Por Nelson Chartrand
En ocasiones pienso que la historia posrevolucionaria del pueblo cubano, es una versión del libro bíblico de Job, con la única diferencia de que en Cuba son millones de Jobs los que se han puesto a prueba por más de medio siglo.
Muchos se preguntarán: ¿Si realmente la situación del pueblo cubano es tan difícil, cómo es posible entonces que haya perdurado el Gobierno, tanto tiempo en el poder?
Tiene lógica la pregunta, ¡mucha lógica!, pero hallar una respuesta concreta a esta interrogante resulta muy difícil, incluso para los propios cubanos que viven en la isla. Esta cuestión, junto a la propaganda manipuladora de los dioses de la revolución, ha hecho dudar a muchos de la terrible situación en que vive la inmensa mayoría del pueblo de Cuba.
Por ejemplo, dentro del pueblo cubano se escuchan criterios como estos:
-Esto nadie lo arregla, pero nadie lo tumba.
-Hay otros pueblos que están peores que nosotros.
-El pueblo tiene miedo, es mucha la represión.
-El pueblo está dividido, nadie confía en nadie.
-El que más y el que menos tiene algún familiar comprometido con la revolución.
-El pueblo cubano no tiene tiempo para pensar en otra cosa que no sea, cómo buscar la comida para subsistir.
-Cuando no estén los Castros esto cambiará.
-El pueblo cubano tiene lo que se merece; esto es lo que quiere tener.
En mi opinión, cada uno de estos criterios, sin excepción, reflejan en alguna medida la realidad del pueblo cubano.
Ahora bien, creo que hay una razón, que por la gravedad de sus consecuencias, no deberíamos dejar pasar por alto: El pueblo de Cuba ha sido víctima de un daño antropológico cruel.
Casi la totalidad de la sociedad cubana actual ha sido víctima durante años de un experimento satánico mediante el cual se pretendió crear un hombre nuevo, cualitativamente superior, a la imagen de los Dioses de la revolución, lográndose, como es lógico, el desastroso resultado de una sociedad de autómatas.
Esta ha sido para mi, la crueldad más grande que ha cometido el Gobierno cubano para con su pueblo, y es ésta, a mí entender, una de las causas principales que ha motivado que contra todo pronóstico y en circunstancias tan adversas, el régimen de los Castros haya perdurado durante más de medio siglo, en contra del corazón de la mayoría de los cubanos.
¿Por qué digo una sociedad de autómatas? Hermanos, respóndanse ustedes mismos:
¿Creen ustedes, que sea racional o normal, que por ejemplo, el pueblo trabajador cubano, que se pasa todos los minutos del año quejándose de sus reales penurias y calamidades, y a sabiendas de que el salario que percibe por el trabajo que realiza es abusivo y humillante, festeje todos los primero de mayo, el día de los trabajadores, junto a los dioses del poder, en vez de reclamar un salario digno?
¿Es racional amigo lector, que el pueblo de Cuba prefiera la miseria, o el robo y la malversación como medios de subsistencia, antes de decir las verdades y exigir el derecho a una vida digna?
¿Es racional que padres y madres hayan roto relaciones afectivas con sus hijos e hijas llamados escorias, porque decidieron simplemente emigrar hacia EE.UU., y solo por no traicionar los principios de la revolución, establecidos también por los por los dioses del poder? ¡Cuántas familias destruidas! Sin embargo, hoy, esos mismos dioses del poder aclaman descaradamente la presencia de esas víctimas, despojados del amor de sus seres más queridos, para que vengan a invertir su dinero en la isla, recibiéndolos como hijos ilustres de la patria ¡Qué irrespeto hacia el pueblo y los sentimientos de las familias cubanas!
¿Es racional, que usted, por ejemplo, siendo un ciudadano cubano que esté sufriendo las mismas necesidades que yo, y que por una simple señal de los dioses, se constituya en un órgano represivo más, como son las Brigadas de Respuesta Rápida (BRR) y arremeta contra mi persona con insultos y agresiones físicas, por el solo hecho de exigir pacíficamente mejores condiciones de vida para todos, e incluso para usted también?
¿Qué ustedes creen? Quizás coincidan conmigo en que ningún ser humano consciente de sí actuaría de esa manera, pero en Cuba, amigo lector, es una realidad.
¡Pero es que las cosas no son tan simples! Este mismo pueblo cubano de hoy, ha venido sufriendo desde sus primeros años de vida un proceso cruel de deshumanización.
Imagínense, que desde los primeros destellos de nuestra razón, ya teníamos preestablecido lo que teníamos que pensar, lo que teníamos que decir, cómo teníamos que vestirnos, qué música y qué cantantes podíamos oír, y hasta qué dioses teníamos que adorar: los de la revolución.
Por ejemplo, en Cuba estuvo prohibido durante años oír rock, relacionarse con extranjeros, usar jeans o pitusas (como le llamamos en Cuba), usar el pelo largo, mascar chicle; estuvo prohibido además escuchar a Los Beatles, a Celia Cruz, a Julio Iglesias, a José Feliciano, a Willy Chirino, y a muchos otros, ¡qué absurdo!
Pues bien, todo esto era llamado “Diversionismo Ideológico”, y el que violaba estas normas establecidas por los dioses del poder perdía la condición de hombre nuevo y por ende, excomulgado de la sociedad hacia los confines del infierno.
¿Triste verdad? Y aunque hoy son muchos los cubanos que han despertado, decididos a ser libres y dignos, también es cierto que desafortunadamente hay otros muchos que siguen bajo los efectos del experimento diabólico, y que ayudan a garantizar la perpetuidad del Gobierno que los humilla y explota.
Tal vez algún día pueda medirse, y se tome en consideración, la magnitud del daño antropológico causado por el Gobierno revolucionario a su pueblo, que de seguro, dejará secuelas en varias generaciones venideras.
Nelson Chartrand es cubano y dirige junto con Joisy García el Club Anarcocapitalista de Cuba.