
El Muro de Berlín, uno de los mayores símbolos del autoritarismo de los últimos tiempos, representa la pérdida de libertad y nos recuerda la Guerra Fría. El 9 de noviembre de 1989 el Muro de Berlín fue derribado, pero actualmente en América Latina existen muros que coartan la libertad tal como pasó en Alemania.
La vida en torno al Muro de Berlín ha sido retrata en libros como Detrás del Muro de Roberto Ampuero, un chileno que emigró a Alemania huyendo de Pinochet. En esa época Ampuero creía fervientemente en las ideas totalitarias y al vivir bajo su yugo se desencantó de esas creencias. El Muro de Berlín ha sido retomado en el cine con filmes como La vida de los otros y Adiós Lenin.
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Narcos, de Netflix, es una serie televisiva que retrata la absurda guerra contra las drogas que crea un muro moderno en América Latina: muertes de civiles inocentes que residen en territorios que son disputados por narcotraficantes. El dinero del narcotráfico también compra voluntades políticas que inclinan balanzas electorales, generan incentivos perversos y evitan que un gobierno haga lo mejor para una sociedad. El político comprado por dinero narco construye un muro y solo busca su propio interés.
Es un caso similar al interés que persigue un político corrupto como Dilma Rousseff, Lula Da Silva y Cristina Kirchner (entre otros), que construyen muros alrededor de empresas estatales, extrayendo fondos de ellas para sus campañas políticas e inhibiendo el desarrollo económico por políticas proteccionistas que solo favorecen a sus intereses. Además de crear el mito de que una empresa estatal es de todo un pueblo, cuando en realidad se mueven alrededor de intereses personales de políticos corruptos.

En Cuba, desde 1959, el régimen castrista controla el país. En la isla no hay libertad. Ni política, ni económica, ni de expresión. Los cubanos hace pocos años pueden optar por un pasaporte y viajar. Tres generaciones de cubanos no conocen a plenitud la palabra libertad. Su vida ha sido planificada para ellos, su opinión censurada. En el caso de Cuba no fue necesario construir un muro, el agua encarceló a la isla.
La dictadura de Cuba no es herencia de una guerra, a diferencia de Alemania en donde después de la Segunda Guerra Mundial nacieron la República Federal Alemana (RFA) y la República Democrática Alemana (RDA). Ambos estados tenían poderes de la ocupación: Gran Bretaña, Estados Unidos y Francia en el oeste y la Unión Soviética en el este. Por esto mismo, Berlín también estuvo dividido.
Para dividir a una sociedad no es necesaria una ocupación, basta el lenguaje del político populista que reduzca su mensaje a “ellos” y “nosotros”, generando polarización y falta de diálogo. El mismo mensaje que es usado por políticos latinoamericanos que crean discrepancias innecesarias en América Latina.

En Alemania, durante la década de 1960 ambos sistemas políticos tenían cada vez más discrepancias, eran incompatibles un sistema de libre mercado, multipartidista y de elecciones en la RFA y un sistema socialista de economía planificada y unipartidista en la RDA. Mientras esto pasaba, aproximadamente 2,5 millones de personas emigraron hacia la RFA.
Antes de la construcción del Muro existían controles para pasar de un lado al otro de Berlín. Walter Ulbricht, presidente del Consejo de Estado de la RDA, consideraba que construyendo el Muro se solucionarían varios problemas al mismo tiempo: detendría la migración a la RFA y convertiría a la RDA en uno de los bastiones más importantes del comunismo, obteniendo así más apoyo de la Unión Soviética.
En 1961, Ulbricht anunció los planes de construir el Muro durante una conferencia. El 13 de agosto de ese mismo año se cerraron las fronteras entre ambos lados de Berlín, cosa que tomó a los berlineses por sorpresa: despertaron y vieron que no podían pasar de un lado a otro, dejando encerrados a los berlineses que vivían en la RDA.

Los venezolanos también enfrentan su propio Muro: poco a poco están siendo encerrados en la dictadura chavista. Por falta de libertad económica, control de cambio e inflación, las líneas aéreas están dejando de volar a Venezuela.
La frontera con Colombia ha sido cerrada. Los venezolanos buscan entrar a Colombia, ya sea para salir de su país en búsqueda de trabajo o para comprar alimentos y medicinas escasos en su país, gracias a la falta de libertad económica promovida primero por Chávez y luego por Maduro. Desde 1999 Venezuela ha formado un bloque comunista con Cuba.
Igual que en el presente y sus bloques comunistas, la RDA formó parte de la Cortina de Hierro, la fracción comunista de Europa, comandada por la Unión Soviética. Durante los 28 años de existencia del Muro, solo 5.000 personas lograron escapar. Los permisos legales, emitidos por la RDA, solo se le otorgaban a quienes la RDA consideraba “política o ideológicamente de fiar”.

En Venezuela y Cuba es necesario que los funcionarios públicos y prácticamente toda aquella persona que quiera vivir cómodamente sea “política o ideológicamente de fiar”, lo que quiere decir aplaudir cada acción gubernamental. Allí el periodismo es censurado. Los pocos que se atreven a disentir son perseguidos políticamente. Leopoldo López, Yoani Sánchez, Yon Goicoechea son ejemplos de perseguidos y presos políticos.
Sus voces de protesta son las grietas en los muros modernos, así como las que hubo en el Muro y la Unión Soviética. Grandes cambios liderados por Mijail Gorbachov afectaron al bloque comunista. Erich Honecker, jefe de Estado de la RDA, se negaba a seguir los vientos de cambio de Gorbachov, que buscaba acelerar el fin de la Guerra Fría. El 17 de octubre de 1989 fue depuesto de su cargo por negarse a seguir las órdenes del Politburó.
El 9 de noviembre de 1989, el portavoz del Politburó, Günter Schabowski, brindó una conferencia de prensa en la que informó (casi a regañadientes y por accidente) que la frontera entre ambos berlines había sido abierta. Eso causó un terremoto en Berlín. Miles de personas se acercaron con herramientas a derribar el Muro.
¿Qué le falta a América Latina para derribar sus muros? Un Estado de Derecho más fuerte, lucha contra la corrupción estatal, derrocar el mercantilismo y desmantelar al populismo. Pero ante todo, necesita más ciudadanos y menos súbditos. Necesita personas que clamen por un Estado más pequeño y que rechacen la injerencia del gobierno en sus vidas.