Independientemente de la decisión que Gran Bretaña tome este jueves 23 de junio con respecto a su relación con la Unión Europea, el Reino Unido sigue siendo un ejemplo de democracia, liderazgo y soberanía.
Las uniones político-económicas, si bien, cuando son correctamente implementadas, pueden traer consigo beneficios (principalmente de índole comercial) significan asimismo cierta subyugación. Aquellas economías débiles o en desarrollo pueden tener que arrodillarse ante las condiciones de sus contrapartes más fuertes, particularmente en tiempos de crisis.
¿Están estas entidades condenadas, a largo plazo, al fracaso o es sólo otro de los males latinoamericanos que sí funcionan en el primer mundo?
Este 23 de junio, los británicos podrían enseñarnos mucho al respecto. Mediante un referéndum histórico (según la prensa, se trata de “la decisión más importante del siglo’’) los ciudadanos de Gran Bretaña podrán votar si desean permanecer o abandonar la últimamente muy cuestionada Unión Europea. Este fallo ha tomado el popular nombre de Brexit (Br, por Britain, “exit”, por el sustantivo “salida”: the exit of Britain o “la salida de Gran Bretaña”).
¿Cómo llegó Gran Bretaña a plantearse siquiera una cuestión de tal magnitud? El pueblo británico no siempre fue tan “euroescéptico”, aunque sí ha conservado cierta distancia del bloque, el ejemplo más obvio es quizás rehusarse a aceptar el Euro como moneda y mantener la libra.
En los últimos años, sin embargo, esa distancia entre las islas y el continente se ha incrementado. Los sectores más conservadores no ven con buenos ojos las reformas migratorias, muy permisivas a su gusto, y reclaman más soberanía sobre las decisiones de su país. Las mencionadas filas, representadas principalmente por el UKIP de Nigel Farage, no ganaron las elecciones, pero sí lograron ejercer cierta presión sobre los sectores mayoritarios, que en este caso no son los laboristas, sino los menos conservadores o “tories”.
En tal contexto, el primer ministro, David Cameron, prometió entonces que de ser reelecto llamaría a plebiscito y que fuese así el pueblo británico, y no el Gobierno, quien decidiese si seguir siendo miembro de la Unión Europea o no. Las elecciones del próximo jueves son, ni más ni menos, que el cumplimiento de esa promesa.
¿Qué nos dicen las encuestas?
Las diferencias entre quienes desean irse (‘’leave’’) y quienes desean permanecer (‘’remain’’) en la Unión Europea son mínimas y varían, como suele suceder en tan delicados casos, de encuestadora en encuestadora. Lo llamativo es, sin embargo, el alto porcentaje de indecisos, que fluctúa entre el 9% y el 11%.
Es exactamente debido a esto que ambas partes hacen uso de todo tipo de recursos para captar la atención de los ciudadanos; desde involucrar a celebridades hasta batallas navales simbólicas sobre el Támesis.
Si los británicos decidieran el próximo jueves en efecto dar un paso al costado ¿cómo quedará el Reino Unido? Los escenarios no son, en principio, necesariamente fatalistas. Gran Bretaña puede elegir el modelo suizo, es decir, mantener acuerdos comerciales bilaterales con la Unión Europea, pero manteniendo independencia sobre las políticas en las que se involucra. Más tentador resultaría el modelo noruego, con un acceso total al mercado único, sin participar en políticas comunitarias.
El modelo menos probable es el turco, ya que si bien el Reino Unido podría mantenerse dentro de la unión aduanera europea, debería sin embargo renunciar al acceso total de mercado único, con consecuencias que podrían ser catastróficas para Londres.
Expertos aseguran, por otro lado, que abandonar el bloque europeo supondría una inmediata devaluación de la libra y las inversiones en las islas ya no serían tan atractivas. La Unión Europea necesita, sin duda alguna, a uno de sus miembros más ricos y fuertes.
La reacción más elocuente fue quizás la de la publicación alemana Der Spiegel, en cuya portada se lee un claro y fuerte ‘’Bitte geht nicht’’ (‘’por favor no te vayas’’) y un más tímido ‘’warum wir die Briten brauchen’’ (por qué necesitamos a los británicos). Alemania será sin dudas quien más sufrirá la eventual partida de Gran Bretaña.
La enseñanza a América latina y las posibles consecuencias
¿Cómo afectaría la renuncia británica a la Unión Europea en nuestro continente? En el más inmediato de los plazos no mucho, ya que la retirada completa es un proceso de dos años. A futuro, sin embargo, se acudiría a convenios bilaterales con el Reino Unido en particular, excluyendo aquéllos que sean propios de la Unión Europea.
Lo importante, debe ser subrayado, es la lección de soberanía que el Reino Unido nos está dando. Volviendo al comienzo del artículo, el Mercosur no ha hecho más que perjudicar a los países que forman parte del mismo. No hay aquí, tristemente, una iniciativa que permita siquiera poner en tela de juicio este mamarracho político-económico en que ha derivado el Mercosur.
Aquí no hay un ‘’Argexit’’, no hay un ‘’Uruexit’’ ni mucho menos un ‘’Venexit’’. Aquí nadie nos da voz para elegir. O peor aún, aquí nadie la demanda, porque el latino pareciera estar hace mucho tiempo adormecido, aletargado ante las decisiones de sus gobiernos.
A la distancia y con la vanguardia que siempre los ha distinguido, los británicos nos siguen dando lecciones de democracia y consulta popular.