Motivados por las recientes victorias de Donald Trump, un pequeño pero influyente grupo de líderes conservadores están llamando a organizarse en contra del neoyorquino para detener la posibilidad de una elección presidencial entre un Republicano que gran parte de su propio partido considera inaceptable, y Hillary Clinton.
Mientras en una imparable campaña Trump va ganando intensa popularidad, también va creando una insurgencia en su contra por su retórica destructiva —parece que la dificultad que tuvo al desmarcarse de David Duke, un defensor de la supremacía de la raza blanca, fue un punto de inflexión—.
Este lunes, 7 de marzo, el Huffington Post dio a conocer una información donde supuestamente importantes miembros del establishment republicano se reunieron en un lujoso resort en el estado de Georgia con el CEO de Apple, Tim Cook, y muchos otros magnates, incluidos gerentes de Facebook, en un intento desesperado de hacer algo que detuviese la imparable campaña de Trump.
Líderes multimillonarios, senadores de varios estados, secretarios de gobierno, importantes periodistas y hasta empresarios demócratas se reunieron para pensar en el peligro que significa el neoyorquino.
Siguiendo esto, dos importantes republicanos, el senador Ben Sasse, de Nebraska, y el gobernador de Massachusetts, Charlie Baker, dijeron la semana pasada que no votarán por Trump de ser este el candidato a las presidenciales.
Trump ha generado rechazo por parte de varias alas del partido: activistas cristianos, centristas y expertos en seguridad nacional han sacado a relucir su amplio repudio al empresario por múltiples razones.
Asimismo, el jueves pasado, en un discurso bastante efusivo, el candidato perdedor de las elecciones de 2012 por el partido republicano, Mitt Romney, aseguró que votar por Trump sería un error.
Romney comenzó haciendo algo que pocos republicanos hacen hoy en día: dijo que a Estados Unidos le está yendo bien; para después citar a Warren Buffett con “los bebés que nacen en América son los que más suerte tienen en todo el mundo”. Después, Romney comenzó a nombrar algunas posibles amenazas para la seguridad de su país, como Corea del Norte y el terrorismo, para volver a hacer hincapié: “si tomamos la decisión correcta, el futuro de Estados Unidos será mejor que nuestro pasado”.
A continuación, Romney comenzó a argumentar todas las razones por las que Donald Trump no es —para nada— un buen candidato. “Hay pruebas de que Donald es un falso, un estafador y ha cambiado sus planes. La deshonestidad es su marca (…) Trump se ha burlado de un reportero discapacitado, de una mujer brillante, de John McCain”, comenzó a esgrimir Romney.
Luego, el que en algún momento durante las primarias republicanas en las que él participó afirmó que le gusta despedir gente, empezó a mofarse de la inteligencia de Trump. “Dice que es un genio para los negocios, pero no es así”.
Romney comenzó a pronosticar el desastre que significaría la presidencia de Trump. “Sus políticas nacionales conducirían a una recesión. Sus políticas exteriores convertirían a Estados Unidos y al mundo en un lugar menos seguro. No tiene ni el temperamento ni el juicio para ser presidente”.
Luego aseguró que de ganar Trump la nominación, ya la presidencia estaría asegurada para Hillary.
Durante un largo rato, Romney sacó a colación argumentos ya conocidos por cualquiera que no porte una gorra de Make America Great Again —aunque cada vez parece ser más quienes van a la tienda por la gorrita.
Al momento de dar soluciones, el ex candidato presidencial hizo un llamado a los republicanos a apoyar, ya sea al Senador Ted Cruz, al Senador Marco Rubio o al Gobernador de Ohio, John Kasich. “Alguno de estos hombres debe ser nuestro nominado”, dejó en claro, sin dar su apoyo a ninguno en específico.
Así como Romney, Sasse y Baker, esta semana fueron muchos otros los republicanos que dieron a conocer su rechazo al multimillonario. Max Boot, un asesor de política exterior de Marco Rubio, dijo que será la primera vez en su vida que vote en contra de un Republicano en las elecciones presidenciales. “Preferiría votar por Josef Stalin que por Donald Trump”, admitió con bastante valentía Boot, para luego decir que apoyaría a Clinton o a Bloomberg, de postularse.
Entre los conservadores religiosos, el desagrado también se propaga. Russell Moore, líder del brazo político de la Convención Bautista del Sur, dice que le han llovido dudas de evangélicos pidiendo ayuda sobre qué hacer de quedar como candidatos Hillary y Trump.
“Una contienda entre Clinton y Trump me deja sin opciones” dice Moore. Afirma que le es imposible apoyar a algún candidato racista o que apoye el aborto.
Paul Ryan, el Presidente de la Cámara de Representante de los Estados Unidos, fue un poco más tímido a la hora de emitir juicio sobre la posible candidatura de Trump. Lo recriminó por su evasiva respuesta sobre David Duke, pero afirmó que apoyaría a cualquiera que sea elegido para representar la nominación republicana.
Por otro lado, el miembro de la Cámara de Representantes de Virginia, Scott Rigell, afirmó que el tampoco votaría ni por Trump ni por Hillary. “No solamente no votaré por él, sino que no me quedaré callado y verlo avanzar (…) él es la antítesis de lo que quiero para mi hijo y mis nietos, no me puedo asociar con él”.
El partido republicano aparenta estar en crisis. A parte de los obvios candidatos, parecen no haber una verdadera opción diferente en la derecha frente a Trump. Alexander Burns, en un texto para The New York Times, escribe:
Parece no haber alternativa al Sr. Trump, pero los republicanos creen que un pequeño partido, como el Partido Libertario o el Partido de la Constitución pueden servir como opciones viables que permitan a los republicanos abatidos mostrarse el día de las elecciones a pesar de su desagrado hacia él.
Gary Johnson, exgobernador de Nuevo México, quien lanzó su candidatura para las presidenciales en 2012 como libertario, parece estar buscando nuevamente la nominación de su partido.
Frente al amplio rechazo del partido del elefante a la candidatura de Trump, Tom Davis, un antiguo miembro de la Cámara de Representantes de Virginia, dijo que espera que muchos republicanos comiencen a desmarcarse de Trump. “Es muy temprano para ver un éxodo masivo, pero esto depende de Trump, y en estos momentos no se está poniendo en una muy buena posición”, comentó Davis.
Realmente existe un precedente de líderes republicanos rechazando una candidatura explosiva como lo es hoy la de Trump; pero, ¿realmente tendrá algún efecto esta ola de rechazo por parte de los republicanos?.
Así como se atrevió a pronosticar Romney y como lo hace Davis, es realmente posible que de aquí a noviembre surjan muchos más republicanos rechazando y repudiando la idea de Trump en la oficina Oval; sin embargo, pronosticando nuevamente: así como no le han afectado de ninguna manera las idioteces que ha dicho —y hecho— Trump; no creo realmente que el discurso de Mitt Romney o la reunión en Georgia vayan a algún lado, fue seguramente un gran gasto de saliva.
Con información de: The New York Times, CNN.