EnglishLa discusión de la inmigración en EE.UU. ha sido dictada durante mucho tiempo por políticos y expertos en el tema con poco o ningún conocimiento de economía.
Cuando hablo de economía me refiero a los individuos, sus aspiraciones personales y cómo sus propios intereses dan forma a sus acciones y éstas en última instancia benefician a las personas que forman parte de su misma comunidad.
Miembros de ambos lados del espectro político tienden a crear argumentos falsos basados en supuestos apasionados pero poco profundos. Un bando perpetúa una imagen emocional e ingenua de la crisis humanitaria en nuestras fronteras, mientras hacen lobby por una amnistía completa. El otro lado denuncia que los inmigrantes suponen un riesgo a su país, su soberanía, su población, su cultura y el bienestar económico de la nación.
Ambos lados han expuesto estos argumentos durante décadas. La tensión asociada con este debate y la falta de perspectivas razonables pocas veces han conseguido algún avance que valga. Mientras todo esto ocurre, cada inmigrante ilegal capturado por la patrulla fronteriza le cuesta a EE.UU US$40.000. Las opiniones personales del Presidente Reagan ya han sido olvidadas por muchos de los conservadores más tradicionales, sobre todo por la incoherencia entre sus palabras y su legado legislativo. Entretanto, el presidente Obama lucha unilateralmente para asegurar que todos los niños inmigrantes que no sean de México que son capturados cruzando ilegalmente la frontera sean deportados lo más rápido posible.
Dañamos a otros y nos dañamos a nosotros mismos
¿Y si te dijera que el debate inmigratorio tiene poco que ver con la seguridad nacional pero sí muchísimo con la política exterior?
Cuando el presidente George W. Bush anunció el comienzo de la guerra en Irak el 19 de marzo de 2003, sus palabras ofrecieron una visión de lo que él creyó ser la verdadera razón detrás de la invasión:
Queridos ciudadanos, en este momento las fuerzas estadounidenses y de la coalición están en las primeras etapas de las operaciones militares para desarmar a Irak, liberar a su pueblo, y defender al mundo de un grave peligro.
La libertad siempre una meta honorable y loable, pero ¿qué dice acerca de Estados Unidos cuando su gobierno utiliza a la libertad como una excusa para invadir otros países mientras cierra sus puertas a las personas más perseguidas del mundo?
Las severas políticas de inmigración, las cuales están dirigidas a individuos cuya única ofensa es haber nacido en algunos de los países más violentos de América, no han protegido a los empleos en Estados Unidos. Tampoco están ayudando a los contribuyentes a ahorrar dinero, entonces ¿qué es lo que logran en realidad? Nada sino empeorar las condiciones de vida de trabajadores inmigrantes, hacer que crezca la deuda nacional, expandir el estado policial de Estados Unidos, y aumentar la hostilidad entre americanos provenientes de diversas culturas.
Viendo oportunidades en los recién llegados
Un análisis frío y realista de la inmigración indica que los deseos de muchos inmigrantes de venir a Estados Unidos están motivados por la participación activa en su economía.
Los inmigrantes no enfrentan inmensos riesgos sólo porque escucharon que en Estados Unidos se vive en paz. Ellos quieren trabajar.
Los inmigrantes quieren negociar pacíficamente, estar mejor así, y ser partícipes de la economía de Estados Unidos. Ésta también va a florecer gracias a un número mayor de trabajadores que activamente harán uso de sus atributos únicos para interactuar con otras empresas.
Los niños quieren estar junto a sus padres u otros familiares quienes podrían ya estar viviendo y trabajando en Estados Unidos, legal o ilegalmente. Ellos no buscan la ciudadanía o que les den limosna. Es un hecho que los inmigrantes de bajos ingresos hacen menos uso de los beneficios públicos que los ciudadanos estadounidenses.
Mejorando el debate sobre la inmigración
Lo que los hispanos, progresistas y conservadores de diferente origen que residen en Estados Unidos deben comprender es el efecto deshumanizador de los argumentos usados por ambos bandos.
Cuando se ignoran los efectos económicos, los legisladores de variadas ideologías y sus partidarios también ignoran las metas personales de los inmigrantes, así como también las metas personales de todos aquéllos que buscan negociar con los inmigrantes de manera pacífica. Ignoran la importancia del comercio, y cómo solamente el libre intercambio puede llevar a la cooperación entre partes previamente reticentes.
Abordar el problema de la inmigración desde la perspectiva económica, y entendiéndola como un producto de una mala política exterior, nos puede ayudar a crear políticas que nos beneficiarán a todos. Ya seas un defensor de las fronteras abiertas o del cumplimiento estricto de la ley, hay satisfacción para todos en una solución más abierta orientada al libre comercio.