EnglishEn su intento por frenar el desabastecimiento de 60% que afecta a los mercados del país, el Gobierno ha añadido dos nuevas armas: Una es la propaganda, y la otra, la presencia de partidarios del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) que “evitarán que saboteadores caldeen los ánimos” en las largas filas para obtener productos de la cesta básica que vienen ocurriendo desde al año pasado, pero que se han agravado con el comienzo de 2015.
Un “spot” publicitario muestra a una persona comprando con tranquilidad en un hipermercado, bien abastecido (con productos en teoría elaborados por el extenso sector estatal de alimentos) que señala “No caigas en la trampa. Por tu seguridad y la de tus hijos, no hagas compras nerviosas”.
La pieza, sin embargo, contrasta con la realidad que se vive en las filas para abastecimiento. Para comprar algunos de los productos más escasos, como carne, pollo o leche, los caraqueños pasan hasta cinco horas en filas. En el interior la situación es peor, al punto de que en tres estados del país se ha prohibido a la gente pasar la noche en las colas.
Esto ha sido sorteado por algunos ciudadanos acordándose reunirse a dos o tres cuadras de los centros de abastecimiento, congregándose al amanecer en los sitios en los que se ofrecen productos. También se han producido conatos de saqueos en algunos establecimientos del país, pero la situación no ha pasado a mayores.
En este ambiente, mientras tanto, el Gobierno ha anunciado que colocará en las colas a “20 mil militantes del PSUV” para que “vigilen que no haya un saboteador tratando de caldear los ánimos”.
La declaración, realizada por Andrés Eloy Méndez, superintendente de Precios Justos, ha sido fustigada por Jesús Torrealba, secretario de la Mesa de la Unidad Democrática, coalición opositora, quien ha señalado, en su programa de radio, que este anuncio constituye un mecanismo de intimidación y busca “poner a pelear a ciudadanos contra ciudadanos”.
Igualmente, Christian Burgazzi, analista político, ha indicado que el Gobierno “busca resolver la escasez con represión”, mientras otro politólogo, John Magdaleno, ha señalado que tras la gira del presidente Nicolás Maduro buscando fondos por Asia y el Medio Oriente (aparentemente, sin conseguirlos), “está claro que la situación económica tiende a agravarse, y detrás de ella, la situación política y social”.
¿Represión para resolver la escasez? > Militantes del Psuv vigilarán colas para controlar saboteadores http://t.co/wingtXRj8L
— Christian Burgazzi (@cburgazzi) January 19, 2015
El Gobierno venezolano, con Maduro a la cabeza, ha culpado de la escasez a una supuesta “guerra económica” en su contra, que contrabandea productos de la dieta básica hacia Colombia, y que, con el sector privado a la cabeza, genera desabastecimiento premeditadamente para lograr su destitución.
Sin embargo, a través de controles, expropiaciones y decretos, el Gobierno ha ido controlando toda la cadena agroproductiva, desde la importación y venta de semillas hasta la colocación del producto. El resultado “no ha sido exitoso”, señala Tomás Socías, expresidente de la Cámara Venezolana de Alimentos (Cavidea), quien agrega que la política agroalimentaria del chavismo ha sido ruinosa para el país.
Como ejemplo. Diolegdy Páez, directiva de la Federación de Agricultores de Venezuela (Fedeagro) pone el del café. En la medida en que el Gobierno ha ido interviniendo en la cadena de producción y distribución, la producción del producto ha caído de 1,6 millones de quintales a 500 mil; el país ha dejado de ser autosuficiente, y ahora importa el producto, que ha desaparecido de los anaqueles de los supermercados.
Sin embargo, la semana pasada, y en un ajuste de tuerca, el Gobierno ha anunciado que todos los productores de café deben, forzosamente, venderle sus cosechas al Estado, lo que “agravará la situación” de abastecimiento de café, indicó Páez.
Mientras la situación se agrava, y en medio de la caída de los precios del petróleo, el Gobierno se va quedando sin opciones, y juega entre radicalizarse hacia la izquierda (esta parece ser la posición de Maduro) o dar un giro hacia políticas de mercado. Pero el tiempo se le está acabando, pues las encuestas de diciembre señalan que al Gobierno se le está horadando su piso político, ya por debajo de 20%.
A la llegada de su gira, Maduro amenazó con obligar a distribuidores de alimentos a firmar un “ultimátum de respeto al pueblo de Venezuela” o que “actuará con todo el peso de la Ley”. No explicó en qué consistiría la firma de este documento, ni qué consecuencias acarreará desviarse de lo que en él se acepte.
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Políticamente, en tanto, la oposición parece ir, también, hacia una radicalización de su posición. Esta semana definirá una agenda de protestas que pudieran arrancar el viernes 23, cuando se conmemoran 57 años de la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. En 2002, una manifestación ese día fue el comienzo de una serie de protestas que derrocaron brevemente del poder a Hugo Chávez, presidente entre 1999 y su muerte, en 2013, y padre político de la llamada “revolución Bolivariana”, de corte socialista, que presenta los peores registros económicos, políticos y sociales de todo el continente en los últimos 20 años.
Maduro ha anunciado que tras regresar de su gira, mañana hará anuncios para “profundizar el socialismo productivo” cuando presente ante la Asamblea Nacional (Parlamento) su memoria y cuenta correspondiente a 2014. Para la periodista y analista política María Isabel Párraga, “el momento es de definiciones” y en Venezuela está planteada ya una transición de tipo político, aunque no se sabe cuándo se producirá el cambio en el poder.