EnglishA Paolo Lüers —que se define como un periodista salvadoreño de origen alemán– se lo podría calificar como una de las personas más controversiales de El Salvador. Llegó al país al principio de la década de los 80 como fotoperiodista y corresponsal de guerra para un periódico alemán. Lo que vio en El Salvador hizo que decidiera quedarse como guerrillero.
Al firmarse los Acuerdos de Paz en 1992, Paolo decidió asentarse en el país para ayudar a reconstruir el país que ya empezaba a considerar como suyo.

Se casó con Daniela Heredia, una bailarina salvadoreña; tuvieron un hijo y juntos empezaron La Ventana, un restaurante bar donde es frecuente ver exposiciones de arte, fotografías y donde se puede degustar un buen plato junto a una cerveza alemana.
Desde que cortó con los partidos de izquierda, lo consideran un vendido a la derecha. De los muchos problemas que aquejan a El Salvador es probable que Paolo exponga su punto de vista en sus diversos espacios editoriales.
Sin embargo, pocos de ellos generan tanta controversia como en los que habla sobre la tregua entre las pandillas, o como a Lüers le gusta llamarlo: el proceso de paz.
La tregua, como se le conoce al proceso de pacificación entre las principales pandillas salvadoreñas, ha sido duramente criticada por muchos actores de la sociedad.
La mayoría se queja por la falta de transparencia que existe en torno a sus fechas, actores y motivos, cómo y quién la inició, que si el Gobierno intervino y negoció directamente con las maras para que redujeran los asesinatos, o si el proceso inició por sí sólo entre los pandilleros.
Me recibió en La Ventana, y más que una entrevista, me ofreció una plática en la que me explicó cuál ha sido su participación como mediador en este proceso —que inició en marzo de 2012—, cómo este proceso sufrió un revés en junio de 2013 y por qué considera que ante todo, la negociación es una oportunidad para El Salvador.
La tregua como reductora de homicidios
Al segundo de sentarse en la mesa, Lüers se vuelve a parar mientras me dice “Permitime, quiero que veas algo para que me entiendas bien lo que te voy a explicar”.
Regresa con su computadora portátil y me muestra gráficas con la cantidad de homicidios que sucedían antes del inicio del proceso (14 diarios), los ocurridos durante los 14 meses de la mediación entre las pandillas (cinco al día), y luego, cómo estos han ido ascendiendo a niveles casi anteriores a la tregua.
“¿Ves como inicia este aumento?” señala Lüers en la gráfica expuesta en su pantalla. “Esto es cuando Ricardo Perdomo empezó a ser Ministro de Seguridad en junio de 2013 y se rompe el proceso de mediación”.
Toda la historia de la tregua en una gráfica. Cc @cguanacas @chelefaro pic.twitter.com/XUSMBns6N1
— Paolo Luers (@paololuers) August 29, 2014
¿Por qué la entrada de Perdomo tiene relación directa con el aumento de homicidios?
Porque desde el primer día que Perdomo inició como ministro entorpeció el proceso de mediación dentro de los penales. El Gobierno cambió su estrategia, Perdomo también despidió a Nelson Rauda, quien era el director de Centros Penales y que era vital para implementar el proceso de paz y nuestra labor de mediación.
A partir de ese momento los mediadores ya no pudimos entrar a las cárceles para reunirnos con los líderes de las pandillas. Perdomo también comenzó a desprestigiar a los tres mediadores (Raúl Mijango, el obispo castrense Fabio Colindres y Lüers), además de sustituirnos con otros mediadores asignados por el Gobierno, los cuales no son aceptados por los pandilleros.
¿Entre ellos estaba el Padre Toño (Antonio Rodríguez), que recientemente fue acusado colaborar con las pandillas en su papel de mediador?
Sí, él entró al proceso como un mediador de parte del Gobierno, no como los originales que no le respondíamos al Gobierno. Pero los pandilleros no confiaban en él. Para ganarse su confianza el padre comenzó a hacerles favores con crímenes, como ingresar [a las cárceles] teléfonos móviles y chips, cargadores, etcétera, por los cuales fue acusado, y él aceptó cometer. Pero con él nunca se dio una verdadera mediación.
¿Cuál era su papel como de mediador?
En los 14 meses que duró, mi papel era de actividad constante. Nosotros (los mediadores) nos dedicábamos a pacificar los procesos de violencia que se desataban en los municipios problemáticos.
¿Pero acaso no estaba ya instalada la tregua para evitar estas muertes?
Pero es que un proceso de este tipo no es inmediato. Debes de entender que la diferencia de homicidios de 14 a cinco diarios son los que según las estadísticas hubieran pasado gracias a la guerra que entre las pandillas tenían entre sí. Entonces, al enterarnos —los mediadores— de un homicidio, los mediadores entrábamos en acción en cosa de horas para prevenir que esta muerte resultara en dos o hasta cinco muertes más. El proceso se podía repetir en varios lugares y los mediadores estábamos para ir a los centros penales y preguntarles a los líderes de las pandillas qué estaba pasando, y el porqué de esas muertes.
En muchos de los procesos de mediación era necesario solicitar al director de centros penales la autorización para realizar llamadas para que se pudiera controlar la situación. Nosotros llegamos a exigirles a los pandilleros respuestas, en vez de sólo ofrecerles promesas.

¿Por qué una muerte crearía de dos a cinco más como mínimo?
Es que si una banda rival mataba a alguien del otro bando, estos buscaban venganza, y no era sólo cobrar la muerte, era hacerles más daño, era cobrar dos vidas más. Entonces lo siguiente que se sabía era que morían tres más.
Con el proceso de pacificación lo que buscábamos era cortar la venganza de las siguientes muertes. De esa manera es que se redujeron de 14 homicidios diarios en promedio a cinco. En Los Ángeles, Estados Unidos, hay una figura similar, la Oficina de Reducción de Pandillas y Progreso Juvenil, que también busca evitar muertes como venganzas.
Y los otros cinco homicidios diarios que permanecían, ¿de dónde surgían?
Esos eran homicidios debidos a otros procesos de violencia aparte de la guerra de las pandillas, o parte de estructuras que no estaban controladas. Esas muertes también podían deberse a violencia común u otras rencillas.
¿Y al entrar Perdomo como ministro, esta mediación ya no se podía hacer?
Exacto, ya no podíamos intervenir para prevenir más muertes, y fue cuando la cifra de homicidios comenzó a aumentar de nuevo. La mediación era un esfuerzo permanente, se paró y la violencia aumentó.
¿Cómo inició la tregua?
Este proceso empezó con la muerte de los mareros dentro y fuera de las cárceles. Poco a poco muchos de ellos empezaron a darse cuenta de que estaban dentro de una guerra que ellos mismos nunca declararon, y más importante aún, ellos se dieron cuenta de que no tenían idea de quién fuera ganar esta guerra. Empezaron a pensar que no tenía sentido lo que hacían, matar tanto, porque ellos seguían tan pobres como sus padres y abuelos, y que sus hijos tampoco estaban mejor que ellos.
¿Me quiere decir que este proceso empezó en la mente de un marero?
En parte, en fragmentos empezaron a darse cuenta de lo que te comenté. Pero al reunir a los mareros entre sí, muchos se dieron cuenta de que ni era una debilidad ni que eran los únicos que pensaban así. Por eso es que este proceso no inició desde el Gobierno.
Una persona que escogió asesinar como forma de vida, ¿de repente cambia de parecer?
No se te olvide que ellos son tan humanos como tú y yo, que vivieron circunstancias en los que no tenían las oportunidades básicas para vivir y con una familia desintegrada.
Pero lo más importante de todo esto, fue que Colindres les demostró a los dirigentes de las pandillas que sus enemigos también estaban pensando lo mismo. No lo podían creer, consideraban tan incapaz al bando contrario de sentir algo similar a lo de ellos, así como a ti te cuesta pensar que esta reflexión pueda venir de un pandillero.
Cuando se les demostró y explicó a los bandos contrarios, “tu enemigo está pensando lo mismo que tú, vivió las mismas cosas que tú y sus familias están en las mismas circunstancias que tú”, es más fácil tender puentes de entendimiento para comenzar el proceso de pacificación. Su forma de pensar cambió.
Un país nunca va a progresar si 30.000 de sus hijos andan en malos pasos, ese problema siempre estará allí si no se invierte en la reinserción integral de esas personas.
¿Es por ello que en el último comunicado las pandillas les agradecen a sus mediadores que les hayan hecho ver que el horizonte de su vida no podía estar en una cárcel, un hospital o el cementerio?
Exacto, se dieron cuenta de que en ese camino no tenían muchas opciones y que sus familias estaban en mucho peligro, si ellos seguían así. No fue un proceso inmediato, ni tan estructurado como te lo explico ahorita. Fueron pensamientos que poco a poco se fueron creando en sus mentes, y que Colindres les ayudó a darles sentido.
La tregua sí tuvo sentido
Paolo me comenta que está preparando para una revista española un artículo “largo, largo, largo” que se llama “La defensa de la Tregua” porque él se niega a aceptar que digan en retrospectiva que todo esto no tuvo sentido.
Todo lo contrario, para él esto fue lo único que lo tuvo. En estos momentos Paolo menciona que ya puede contar todos estos detalles porque de todas maneras el proceso “ya se jodió”, pero que cuando estaba ocurriendo, no lo hubiera dicho bajo ninguna circunstancia.
¿Cómo en su opinión nació toda esta violencia?, ¿por qué surgen estructuras como las maras?
Las maras surgen de barrios donde existe una gran exclusión, donde hay personas que no han tenido acceso a oportunidades básicas de seguridad y salud, y donde no han tenido una educación básica. Donde sus familias están o desintegradas, o no funcionan. En barrios donde el Estado no existe, se crea un vacío ideal para el surgimiento de una pandilla.
La pandilla se vuelve su familia, y en la tregua nunca se planteó la posibilidad de la desintegración de las pandillas, eso no iba a suceder, pero sí quitarle el comportamiento criminal a este fenómeno.
Entonces el proceso de paz debe de ir más allá de solamente evitar que se maten entre ellos, hay que hacer una inversión fuerte en todas esas zonas. El proceso de paz tiene que convertirse en un proceso integral de rehabilitación, reinserción y pacificación.
Durante los meses de funcionamiento de la tregua disminuyeron los homicidios, pero el crimen y la extorsión siguieron, ¿acaso esto no va en contra de lo planteado?
Hay que entender que este no es un proceso de un día a otro, si de repente los líderes de las pandillas les dicen que ya no haya extorsiones, la orden no será obedecida, porque, de dónde obtendrán su sustento todos ellos. No es que fácilmente pueden conseguir trabajo, si en su documento ponen su verdadera dirección nadie les dará trabajo por el estigma alrededor de ellos.
Entonces el proceso de paz debe de ir más allá. No sólo evitar que se maten entre ellos, hay que hacer una inversión fuerte en todas esas zonas. El proceso de paz tiene que convertirse en un proceso integral de rehabilitación, reinserción y pacificación.
Es como si tú tuvieras seis hijos, pero de esos, dos andan en malos pasos; aunque el resto esté bien, es evidente que como padre hiciste algo malo, que tienes que buscarlos y echarles una mano.
Muchos han expresado que a veces la solución más práctica fuera matarlos a todos y salimos de ese problema, pero te imaginas que de la nada se matara a tanta gente, ese genocidio sería terrible para toda la nación. No solo volviera a surgir el fenómeno, sino que fuera con más fuerza. Además de crear un daño psicológico severo a toda la nación, ¿tú que harías si de la nada mataran a 30.000 salvadoreños?
Sin duda busco cómo irme del país.
Exacto, el daño sería aún peor del que ya tenemos.
¿Quiere decir que al resto de la sociedad le conviene de alguna manera apoyar a un proceso de paz entre los pandilleros?
Si lo quieres pensar así, sí. Un país nunca va a progresar si 30.000 de sus hijos andan en malos pasos, ese problema siempre estará allí si no se invierte en la reinserción integral de esas personas, que es lo que este proceso al final debe de ser, una oportunidad de rehabilitación.