La deportación de migrantes desde los Estados Unidos ha provocado que la industria de call center vaya viento en popa.
En México, El Salvador, Honduras, Guatemala, etc. estas empresas reclutan a jóvenes (y a veces no tan jóvenes) cuya mayor habilidad es hablar ingles.
Cualquiera podría pensar que sus empleados son en su mayoría jóvenes que aprendieron el idioma en su país, pero la sorpresa es que muchos de sus empleados son deportados de los Estados Unidos, muchos de ellos regresaron a sus países de origen por incumplir las leyes de inmigración de Estados Unidos, pero otros tantos son personas que llegaron muy niños a ese país, que no se pudieron amparar a ninguna ley migratoria a su favor y fueron expulsados del país donde crecieron.
Crecer en los Estados Unidos, regresar a un país desconocido
Muchas veces los call-center son lugares donde el pasado se encuentra con el presente. Como le ocurrió al salvadoreño Eddie Anzora, quien entre llamadas reconoció a uno de sus colegas en Sykes, uno de los dos call centers más grandes de El Salvador, como una persona que había conocido en su vida pasada en Los Ángeles, pero que en El Salvador ambos eran prácticamente extranjeros.
Sykes, con presencia en 20 países emplea a más de tres mil personas. En total, en El Salvador hay poco más de diez firmas de call centers, que le dan trabajo a unas veinte mil personas, que reciben por una jornada de tiempo completo unos USD $500 a USD $650 al mes. Veinte mil personas también fue la cantidad de deportados salvadorenos en el 2007. Durante los ocho años de la presidencia de Barack Obama, unos 152,000 salvadoreños fueron deportados.
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Anzora llegó a los Estados Unidos a los dos años y regresó a su país a los 29 debido a que la policía de EE. UU. lo atrapó con drogas en sus manos. Formaba parte de los dos millones de salvadoreños que llegaron a Estados Unidos durante la guerra civil de su país (1980 – 1992).
Para él, su primer idioma es el inglés, no el español, y esa característica es la que los deportados sean muy codiciados por estos centros de empleo, su inglés no tiene problema con los dichos propios del idioma, que puede resultar difícil para alguien que se crió con el castellano como su primer idioma.
Debido a ello y a que muchos deportados no poseen otra habilidad laboral que pague tanto como hablar ingles, tanto ellos como los call-center, están felices con esta relación laboral. Hay tantos de ellos, que sus grupos de amigos se forman según el lugar donde residían en los Estados Unidos.
Trump y la oportunidad de negocio para los call center
Los call center de México ven como una gran oportunidad de negocio si el presidente de los EE. UU., Donald Trump, cumple su promesa de deportar a todos los inmigrantes ilegales.
Muchas empresas ven ese talento humano como la oportunidad de tener más contratos que India o las Filipinas, ya que cerca de ellos hay más personas que entienden la cultura estadounidense. Los call center alrededor del mundo son una industria que mueve unos mil millones de dólares.
“Para nosotros es una gran población que tiene el talento que necesitamos”, explicó Joe Andere al medio ingles The Guardian, “estamos buscando gente en este momento, todos los call centers lo están haciendo”. Andere es el vicepresidente ejecutivo de Américas Survey Company (ASC), que junto a su filial hermana, Voxcentrix tiene 450 call center en Tijuana, México.
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— SYKES EL SALVADOR (@SYKESElSalvador) April 17, 2017
Para atraer a los migrantes firmas en México colocan anuncios en los albergues para migrantes recién llegados a México. Solo en Tijuana hay unas 50 firmas que emplean a 10,000 personas.
Los call center les dan una oportunidad a los deportados. Muchos de ellos afirman que atender por teléfono a estadounidenses los hace sentir cerca del país que antes consideraban el suyo, pero que al que muy probablemente no regresen. Para algunos, como Anzora, les ha brindado la oportunidad de ser emprendedores, de ser un empleado de un call center, él abrió su propia academia de inglés, en la que les enseña a salvadoreños inglés coloquial que se necesita para sobresalir en la industria.
Fuentes: The New Yorker, The Guardian.