Yo veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada; de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla. De mujeres y hombres afligidos por abusos de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales”. Luis Donaldo Colosio, 6 de Marzo de 1994.
El candidato presidencial en 1994, en el marco del aniversario de su partido y en uno de los recintos históricos más importantes de México, se atrevió a señalar muchos de los problemas que la política mexicana estaba atravesando en ese momento. Durante más de seis décadas, su partido (el PRI) había sido totalmente dueño de los destinos políticos del país, por lo que atreverse siquiera a mencionar algunas de sus fallas era ya de por sí un acto de valentía muy significativo.
Ese día Colosio señaló que la gente estaba cansada de la situación de injusticia que se vivía, mientras compartía su visión de “justicia social”; que los tiempos de hegemonía absoluta por parte de su partido habían quedado atrás, mientras daba la bienvenida a la competencia política; que existía una excesiva concentración de poder mientras aludía a un posible fraude en las elecciones de 1988 (en las que su padrino político Carlos Salinas había resultado electo); y que era la hora de “cerrarle el paso a la corrupción y a la impunidad” mientras aseguraba que él sabía lo que era el trabajo y que, como la mayoría de los mexicanos, él se sostenía en hechos y no en palabras.
Diecisiete días después, la tragedia: en Tijuana y durante un acto de campaña, dos impactos de bala generaron incertidumbre, caos, incredulidad, inestabilidad política, sospechas, rumores, un encarcelado y la muerte del candidato que dieron paso a la leyenda política que hoy nos ocupa.
De Colosio podemos aprender y reflexionar mucho si estudiamos su vida y la historia con una visión crítica. Aquí algunas reflexiones:
Colosio pasó a la historia como una figura casi mística. En México, cuando pensamos en políticos bien intencionados y que pudieron haber cambiado el destino de nuestro país, es él quien encabeza la lista.
Pero, ¿qué tan diferente era realmente Colosio de sus contemporáneos políticos? ¿Qué tanto es realidad y que tanto es parte del mito? Es un hecho que la carrera política de Colosio tuvo un desarrollo meramente partidista de principio a fin. Siempre fue cercano a los tomadores de decisiones y a los que ostentaban el poder, llegando a ser él mismo presidente de su partido y secretario de Desarrollo Social a nivel nacional.
Esto no quiere decir necesariamente que Colosio fuera un político como los demás, o que fuera cómplice o corrupto, pero si podemos desprender algunas reflexiones que vale mucho tomar en cuenta:
¿Qué tanto se puede cambiar un sistema desde adentro? El sistema gubernamental mexicano está diseñado para ostentar el poder a través de alianzas y negociaciones con sindicatos, partidos, grupos de empresarios etc. Resulta casi imposible cambiar esto desde adentro si el cambio es impulsado tan solo por unos cuantos.
Por otro lado, no es ningún secreto que, para formar parte del sistema político en México, las convicciones personales muchas veces tienen que pasar a un segundo plano para poder justificar las decisiones tomadas por gobernantes y miembros directivos de un partido para poder mantenerse en el poder.
Más aún, ¿cómo poder generar un criterio propio si nuestra escuela política forma parte del mismo sistema que se supone pretendemos cambiar?
Para todos aquellos jóvenes interesados en incursionar en política valdría la pena plantearse estas cuestiones y redireccionar el camino.
El caso de Colosio es tristemente recurrente cuando se afirma que cuando alguien quiere hacer las cosas de manera diferente y mejorar las cosas a través de la política, o lo hacen a un lado, o lo matan. Si bien los tiempos han cambiado, la esencia de esta afirmación sigue vigente.
Es importante considerar la importancia de actuar en el campo de las ideas. Es claro que estamos cansados de lo mismo, por lo que es vital entender el problema raíz: los mexicanos de a pie seguimos exigiendo a los políticos lo mismo que hace 50 años. Mientras como sociedad sigamos pidiendo apoyos gubernamentales, despensas, shows en vivo y una gorra cada tres años eso es justamente lo que los políticos nos van a ofrecer, porque es lo más rentable políticamente hablando. Ni más ni menos.
¿Qué pasaría si como sociedad exigiéramos un estado de Derecho sólido? ¿Más libertades individuales? ¿Reducción de burocracia y de impuestos? ¿Mayor transparencia en procesos gubernamentales?
[adrotate group=”8″]A grandes rasgos, Colosio era un político bien intencionado, pero formado en el mismo sistema que lo vio caer y con una estrategia muy simplista (que los “buenos” tomaran el poder) cuya gran virtud fue señalar algunos de los errores y atropellos que a él le tocaron vivir de primera mano.
Hoy la mejor manera que tenemos de honrar su memoria no es crear fundaciones con su nombre, ni afiliarnos a partidos políticos que tratarán de imponernos sus propias ideas y formas, sino entender que México no necesita más mártires de la Nación porque ya hemos tenido bastantes (la gran mayoría de ellos anónimos).
México necesita gente que entienda que el Gobierno no va a mejorar mientras que los ciudadanos sigamos con las mismas demandas y actuando de la misma manera; que el cambio sucede cuando dejamos de ser víctimas de nuestras circunstancias y comenzamos a ser escritores de nuestro destino. Sólo así, su muerte y la de tantos otros más no habrán sido en vano.
Por último, me atrevo a parafrasear el final de aquél histórico discurso con algunas pequeñas pero significativas adaptaciones:
Como ciudadano responsable, estoy listo también. ¡Demos nuestro mayor esfuerzo en nuestro día a día! ¡Vamos a echarle ganas! No hay que bajar la guardia. ¡Vamos por nuestra libertad y nuestro progreso individual porque solo así progresaremos como nación!, ¡ganémoslos con México y ganémoslos para México!, ¡qué viva México!”.