EnglishAdquirir productos básicos y alimentos en Venezuela se ha convertido en una prueba de resistencia física. El desabastecimiento provocado por los controles de precios impuestos por el Gobierno de Nicolás Maduro ha modificado la dinámica de cómo se compran productos de uso cotidiano en el país: los profesionales de la cola.
Los testimonios recabados por la agencia AFP indican el surgimiento de una nueva profesión, en tierras donde tener tiempo para hacer una fila es una característica requerida para la supervivencia. No todos lo tienen. Y ello ha llevado a empresas y particulares a contratar gente como Krisbell Villarroel, quien vive de hacer colas.
Ella es caraqueña, tiene 22 años y dos hijas, y se despierta todos los días bien temprano para comprar los artículos para sus clientes.
“Todos los días hay que levantarse a las dos de la madrugada y llamar a mis amistades para saber dónde están o qué productos irán a vender”, explica Villarroel en la cocina de su casa, en una barriada popular en las cercanías de Caracas.
“Ese es mi día a día. Salir de la primera cola a las 10 de la mañana y quizás irnos a otra para ver qué están vendiendo. Y pasar el día así a ver qué conseguimos. Quizás en un abasto (comercio) conseguimos leche, azúcar o café, pero en otro hay harina, arroz, pañales o champú”, relata.
Krisbell explica que sus clientes son “personas de casas de familia que no tienen tiempo o necesidad de estar en una cola. Son empresarios, tienen su vida propia y cómo pagarle a alguien”.
Los restaurantes de Caracas, según el testimonio de varios propietarios a AFP, ya han incorporado dentro de sus plantillas a un empleado designado para hacer colas en supermercados y tiendas, para buscar los productos que garanticen su funcionamiento.
El Gobierno chavista afirma que es víctima de una “guerra económica“. Sin embargo, el presidente Maduro ignora que lejos de tratarse de una conspiración contra su Gobierno, 4.000 años de historia de inflación y controles de precios indican que estas medidas siempre derivan en escasez, desabastecimiento, y largas filas para conseguir productos al alcance de la mano para casi todo el resto del planeta.
A pesar de las acusaciones contra el “capitalismo salvaje”, la realidad nos ofrece un panorama del “socialismo salvaje”, donde la fuerza, la velocidad y la resistencia física fueron reemplazados por los precios como el mecanismo para distribuir bienes que, ahora, ya ni siquiera están disponibles.