EnglishUnos mil trescientos migrantes centroamericanos quedaron varados en el Istmo de Tehuantepec, al sur de México, tras el descarrilamiento de un tren de carga utilizado por miles de centroamericanos para cruzar México y llegar a la frontera de Estados Unidos. El tren, conocido como “La Bestia”, se dirigía a Ciudad Ixtepec para luego reanudar su camino hasta el Estado de México. Se trata del cuarto accidente en los últimos seis meses. El pasado 3 de julio otro descarrilamiento se cobró la vida de una persona.
Los migrantes—en su mayoría provenientes de Honduras, Belice, Guatemala y El Salvador—fueron asistidos por integrantes del Grupo Beta del Instituto Nacional de Migración (INM) y por grupos humanitarios del albergue “Hermanos del Camino”, a cargo del padre Alejandro Solalinde. Una mujer embarazada debió ser trasladada a un hospital de la zona. Después de recibir agua y alimentos, muchos de los afectados continuaron su camino a pie en su búsqueda de un futuro más auspicioso.
Luis Velasco, vocero del Instituto Estatal de Protección Civil, señaló que el tren perdió el control “por el reblandecimiento del terreno debido al exceso de humedad que han causado las intensas lluvias reportadas en las últimas horas”. La falta de mantenimiento de las vías y el sobrepeso de los vagones han convertido a los descarrilamientos en un hecho habitual. El pasado 28 de mayo La Bestia arrolló a un niño hondureño de cuatro años de edad, mientras que en agosto de 2013 otro incidente causó la muerte de 12 personas.
“Nos asustamos porque creímos de que iban a entrar personas malas a hacernos algo o asaltar, por los niños más que todo, van muchachas con niños y no queremos que pase nada, queremos llegar todos con bien”, le comentó a la cadena mexicana Televisa, José Aroldo Mendoza, un migrante que viajaba sobre el tren.
Además de los peligros inherentes a viajar sobre el techo de un tren de carga —más de 1.300 personas fueron mutiladas o perdieron la vida— los que se animan a montarse sobre “La Bestia” se ven expuestos a ser secuestrados por los Zetas y las Maras, dos de los clanes criminales más peligrosos de la región.
Fuente: Milenio