EnglishEn el marco de los llamados diálogos de Paz entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Gobierno de ese país, muchos han sido los puntos discutidos y criticados, como el anuncio de los miembros del grupo guerrillero de que no aceptarán acuerdo alguno que contemple cárcel para ellos; y la creación de una “Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas”.
En una entrevista para PanAm Post, el presidente del Comité Nacional de Victimas de la Guerrilla, Fernando Vargas Quemba, condenó que en el proceso de paz “se ignore la justicia y se avale la impunidad”.
El Comité Nacional de Víctimas de la Guerrilla es una organización sin fines de lucro, fundada en 1991; sus denuncias y propuestas están encaminadas a la reivindicación de los derechos de las víctimas y la búsqueda de la justicia.
Vargas es víctima directa de la guerrilla colombiana, pues algunos de sus familiares fueron despojados de tierras y otros fueron asesinados. Hace aproximadamente tres años salió ileso de un atentado a bala, mientras se encontraba con sus hijos; sus denuncias ante la Fiscalía colombiana han sido desestimadas.
¿Cómo ven el proceso de paz entre el Gobierno de Colombia y las FARC?
Estamos empeñados en que en los procesos de paz en La Habana no se corone la impunidad. Hemos dicho: que negocien lo que quieran, pero lo que no se puede negociar es el derecho a la justicia.
Lo normal de los grupos guerrilleros es la extorsión, la violencia sexual, el reclutamiento de niños campesinos, el despojo de tierras y los asesinatos. El narcotráfico no es el causante original de la violencia en Colombia, la guerrilla en este país empezó asesinando y extorsionando.
Todos los presidentes de Colombia han buscado negociar con las FARC. Ante eso nosotros nos hemos opuesto; estamos contra la impunidad. Los guerrilleros nunca han atentado contra la clase política colombiana ni contra la alta clase empresarial, arrasan con los más pobres.
Cuando vemos que la guerrilla en Colombia está respaldada en la mesa de negociación y depende del apoyo del Gobierno de Venezuela y el de Cuba, vemos que esto no terminará en paz, y lo que quieren es imponer a las FARC y a sus cuadros políticos por encima de las víctimas.
Las FARC han dicho que ellos no van a pagar ni un día de cárcel, que no van a entregar las armas, y que van a mantener sus territorios; adicionalmente han pedido que las fuerzas militares hay que reducirlas. Lo que quiere decir es que los que no mueran en el conflicto, seguro moriremos en el post-conflicto. En los procesos de paz, las fuerzas militares se reducen y el enemigo se empodera en armas.
Aquí la memoria histórica es lo más manipulado que ha hecho la izquierda, y cuando digo la izquierda me refiero a los cuadros políticos de las FARC, son un brazo armado del Partido Comunista. Hoy en día el Partido Comunista está alejado de la mesa de negociación, la única manera para que haya garantía en el orden constitucional es que el Partido Comunista se siente en la mesa de negociación.
Esa Comisión Histórica del Conflicto Armado y sus Víctimas creada en el proceso de diálogo en diciembre de 2014, es otro de los instrumentos propagandísticos que tiene el falso proceso de paz con las FARC, el Gobierno montó esto con 12 miembros de izquierda, uno que se podría llamar neutral y otro que no se sabe para donde coge. No nos han tomado en cuenta.
¿Considera que los Gobiernos han abandonado a las víctimas del conflicto?
Pareciera que todos los gobiernos de Colombia apoyaran a los grupos guerrilleros. Jamás hemos podido entenderlo.
En la década de los 90, a raíz de las denuncias a nivel nacional e internacional, sufrimos el castigo criminal en carne propia: fue asesinada la mitad de los miembros de nuestra junta directiva y recibimos el más absoluto silencio gubernamental. Los presidentes Gaviria, Samper y Pastrana jamás se pronunciaron sobre estos asesinatos.
Es sorprendente que en Colombia, cada vez que las FARC nos amenaza con panfletos, correos a través de la web o llamadas, tanto el Gobierno Nacional, como las Naciones Unidas en nuestro país no se pronuncien. Es un silencio absoluto y cómplice, un mensaje claro hacia los victimarios para que procedan a asesinarnos.
El Gobierno nunca ha llamado ni se ha sentado con las organizaciones que históricamente han representado a las víctimas de la guerrilla.
¿Conoce un número aproximado de víctimas?
Hace diez años había 300 mil víctimas de la guerrilla; hoy en día la sumatoria la lleva el Gobierno, en siete millones, aplaudida por los sectores de izquierda. Eso es totalmente falso, Colombia no tiene siete millones de víctimas; lo que pasa es que inflando esa cifra se gana un presupuesto enorme; debajo de esos siete millones de víctimas metieron 4 o 5 puntos de desempleo nacional.
Puedo asegurarte que de las siete millones de personas, encontraríamos que en realidad no pasan de 500 mil personas.
Para el Gobierno tiene mejores resultados decir que en el conflicto ha habido 7 millones de víctimas que decir que Colombia tiene puntos altos de desempleo. El desempleo desacredita más al Gobierno que las víctimas de la guerrilla.
¿Cuál es la relación entre la guerrilla colombiana y el Gobierno de Venezuela?
En Colombia nos quedamos desgraciadamente con un lastre guerrillero, apoyado y financiado por el Gobierno de Cuba y el de Venezuela.
Para nadie es un secreto que desde que Hugo Chávez estaba haciendo campaña en Venezuela, vino a Colombia y se reunía permanentemente con el ELN, y se quedaba en la casa de Gustavo Petro, del M19, en Colombia. Luego cuando llegó a la presidencia de Venezuela, recordamos su discurso donde decía que las FARC son un movimiento bolivariano.
En Colombia sabemos que las FARC han tenido retaguardia en Venezuela, que el tráfico de narcóticos ha surgido por rutas desde Venezuela y que hacen adoctrinamiento y preparación terrorista a organizaciones chavistas en el país vecino.
No conseguiremos la paz mientras Venezuela no consiga la Libertad. Mientras Venezuela no sea libre Colombia jamás tendrá paz porque desde allá se financia absolutamente el apoyo político y militar de guerrillas colombianas.
Con la colaboración de Rebeca Morla. Editado por Pedro García Otero.