EnglishPara celebrar que no consume drogas desde hace 12 años, Diego Maradona publicó un video desde su lujosa residencia en Dubái para compartir ese momento con sus seguidores, algunos que incluso han creado una religión que rinde pleitesía a su persona. En la filmación aparece el astro del fútbol en su sala de estar mostrando los recuerdos que cubren gran parte de las paredes del ambiente.
Además de mostrar algunas fotos familiares, un Maradona visiblemente agitado y arrastrando la voz, destaca sus fotografías con quienes supieron liderar el ascenso de los regímenes más represivos de la región de la región: Hugo Chávez y Fidel Castro.
Entre las principales reliquias, el ex astro del fútbol mundial muestra la carta que Castro le envió a comienzos de año, para desmentir su muerte, y continúa con una foto en la que aparecen “el más grande de todos” (en referencia a Castro) y “su mejor discípulo” (en referencia a Chávez), junto con él.
La segunda parada del recorrido es otra foto que retrata otro encuentro entre Castro y Maradona. En un espectáculo kitsch, la imagen corona un ambiente equipado de un gran televisor plano —escoltado por una bandera argentina en cada lado—, un potente equipo de audio, y con una piscina iluminada de fondo. Una imagen que podría reflejar el estilo de vida de Castro, pero lejos de la realidad que se vive en Cuba.
Finalmente, el tour hogareño concluye con una carta enmarcada que le envió la presidenta argentina, Cristina Kirchner, en ocasión de la muerte de su padre en junio. La enmarqué porque “para mí es mi presidenta”, balbucea Maradona.
Las posiciones políticas de Maradona no son ninguna incógnita. A nivel internacional, respalda al Gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, es un ferviente defensor de la dictadura cubana, y hasta ha sabido ser amigo del fallecido dictador libio Muammar Gadafi.
En el plano local siempre demostró mayor versatilidad, ubicándose al lado del presidente de turno para una fotografía, sin importar el signo político que llevaran. Es así que en los últimos años se sumó a la nómina de aduladores de la presidenta Kirchner, y por estos días publicó un video en apoyo a un candidato oficialista para las próximas elecciones.
Su posicionamiento político ha llevado a Maradona a ser objeto de críticas, especialmente entre aquellos que señalan que su ideología no va de la mano con su estilo de vida. Por ejemplo, el año pasado, tras su apoyo a Maduro, la actriz y conductora venezolana y radicada en Argentina, Catherine Fulop, le espetó: “sos de los que hablan de la izquierda y comen con la derecha. Con tus camionetas, tus mujeres de aquí y de allá”.
Maradona, sin embargo, no lleva un estilo de vida contradictorio al de las ideas de izquierda que afirma sostener. ¿Cuándo nació la absurda idea de que los partidarios de un Gobierno intervencionista, populista, eran mejor representados por un estilo de vida humilde y recatado? Todo lo contrario.
La opulencia que ha marcado su vida como exfutbolista es la misma que ha marcado a Chávez y Castro. A diferencia de sus ídolos políticos, la fortuna del “diez” no ha sido construida sobre la expoliación y la corrupción, pero en esas fortunas Maradona se vio identificado y, como figura pública, las ha legitimado. Lo mismo ha hecho con las violaciones de derechos humanos que ocurren en los países que gobiernan y gobernaron estos personajes.
Maradona, que tiene un tatuaje con la cara de Ernesto “Che” Guevara en el brazo izquierdo, y otro de Fidel Castro en la pantorrilla del mismo lado, ha sabido representar los valores de los gobernantes estatistas, quienes se divierten en lujosos cócteles mientras sus gobernados pasan hambre. Maradona ha decidido para su vida codearse con los poderosos —incluida la monarquía dubaití— y disfrutar de las mieles del poder, como lo hacen quienes sienten que ostentan el control absoluto sobre el destino de las vidas de los demás.
Durante su estadía en Cuba para rehabilitarse de su adicción a las drogas, alrededor del año 2000, optó por recluirse en una clínica de rehabilitación exclusiva “para extranjeros“, donde disponía de todas las comodidades inexistentes para los cubanos. En vez de optar por algunas de las alternativas disponibles para quienes Castro considera sus súbditos, se internó en un costoso instituto en el cual hasta le proveían cocaína.
No es casualidad que Maradona haya elegido Dubái como su hogar. El suntuoso emirato árabe cumple con las dos características de la ideología maradoniana: un Gobierno poderoso y el lujo extremo. En esos ambientes Maradona se siente cómodo, lejos de las presiones de demostrar todos los días de quién es el mejor en la cancha, recurre a su propia figura para legitimar a los peores Gobiernos del mundo.