EnglishPor Marcela Albahari Nielsen
Cuando un preso está cumpliendo su condena, marca con rayas, círculos, o cuadros los días que lleva privado de libertad. Utiliza algún cuadernillo, un calendario colgado de la pared, o la pared misma. Eso nos han mostrado el cine y la literatura. Pero la verdad de la vida entre rejas, sin disfrutar de uno de los derechos humanos fundamentales, la libertad, solo la conoce quien está tras ellas.
Según el Foro Penal Venezolano, en el país hay 74 presos políticos. De estos, 10 están bajo arresto domiciliario y 31 fueron detenidos por manifestar.
El 10 de septiembre de 2015, la jueza Susana Barreiros dio lectura al fallo condenatorio de uno de estos presos políticos, el líder opositor y fundador del Partido Voluntad Popular, Leopoldo López, por los cargos de: “incendio intencional; instigación pública; daños a la propiedad pública y asociación para delinquir”. La sentencia: 13 años, 9 meses, 7 días y 12 horas.
Rechazo mundial a su condena
De acuerdo con Amnistía Internacional, presos de conciencia son aquellos que, sin haber hecho uso de la violencia ni haber abogado por ella, están privados de libertad por razón de su raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política, por su origen nacional o social, o acusados de hacer uso y reivindicar los derechos recogidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Leopoldo López fue declarado por Amnistía Internacional preso de conciencia. Se trata de una persona que fue condenada por sus palabras, por disentir de quienes dirigen políticamente los destinos del país.
Su condena causó indignación dentro y fuera de las fronteras venezolanas. Érika Guevara-Rosas, directora de Amnistía Internacional para las Américas, declaró:
“Los cargos a Leopoldo López nunca fueron adecuadamente sustanciados y la sentencia de prisión en su contra tiene una clara motivación política. Su único delito es ser líder de un partido opositor en Venezuela (…) Nunca debió haber sido arrestado arbitrariamente o enjuiciado, y debe ser liberado inmediata e incondicionalmente”.
De acuerdo a José Miguel Vivanco, director para las Américas de Human Rights Watch, “el juicio estuvo marcado por violaciones del debido proceso, y no se aportaron pruebas que vinculen a los acusados con ningún delito”.
El tiempo implacable
Pero aparte de manifestar su rechazo a la condena de López y recomendar, solicitar, e incluso exigir su liberación, es probable que sólo su familia y él mismo sean los únicos que han dimensionado el tamaño de su condena. Tal vez porque muchos no creen ni esperan que llegue a cumplirla. O tal vez, porque los días pasan rápido, y cada quien lleva a cuestas sus propias aflicciones y encierros.
[adrotate group=”7″]Quienes son optimistas en relación con el tiempo que Leopoldo López pasará en prisión, aluden a la actual mayoría de la representación opositora en la Asamblea, que puede promulgar una Ley de Amnistía para liberar a los presos políticos. Pero lo cierto es hasta que dicha ley no se promulgue y apruebe, sólo hay unos números condenatorios, que incluyen años, meses, días y hasta horas.
El artículo 40 del Código Orgánico Procesal Penal Venezolano preceptúa que “en las sentencias condenatorias a penas de presidio, se computará a favor del reo, la detención transcurrida después de cinco (5) meses de efectuada, a razón de un día de detención por un día de presidio…”.
Ateniéndonos a dicho artículo del Código Penal, desde el 18 de julio de 2014 (fue apresado el 18 de febrero de este año), hasta el 10 de septiembre de 2015 —fecha en que se le dictó sentencia—, pasaron 419 días que se le deben restar a su condena, pues son días que ya ha pasado en la cárcel.
Esto significaría que Leopoldo López saldría en libertad el 24 de abril de 2028.
Para ese entonces, Manuela, su hija mayor, tendrá 19 años y probablemente estará en la Universidad. Su padre no asistirá a ninguno de sus actos del colegio, ni a su Primera Comunión, ni a su acto de grado como Bachiller.
Su hijo menor, Leopoldo Santiago, de 2 años, será ya un adolescente de 16. Tal vez esté en el penúltimo año de la secundaria y su padre no podrá enseñarle a nadar, ni acompañarlo a algún partido de béisbol o de fútbol. No presenciará el momento en que reciba una medalla o un trofeo.
Navidades, Años Nuevos, aniversarios, anécdotas familiares, deberán ser sonreídos, llorados, o narrados a posteriori, dentro de los linderos del patio o en la pequeña celda de la cárcel de Ramo Verde.
El 24 de abril de 2028, Leopoldo López estará a cinco días de cumplir 57 años, y habrá sido lo “suficientemente afortunado” para llegar a casa 11 días antes del cumpleaños número 50 de su esposa y activista por los Derechos Humanos, Lilian Tintori. 50 años es una edad emblemática, pues se hace balance sobre el hecho de estar en la mitad o a más de la mitad del tiempo promedio de vida, una vida, o mejor dicho, cuatro vidas, que irremediablemente, se habrían escurrido entre barrotes.
Marcela Albahari Nielsen es periodista, diplomada en Escritura Creativa, locutora y defensora de los Derechos Humanos. Síguela en @marcelalbahari.