La semana pasada Margarita Rosa De Francisco, tal vez una de las actrices más conocidas de Colombia, en su columna semanal para El Tiempo confesó que había abortado. El texto es escrito con tal desparpajo que en varios renglones tuve que parar y volver a leer para asegurarme de no haberme equivocado.
Y es que la actriz no solo confiesa que abortó, sino que intenta reivindicar ese tipo de crímenes. Incluso parece que se siente orgullosa de haberlo hecho, casi que presenta el aborto como síntoma de que una mujer es libre y tiene coraje.
“… lo hice así, impulsada por mi rebeldía y mi ambición de ser yo misma, dispuesta a pagar el precio emocional que la vida me cobrara por mi libertad”.
De Francisco escribe bastante bien y es una actriz tan conocida y admirada que no me extrañaría que después de esto las jovencitas en Colombia salieran a publicar estados en Facebook con alguna frase como: soy libre y rebelde y por eso aborto.
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Que personajes tan conocidos, y tan queridos por la sociedad, pongan el aborto en tales términos hace que la situación se normalice o, peor aún, que el aborto sea visto como un acto de coraje que hay que admirar.
De hecho, la reconocida feminista Florence Thomas ha escrito una columna, en el mismo medio, animando a mujeres famosas y reconocidas a que sigan el ejemplo de Margarita Rosa: “Ojalá cuenten abiertamente que optaron por esta salida, que la mayoría no se sintieron culpables”.
“Que comencemos a oír decenas de relatos que ayuden a desestigmatizar la interrupción voluntaria del embarazo”, afirma Thomas con un descaro que supera el de De Francisco. Como buena colectivista que es la feminista termina su columna agradeciendo a la actriz en nombre de las “mujeres colombianas”.
A mi nombre no agradezca señora Thomas, que yo, al igual que muchas otras mujeres, señalo el aborto como lo que es, un asesinato.
En su columna la actriz afirma que ante el cuestionamiento del médico sobre la razón por la que abortaría, su respuesta simplemente fue: “porque no quiero tener hijos”. Así no más, como si se tratara de cualquier trivialidad. Con desparpajo lo hizo y con mayor facilidad lo cuenta.
De Francisco comete tremendos errores. Lo primero que debo decir es que una mujer no puede decidir matar a su hijo porque “no quería tenerlo”. Simplemente ya eligió traerlo al mundo cuando tuvo relaciones sexuales y no tomó las precauciones suficientes. Eso de “no quiero tener hijos” no se lo debió decir a un médico, sino a su pareja y en el momento adecuado, no cuando ya hay un cigoto con sus 46 cromosomas definitorios y con capacidad de autodesarrollarse.
Pero para la columnista un aborto no es un asesinato, tal afirmación es para ella una “asociación absurda”. No ahonda en las razones, pero me las imagino.
Tal vez De Francisco, con su estilo feminista, piensa que las mujeres tienen derecho a hacer con su cuerpo lo que quieran y que, como el bebé está dentro del vientre de la mujer, es una parte de su cuerpo y tiene licencia para “amputarlo”.
Pero lo cierto es que desde el momento en que el óvulo es fecundado hablamos de un nuevo ser humano, no de un pedazo de carne de la mujer. El cigoto, desde su primer momento, tiene capacidad de autodesarrollarse, no hay una dependencia genética de la madre. En un ambiente adecuado seguirá su proceso de formación.
Otra idea muy común entre los proaborto es la de que como el bebé se alimenta de la madre y depende de sus cuidados, no se puede obligar a la mujer a cuidarle durante 9 meses.
Un recién nacido tampoco puede sobrevivir sin los cuidados de su madre. Sin embargo, si una mujer asesina a su bebé, va a la cárcel, aún si descaradamente alega que lo hizo porque no la pueden obligar a cuidarlo. Y es que fue la madre quien puso al bebé en esa situación de indefención, no puede decir ahora que ya no lo quiere cuidar. Que el no nacido necesite cuidados y el ambiente adecuado no da licencia para matarlo.
Tampoco puede alegar De Francisco que no la pueden obligar a tener un bebé en su cuerpo, pues fue ella misma quien ahí lo puso. No puedo yo invitar a alguien a pasar a mi casa y luego matarlo alegando que no lo quería ahí.
Respecto a la afirmación de que el aborto no es asesinato, queda otra posibilidad, que simplemente De Francisco crea que no hablamos de vida humana sino hasta los 4, 6 o 9 meses. Con eso uno no sabe porque los proaborto ni siquiera se han puesto de acuerdo al respecto.
Si la reconocida actriz piensa eso y por tal razón es que niega que sea un asesinato, hay que preguntarle: ¿en qué momento sí es un asesinato y por qué antes de ese día específico no lo era?
Cuando se trata de trazar esa línea entre la vida y la no-vida parece que lo importante fuera la apariencia. Entonces algunos dicen que en cierta semana porque ya tiene formado esto y lo otro. Y luego otros afirman que en aquella semana porque ahí ya está completo tal órgano. Sin embargo, ¿cómo es que la apariencia puede definir si se acaba o no con la vida de un cigoto que, de no ser por factores externos, inevitablemente se convertirá en una persona?
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Y acá hay que aclarar que matar a un cigoto no es lo mismo que usar un método anticonceptivo. De un espermatozoide o un óvulo no sale un bebé, de un óvulo fecundado sí. Eso sí es un asesinato.
Finalmente, De Francisco presenta como una especie de desventaja la responsabilidad, natural, de cuidar al bebé que tiene la mujer. Eso, cuando líneas atrás ha reconocido que abortó sin decirle al padre de su niño.
Estamos hablando de un padre al que le asesinaron a su hijo, pero para la columnista él es afortunado por no haberse enterado. ¿Qué lógica retorcida es esa? Si alguien tiene desventaja en estas situaciones son precisamente los hombres que, increíblemente, no tienen cómo proteger la vida de su bebé si a la madre se le ocurre que no quiere tenerlo.
Entonces, se equivoca Margarita Rosa De Francisco, abortar sí es un asesinato y no hay nada de qué enorgullecerse. No es coraje sino cobardía. Da tristeza que quieran normalizar y promover un crimen.