EnglishCon una votación de cinco a cuatro, la Corte Suprema de Estados Unidos dictaminó que la Constitución de ese país garantiza el derecho a realizar legalmente el matrimonio entre personas del mismo sexo. La decisión se tomó el 26 de junio y fue un motivo de alegría para los que han luchado y han hecho lobby, la mayor parte de sus vidas, para que llegara este día.
Mientras las banderas de arco iris volaron alto en todo el país, y un sinnúmero de usuarios de internet cambiaron su foto de perfil de Facebook para reflejar el momento histórico, los residentes de países extranjeros se unieron a la multitud. Hacia las primeras horas de la tarde del día 26, #LoveWins se había convertido en el hashtag más viral relacionado con el fallo de la Corte Suprema sobre igualdad de matrimonio.
Para el juez Anthony M.Kennedy, la histórica decisión beneficia el avance de la libertad. “Que nunca más este negada esta libertad”, escribió.
Por otro lado, el fallo dejó fuertes críticas de algunos políticos republicanos. Pero ellos perdieron la oportunidad de usar la decisión histórica para atraer atención al problema real, en relación con las leyes matrimoniales del país. El congresista republicano Justin Amash, representante de Michigan, no fue uno de ellos.
En una publicación de Facebook, el republicano de Michigan celebró el fallo, sin dejar de lado las raíces de las leyes matrimoniales actuales.
Los que se preocupan por la libertad no deberían estar satisfechos con la situación actual (por el matrimonio del mismo sexo). El fallo de la Corte Suprema se basa en la falsa premisa de que es necesaria una licencia del Gobierno para validar las relaciones íntimas de adultos consientes.
Ignorar la batalla para remover por completo el matrimonio de las manos del Gobierno, mantiene a todos los ciudadanos norteamericanos en las manos del Gobierno. Así que mientras el movimiento LGBT se regocija, parte del movimiento libertario celebra con cautela.
Así que mientras el movimiento LGBT se regocija, parte del movimiento libertario celebra con cautela
Aquellos que no confían en la intervención gubernamental conocen muy bien todas las posibles consecuencias. Si la legislación matrimonial no se cambia, el Gobierno gana, pero si los requisitos de licencias matrimoniales ya no son necesarias, la igualdad matrimonial gana.
Si los miembros del LGBT toman con seriedad el asunto de la igualdad de derechos matrimoniales para todos, deben unirse a los que exigen que el Gobierno se haga a un lado del negocio del matrimonio, por completo.
Raíces racistas
En el siglo XVI, los estados europeos comenzaron a exigir a las parajes que formalicen sus uniones.
En ese momento, los padres eran tradicionalmente obligados a aprobar a la pareja su hijo o hija, de forma adelantada. Con el fin de mantener a los adultos cuyos padres se opusieron a la pareja de matrimonio, la participación del gobierno se volvió muy útil en esos tiempos.
Para ese entonces, las uniones eran arregladas por razones políticas y financieras. Tener al Estado micro manejando el proceso, daba a ciertas familias bien conectadas en la sociedad, el poder sobre el futuro de sus hijos y de su riqueza.
Hasta mediados del siglo XiX, sin embargo, la convivencia pública era suficiente evidencia de un matrimonio, válido en las colonias estadounidenses. La mayoría de las Cortes Supremas reconocía el matrimonio por derecho natural en ese entonces, y no fue sino hasta 1920 que los estados comenzaron a exigir a las parejas la obtención de licencias matrimoniales. Este requerimiento se derivó de las leyes que prohibían los matrimonios interraciales.
En un esfuerzo por resguardar a los blancos de casarse con negros, asiáticos, mestizos, indios o filipinos, Estados Unidos procedió a anular el matrimonio visto por el derecho natural, y las licencias matrimoniales fueron parte importante del plan del Gobierno, de ejercer un control extendido sobre los individuos a nivel local.
Fue hasta mediados del siglo XX que la Corte comenzó a invalidar las leyes contra el matrimonio interracial.
No obstante, las licencias siguieron siendo valiosas para el Gobierno. En vez de simplemente controlar quién podía casarse con quien, el Gobierno central y federal de Estados Unidos vio la oportunidad de controlar la distribución de recursos a los dependientes, mediante las licencias matrimoniales.
Con la promulgación de la Ley de Seguridad Social, la prueba legal del estado civil se convirtió en un requisito. Las parejas sólo podrían heredar uno del otro si fuesen legalmente casados, obligando a los tribunales y hospitales a solicitar licencias matrimoniales antes de conceder a las parejas algún privilegio.
Cuando el presidente Franklin D. Roosevelt firmó el proyecto de ley, casi todos los adultos en Estados Unidos se casaron, y las tasas de divorcio eran bajas, pero como la convivencia y la paternidad o maternidad por cuenta propia se hizo más popular, las leyes de licencia matrimonial perdieron parte de su influencia práctica.
A pesar de los cambios de tendencias, el debate sobre licencias matrimoniales se encendió otra vez a finales de los 70, luego de que la Corte Suprema de Estados Unidos rechazó el caso de Baker v. Nelson, relativo a una pareja del mismo sexo que desafiaba la negación de su matrimonio. Para los defensores del matrimonio entre personas del mismo sexo, la igualdad de acceso a las licencias matrimoniales se convirtió en un asunto serio, y a principios de 2015, salió la noticia de que la Corte Suprema de Estados Unidos revisaría el caso de libertad para casarse. El producto de esta revisión es ahora parte de la historia.
Mientras la licencia otorgada por el Gobierno es ahora celebrada como un elemento importante de la unión entre parejas del mismo sexo, el debate se ve menos orientado hacia la libertad y más orientado hacia el control gubernamental.
Privatizando el matrimonio
El argumento de privatizar el matrimonio es muy antiguo. Los adultos consientes, después de todo, deberían poder casarse con quien deseen. Forzar a adultos independientes a pedir permiso previo al Gobierno, incrementa las restricciones y hace a las parejas gay o heterosexuales más vulnerables al escrutinio, debido a la legislación obsoleta y hasta racista.
Para el candidato presidencial y senador republicano Rand Paul, ahora es el momento de sacar al Gobierno fuera del matrimonio.
Los individuos siempre han tenido el derecho natural de celebrar contratos privados, pero el Gobierno ha sido algo ineficaz a la hora de regular nuestros derechos. Como resultado, la gente ha sufrido gracias a la institucionalización de la discriminación. Dejar que el Gobierno tenga alguna jurisdicción sobre nuestros contratos matrimoniales limita tu libertad.
El Gobierno ha sido algo ineficaz a la hora de regular nuestros derechos
Así que si eres como Paul, y si crees que Washington no debería tener opinión sobre si tú eres gay, o heterosexual, casado o soltero, tendrás que concordar que la batalla por la igualdad de derechos no termina con el fallo de la Corte Suprema.