English¿Por qué el humor le resulta tan molesto a los intolerantes? La pregunta cobra un trágico sentido hoy, cuando diez trabajadores del semanario satírico francés Charlie Hebdo han sido asesinados por tres sujetos armados con rifles Kalashnikov que entraron a las oficinas del bulevar Richard Lenoir, del distrito 11 de París, gritando “Allahu Akbar” (Dios es grande).
En algunos casos, los asesinos gritaban los nombres de los periodistas antes de dispararles, como cuando mataron a Stephane Charbonier, alias Charb, director del semanario. También fueron asesinados dos policías (uno de ellos rematado, como se ve en el vídeo que acompaña esta nota) y otras once personas resultaron heridas, de las cuales, cuatro se debaten entre la vida y la muerte.
(Advertencia: Las imágenes son muy fuertes. Se recomienda discreción).
Tanto Charlie Hebdo en general, como Charb y otros de los dibujantes, en particular, habían sido ya amenazados en diversas oportunidades por sus sátiras sobre Mahoma y el Islam.
Por cierto, lo musulmán no era el único tema con el que se metía: Postura igualmente irreverente había sostenido contra los políticos en general, contra la banca (llegó a comparar a los banqueros con Adolfo Hitler en alguna oportunidad) e incluso contra el Cristianismo, por si faltaba alguien con quien meterse.
Sin embargo, desde que empezaron a recibirse las amenazas, y valientemente, Charb y su equipo decidieron redoblar las sátiras contra el Islam, quizás porque viven en el país de Voltaire: “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”.
Decía el asesinado humorista: “he defendido el Derecho de la publicación a mostrar las caricaturas de Mahoma. Si nos autocensuramos, el puñado de extremistas que se revuelven en el Mundo y en Francia, han ganado”.
El último tuit de Charlie Hebdo dibuja una viñeta del autoproclamado jefe del Estado Islámico, Abu Bakr al Baghdadi, que reza “Mis mejores deseos, y sobre todo, buena salud”. Su último número se burlaba del polémico libro Sumisión, de Michael Honellebecq, que imagina una Francia gobernada por un presidente musulmán.
Meilleurs vœux, au fait. pic.twitter.com/a2JOhqJZJM
— Charlie Hebdo (@Charlie_Hebdo_) January 7, 2015
De vuelta a la pregunta inicial, ¿por qué es tan peligroso el humor para los dogmáticos de todo tipo, desde los políticos hasta los religiosos? Una primera respuesta es, precisamente, que el humor desacraliza.
El humor nos dice “no te tomes esto demasiado en serio”, y eso, para quienes se toman muy en serio a sí mismos, es demoledor.
El humor iguala, cuando se hace burla de un poderoso, normalmente, se le rebaja al nivel general. El humor nos dice “no te tomes esto demasiado en serio”, y eso, para quienes se toman muy en serio a sí mismos, es demoledor. Y cómo decía otro gran pensador francés, Camus, “las personas que pretenden saberlo todo, y controlarlo todo, acaban siempre por matar”.
La otra reflexión que puede hacerse sobre el tema es que el humor es inteligencia que se divierte. Mi padre, un hombre normal, solía decir: “Cuídate de las personas sin sentido del humor”. Los que lo tienen todo claro, los que están absolutamente seguros de sus convicciones, suelen ser intolerantes. Y el humor les golpea la línea de flotación, los hace dudar… Y dudar es comenzar a desobedecer, dicen en algunos ejércitos…
Resido en Venezuela, un país con un intenso sentido del humor, tanto, que a veces nos impide ser serios para casi cualquier cosa, en líneas generales. Y, justamente por eso, puedo entender que el régimen “chavista” haya apuntado, antes que a nada, al humor en TV y prensa, limitándolo al mínimo, censurándolo y acosando (y acusando) judicialmente a los caricaturistas y humoristas. Porque unas pinceladas son muchas veces más poderosas, en término del efecto que producen en la opinión pública, que una tonelada de discursos vacuos, autocomplacientes, y sobre todo pomposos de los políticos de turno, los que tienden a tomarse como intérpretes de la “Historia”.
Lo peor del asesinato de Charb y de sus compañeros es que los intolerantes, ese “puñado de extremistas”, han ganado. No por el asesinato en sí (las ideas de Charb pervivirán por mucho tiempo) sino porque ya están de vuelta las voces de los que señalan que hay que reprimir y controlar a los musulmanes en Europa. Ya políticos de extrema derecha de todo el continente (un continente que ha sufrido inconcebibles horrores por su xenofobia) están diciendo “¿ven? se los dije”.
Los asesinos de Charlie Hebdo fortalecen no solo su propia intolerancia, sino la de quienes les adversan, y afectan a miles de personas que cruzaron un continente para vivir en Europa, incluso, en ocasiones, huyendo de la excesiva intromisión de la religión en sus asuntos privados en sus países de origen.
Seguramente, quienes murieron hoy no estarían de acuerdo con perseguir a nadie. Luchaban por la tolerancia, y por esa causa sagrada de la libertad de expresión murieron. Hoy todos, en cualquier medio de comunicación del mundo, hemos sido asesinados. Hoy todos somos Charlie Hebdo. Todos somos Charb y sus compañeros.