. Eso tiene sentido para una persona que se encarga de motivar a la gente para elevar a la religión por sobre los deseos mundanos. Pero más allá del ataque contra le materialismo, las posturas que exuda el Papa tienen un aura de pesimismo politizado.
[adrotate group=”8″]
Y ese pesimismo no parece tener asidero. El miedo a que el capitalismo está haciendo trizas a la sociedad tiene poco sentido, luego de observar como durante un siglo cayeron las economías socialistas centralizadas y se liberalizaron los mercados que alguna vez estuvieron controlados por autócratas y élites. Aunque hay mucha gente que continúa sumida en la pobreza, miles de millones han podido escapar de la pobreza extrema.
Si el consumismo ayuda o daña el bienestar terrenal de la gente, es una cuestión económica, y no de fe. Y los números muestras, para citar el excelente libro de Stephen Moore y Julian Simon, “cada vez se pone mejor“.
¿El consumismo está dañando el medio ambiente de una manera en que los humanos no pueden manejarlo? Estamos hipotecando nuestro futuro con la contaminación, solo para poder tener nuestros autos, nuestras casas, y nuestros dispositivos? Es improbable. El papa tiene razón en denunciar al calentamiento global como un problema grave, pero no es tarea imposible lidiar con ello.
Julian Simon llamó a la mente humana como “el recurso definitivo”. Es decir, el ingenio humano, cuando es desafiado, puede y resolverá los problemas que enfrentamos como civilización. Esto puede parecer un optimismo ciego, pero, a diferencia del anuncio de un cataclismo de Francisco, está lleno de evidencia que respalda esta afirmación.
Los humanos hemos luchado y superado flagelos que otras criaturas ni siquiera pueden concebirlo. El ingenio, desde la invención del arado hasta la Revolución Verde, ha terminado con las hambrunas. Las enfermedades han sido controladas; la expectativa de vida ha aumentado; e incluso aquellos que nacen débiles y frágiles no solo sobreviven, sino que triunfan.
Cuando nos enfrentamos a los desafíos medioambientales, los humanos simplemente no nos dejamos morir: innovamos. Cuando nos dimos cuenta que la capa de ozono estaba siendo dañada por el cloruro de carbono, actuamos, y parece que hemos resuelto ese problema. Habrá sido necesaria una acción y regulación mundial, pero funcionó.
Puede que tenga razón; puede que estemos dirigiéndonos hacia una catástrofe ambiental. Pero Francisco debería tener más fe en la humanidad
Qué tal este otro ejemplo: el problema fundamental de los bienes públicos, del agotamiento de la pesca, está siendo morigerado mediante acuerdos de pesca. Problema identificado; experimentos completados; manos a la obra.
Pocos esperaban que Francisco haya sido tan político como lo fue durante su viaje a Estados Unidos. Sin embargo, su particular visión política del pesimismo permeó en casi todos su discursos. Este pesimismo no tiene sentido. Puede que tenga razón; puede que estemos dirigiéndonos hacia una catástrofe ambiental. Pero Francisco debería tener más fe en la humanidad.
Hemos tenido éxito enfrentando desafíos ambientales del pasado. No es seguro, pero no hay una razón para pensar que no será diferente la próxima vez.