En uno de los países históricamente más intervencionistas de América Latina (Venezuela)Cedice Libertad, antes Centro de Divulgación del Conocimiento Económico, ha sido pionero en la región en la divulgación de las ideas de libre mercado. Hoy, con tres décadas de funcionamiento a sus espaldas, sigue en la labor de promover las ideas de la Libertad, especialmente entre los más jóvenes, y en un entorno de naufragio ocasionado por las políticas socialistas del chavismo, su prédica está más vigente que nunca.
La ONG celebró el jueves 4 de agosto su Asamblea Anual número 32, presentando el libroSobre la Libertad y la Economía, del académico venezolano Fernando Salas, y mirando hacia el futuro y la reconstrucción en el país suramericano. Su presidente, el empresario Rafael Alfonzo, conversó con PanAm Post sobre la actividad de Cedice y cómo ve el momento actual y el futuro inmediato de Venezuela.
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¿Qué balance se puede hacer del aniversario de Cedice en un país que históricamente ha ido en sentido contrario a la libertad económica?
Nosotros hacemos como balance, y con mucho orgullo, nuestro programa de formación de periodistas, que lleva 32 años haciéndose, y por otra parte, de nuestros programas de formación de jóvenes: tenemos Cedice Joven, el Círculo Bastiat y ahora la Cátedra Libre Carlos Rangel, programas que forman a quienes en unos años van a ser líderes y defensores de los principios de libre mercado, y sobre todo, que van a valorar lo que significa la libertad. El balance es muy positivo, aunque obviamente tenemos una situación muy difícil, pues vivimos en un régimen totalmente controlador de las actividades que estamos implementando, en un esquema socialista totalmente obsoleto.
¿No sufre el liberalismo en Venezuela del síndrome de Casandra, que nunca se escuche su voz, invariablemente certera?
Yo creo que sí, y en el fondo el gran problema que tenemos es que la ciudadanía siempre espera que los políticos digan qué es lo que queremos y ellos lo ejecutan, cuando la cosa es al revés: nosotros tenemos que decirles a los políticos a qué aspiramos, para que ellos lo hagan; y lo que nosotros aspiramos es una Venezuela capitalista. Yo no sé cuál es el gran problema de reconocer que en Venezuela queremos capitalismo, cuando ese es el esquema que trae prosperidad, mejores beneficios para el ciudadano, que lo hace responsable de su bienestar, porque no es el Estado el responsable del bienestar de los individuos. El día en que la gente esté más clara sobre lo que es el capitalismo y se lo exija a sus políticos, será el día en el que el capitalismo se implante en Venezuela. Aquí necesitamos empresarios con responsabilidad, que exijan que haya libertad para ser altamente competitivos.
El venezolano tiene una naturaleza capitalista, le gusta el emprendimiento, y quiere ser empresario, tener su propio negocio, lo dicen las encuestas. ¿Por qué los gobiernos no promueven eso?
Lo que ha calado no es el espíritu capitalista, sino mercantilista: que el Estado me deje libre a mí y controle a todos los demás. Ese mercantilismo está muy arraigado y es muy difícil de quitar. Hemos tenido una sociedad cómplice, acostumbrada a ese mercantilismo, que no es otra cosa que tener la capacidad de convencer al sector político para lograr todos los beneficios y traspasarle al consumidor las ineficiencias, aunque no lo hagas en el fondo a propósito, pero lo haces porque si tuvieras que ser más competitivo para lograr tus cosas, no necesitarías un Estado que te dé dádivas. Y esas dádivas que el Estado te da no quieres abandonarlas, y esa es nuestra tragedia.
Hay mucha gente que afirma que ante la tragedia que ha vivido Venezuela en los últimos años, la única salida, una vez que esto termine, es un giro hacia un sistema profundamente liberal…
Eso es así. Un esquema liberal traería la eliminación de los controles que son la causa fundamental de nuestros problemas. Hay que entender también que un sistema semejante trae aparejados, al menos en un primer momento, costos políticos muy altos. Luego se corregirán. Y ese es el gran reto, que tengamos la posibilidad de implementar las medidas no de a poco, no con matices socialistas, con ese complejo que tenemos nosotros que pareciera que el que es capaz de generar riqueza es un tipo que se robó la plata de los demás, esos mitos hay que desmontarlos.
Aquí necesitamos empresarios con responsabilidad, que exijan que haya libertad para ser altamente competitivos.
Una ONG como Provea, que ideológicamente es de izquierda, afirmó recientemente que “ni el ajuste más brutal de corte liberal hubiera traído tanto sufrimiento” como la situación que enfrentan los venezolanos hoy producto de las políticas de Nicolás Maduro. ¿No es este el momento para promover políticas de libre mercado?
La visión de Provea es correcta. Como decía, ese es el costo político que hay que pagar. Entender que los correctivos que hay que hacer, gracias a la magnitud de lo que significa la deuda que tiene Venezuela hoy, la poca disponibilidad de recursos, lo que se han robado, lo que han malgastado, y el estado en el que han dejado a la industria petrolera, evaluar todo eso y poner al país nuevamente al servicio del ciudadano implica un costo adicional que hay que pagar y que hay que estar consciente de que va a tener un costo al principio, pero a la larga va a ser una bendición. Es la parte que hay que saber vender y donde tiene que haber responsabilidad de los políticos a los que les toque hacer el cambio.
¿Queda clase empresarial en Venezuela? Usted parece el último empresario nacional, o uno de los últimos. ¿Cómo está la clase empresarial venezolana hoy?
Está muy golpeada. Ha sido sometida a todos los controles posibles, y yo diría que en Venezuela hoy no queda clase empresarial, sino concesionarios del Estado, a los que el Estado les dice qué van a comprar, a qué precio van a comprar las divisas, qué es lo que van a vender, a qué precio lo van a vender… No hay verdaderamente emprendimiento, porque no tienes control de tu negocio, no tienes control de tus actividades, estás sometido a aprobaciones que te imponen los parámetros en los que tú funcionas.
Venezuela tiene una riqueza natural que pocos países tienen, pero nunca la hemos utilizado: la hemos gastado, la hemos repartido, pero no la hemos aprovechado.
Pero por el otro lado hay jóvenes emprendedores que han buscado alternativas diferentes a las vías que impone el Estado y son prósperos, realmente hay ejemplos importantes de empresarios exitosos que lo han hecho a base de esfuerzo, de competencia y de competitividad. No todo está echado a la pérdida, hay una raíz en el venezolano que es emprendedora. Pero por el otro lado, también tiene en el ADN ese pedacito de mercantilismo, en el que le han dicho que ser rico, que ser exitoso, es malo. Nosotros tenemos 32 años divulgando nuestras ideas, y cambiar esto es una tarea titánica.
¿Es recuperable Venezuela y es inevitable que después de esto el socialismo quede debilitado? Ya dos tercios de los venezolanos piensan que la la intervención estatal en economía no es recomendable.
Venezuela tiene todas las posibilidades del mundo, una riqueza natural que pocos países tienen, para generar una mejor vida para la ciudadanía.
Creo que la gente hoy entiende el efecto que tiene el control del Estado, pero no sé hasta dónde, porque el populismo tiene aún mucha fuerza en los esquemas políticos, da mucho resultado fácilmente, porque es muy sencillo decir que se van a repartir cosas que no se tienen.
Yo creo que el socialismo ha sido sustituido en muchas partes por este esquema populista-dictatorial, donde hay individuos que se aprovechan de los pueblos, y luego que lo tienen controlado, arrodillado, a los pueblos no les queda otra que aceptar lo que les dé el dictador.
¿Queda poco o mucho por sufrir en Venezuela?
Lo que nos queda es mucho por hacer. Creo que la responsabilidad tiene que ser el esquema fundamental, ya no se puede pasar agachado viendo las cosas como si no fueran tuyas. Ya no vale ver las cosas y no querer actuar. Hay que defender la libertad, la libertad tiene un costo y mientras más nos dilatemos en pagarlo, más alto va a ser.
Tenemos que ser nosotros, los ciudadanos, los que queramos hacer el cambio y los que lo propiciemos. La responsabilidad es clave en que salgamos o no de este problema.