English“Querido papá, seré una niña: por favor, haz todo lo que puedas para que ese no sea el peor peligro de todos”. Así termina el video de la ONG noruega Care para una campaña en contra de la violencia hacia las mujeres.
Durante el spot, la voz de una niña que está por nacer le advierte a su padre sobre las consecuencias que tendrá en su vida por haber sido mujer. Le pide que genere una actitud distinta con su hijo varón y sus amigos para que su futuro no esté condenado a la violencia.
https://youtu.be/VV7lTi1JDQI
El mensaje que transmite este video, por demás absurdo, supone que la mujer es un ser humano frágil. Supone también que parte de la naturaleza del hombre es maltratar y abusar de la mujer. Por lo tanto, la campaña busca que el lobo sea menos feroz y proteja a la pobre Caperucita que tuvo la mala suerte de nacer mujer.
Lamentablemente, la violencia hacia la mujer no se da en los cuentos de hadas, y en la realidad los conflictos suelen tardar más de cinco minutos en solucionarse. El “proteccionismo al sexo débil” ha sido una pérdida de tiempo para la lucha por los derechos de la mujer.
El nombre del video en español es “Querido papá, me van a llamar perra”: me imagino que el objetivo es atraer la atención de las personas; lo lograron, el video se ha vuelto viral. Ahora, ¿por qué al utilizar la palabra “perra” como adjetivo despectivo a la mujer las personas se interesan por abrirlo?
Una mujer es un individuo libre y responsable de sus acciones. Al igual que los hombres, las mujeres tienen la capacidad suficiente para cumplir sus metas, exigir sus derechos y tener en cuenta los límites o consecuencias de sus decisiones. Una mujer no necesita de cuotas laborales para su realización personal, ni leyes que perjudiquen al otro sexo para que nosotras ganemos ventaja. Suponer que la mujer es víctima en nuestra sociedad y que necesita que el Estado intervenga por su bien, también es discriminación.
Igualmente, difundir por medio de un video que la mujer va a ser llamada “perra”, que los chicos la ven ebria y esperan tener relaciones con ella, que será violada a los 21 años, o que el esposo a la larga va a maltratarle, es menospreciar a la mujer y sus capacidades. Esperar que los padres sean los responsables de socorrer a sus hijas mujeres ante el abuso masculino, es un insulto.
[adrotate group=”7″]Primero, considero que es necesario empoderar a las mujeres desde niñas. Es decir, transmitir el mensaje de igualdad, de libertad y responsabilidad, de creatividad y emprendimiento, de solución de conflictos y de amor propio. Dejar de difundir la idea de las mujeres como víctimas, frágiles e incapaces, y de los hombres como monstruos que nos quieren perjudicar. De este modo, las mujeres podrán ser más independientes, estar más conscientes de sus derechos y sus obligaciones, esperar menos del Estado y de las ONG, y saber cómo reaccionar si su pareja o algún hombre les falta el respeto.
Segundo, al generar tanta controversia por la violencia que se da en la pareja o en casos en que la mujer puede defenderse, nos olvidamos de casos críticos. Las violaciones a niñas desde dos años en adelante, la trata de mujeres, las muertes de mujeres por abortos ilegales o por falta de conocimiento en temas sexuales y reproductivos, son los casos inhumanos, injustos, en los que una mujer necesita contar con seguridad jurídica, respaldo internacional y fuentes de información.
Las mujeres podemos tomar nuestras decisiones, imponer nuestros derechos y desde nuestra libertad, vivir la vida como mejor nos plazca. Podemos poner límites y reclamar respeto para que no nos llamen “perras”. Tenemos la libertad de tomar cuánto alcohol queramos y de tener o no relaciones con los chicos que queramos.
Sabemos implantar nuestra presencia y actitud para que no nos viole un amigo de la familia a los 21 años, y sabemos decir no y defendernos. Estamos en completa libertad de terminar una relación o divorciarnos si nuestra pareja sobrepasa ciertos límites. Para estos casos, solamente es necesario generar mayor autoestima y menos dependencia en la mujer.
El video no soluciona el problema, lo incrementa. Y lo que es peor, no se enfoca en el verdadero conflicto que enfrenta el sexo femenino.