“Para tener la libertad basta solamente desearla; es suficiente un simple acto de voluntad”, escribió el escritor y político francés Étienne de La Boétie (1530-1563) en su obra fundamental “Discurso de la servidumbre voluntaria“.
De la Boétie enfatizaba que si los Estados pueden convertir en siervos a individuos que nacen en libertad, esto obedece a la pasividad de los propios gobernados. Es decir, para que existan esclavos, no solo debe haber un esclavista, sino también personas que se sometan a esa condición.
Es el pueblo quien se esclaviza y se degüella a sí mismo; quien, pudiendo escoger entre estar sometido o ser libre, rechaza la libertad y admite el yugo.
Algunos argentinos en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza, en las afueras de la capital, parecieron haber reconocido la idea que el escritor francés escribió hace casi 500 años.
El desorden y la larga espera en la aduana del aeropuerto llevaron a que este jueves por la mañana una centena de personas ignoraran la autoridad, y avanzaran hacia la salida como hombres libres, pese a que los inspectores aduaneros estaban esperando ansiosos para sacar una tajada de lo que traían los viajeros.
Este acto de desobediencia civil convirtió, por un momento, a estos ciudadanos —o siervos, debería decir— en personas libres:
Las legislación aduanera en Argentina establece que cada residente tiene una franquicia de US$300 —o $150 en el caso de provenir de países limítrofes— para ingresar productos al país. Si se excede ese límite arbitrario, el Estado exige el pago de un tributo del 50% sobre el monto en exceso. De esta manera, un producto comprado por $800 alcanza los $1.050 después de impuestos.
Así, las aduanas se convierten en la antítesis del comercio, y su accionar nos remite a los bandoleros que asaltan a viajeros en el camino.
Muchas sociedades que se han visto oprimidas a lo largo de la historia han tolerado con un sorprendente anuencia los abusos del poder, pero también hay excepciones. El hombre del tanque en la Plaza Tiananmen en Beijing, China; la valiente resistencia cubana en la isla convertida en cárcel de Cuba; los manifestantes venezolanos que se alzaron en contra de la tiranía bolivariana, son algunos ejemplos de hombres y mujeres, que a pesar de las situaciones adversas en las que se encuentran, decidieron plantarse frente a una autoridad mucho más poderosa, violenta y sanguinaria que estos héroes anónimos.
Más allá de haber logrado o no su objetivo, este tipo de reacciones siempre deben ser consideradas un éxito por parte de sus protagonistas. Mediante el ejemplo, le demuestran a sus compatriotas y al mundo, que, como decía de la Boétie, “para obtener la libertad basta solamente con desearla”.