EnglishDesde el Gobierno de Nicaragua auguran que la construcción del denominado “Gran Canal de Nicaragua” traerá la prosperidad y el progreso económico que el país centroamericano jamás ha experimentado. Su presidente, Daniel Ortega, anunció que el proyecto, estimado en US$50.000 millones, abrirá una “nueva etapa” para el país y el continente. Sin embargo, pese a que las obras de construcción ya están en marcha, las incertidumbres sobre el proyecto que aspira a competir con el Canal de Panamá superan con creces las certezas.
Será un oscuro empresario chino, Wang Jing, director del HKND Group, quien materializará un anhelo que se remonta al siglo XIX, y que quedó hecho añicos cuando, a comienzos del siglo XX, Estados Unidos optó por Panamá como sitio para construir una vía que uniera el Océano Pacífico con el Atlántico. El dinero chino reaviva los deseos de la grandeza que Nicaragua siempre aspiró. Pero pese a las promesas de crecimiento económico y aumento del empleo, aún no está clara la viabilidad de un segundo canal en América.
Wang Jing —conocido, y controvertido, socio comercial de Ortega— es presentado como un empresario privado que liderará los esfuerzos de construcción y financiación del canal, a pesar de que su experiencia en grandes proyectos de infraestructura es nula. Las sospechas de que, detrás de Wang Jing, asoma el músculo de Pekín, son entendibles. Un proyecto cuyo valor quintuplica el tamaño de la economía nicaragüense, cuya viabilidad económica aún está en duda, y que tiene un lugar en un país con una larga tradición de inestabilidad política, levanta sospechas.
Algunos han elucubrado que detrás de Wang está el Gobierno chino, el verdadero financista
Algunos han elucubrado que detrás de Wang está el Gobierno chino, el verdadero financista. En términos geopolíticos, la presencia de una segunda vía interoceánica en América aseguraría para China un fluido flujo comercial sin tener que depender de terceros, como ocurre en el canal panameño. Sin embargo, desde China afirman que Wang no mantiene lazos con el politburó chino –al menos no los necesarios para asegurar el financiamiento de $50.000 millones.
El semanario nicaragüense El Confidencial sostiene la tesis de que el Gran Canal es “una estafa a secas”
A diferencia de su vecina Costa Rica, que en 2007 rompió relaciones con la rebelde Taiwán, Nicaragua ostenta una fluida relación con Taipei que no cae bien entre los dirigentes del Partido Comunista Chino. Ello hace que la idea de que Nicaragua se convierta en la “punta de lanza” de China en la región se debilite, mientras adquiere vigor, como apunta el semanario nicaragüense El Confidencial, la tesis de que el Gran Canal sea una “estafa a secas”.
Más allá de la factibilidad económica del nuevo canal, y todas las suspicacias que despierta el empresario chino, los preparativos para la construcción del canal no han comenzado sin polémica. Al grito de “vendepatria”, los habitantes y agricultores en los poblados a la orilla del Lago Nicaragua, que formará parte de la vía interoceánica, acusan al exguerrillero Ortega —típico líder carismático y populista centroamericano— de haberlos traicionado.
Ya unos meses antes del inicio de la construcción del canal, funcionarios de HKND, acompañados por militares locales, comenzaron el censo para determinar las expropiaciones que deberían llevar a cabo para convertir al canal en realidad.
La presencia del ejército nicaragüense ha despertado resistencia entre los habitantes cuyas propiedades se verían afectadas, quienes han denunciado abusos y violaciones a sus derechos de propiedad. La ley de concesión a HKND —que operará el canal por 50 años, prorrogables por otros 50— establece que se pagará un valor catastral significativamente menor que el del mercado. Como para complicar aún más las cosas, la documentación irregular, o en algunos casos la ausencia total de ella, dificulta el proceso del pago de las indemnizaciones por las expropiaciones.
Las falencias técnicas, las dudas en torno al impacto ambiental de una obra de esta magnitud, la incertidumbre sobre si Nicaragua podrá proveer la mano de obra necesaria para los trabajos de construcción —o será importada desde China— son solo algunos de los desafíos que presenta tan ambicioso proyecto.
Un punto fundamental que ha sido dejado de lado por los numerosos análisis que se han hecho sobre el canal es la imposibilidad de que la construcción de una obra de infraestructura sea para Nicaragua la puerta de entrada hacia un futuro mejor. La teoría, y la historia, han demostrado que la prosperidad no depende de proyectos megalómanos. Venezuela, por ejemplo, con sus miles de millones de dólares provenientes del petróleo, posee una economía en caída libre.
El faraónico proyecto dejará un amargo precedente con el atropello a los derechos de propiedad de miles de nicaraguenses. Todo indica que el Canal de Nicaragua será un monumento al corporativismo que tanto daño ya ha hecho al continente.