Las cifras del Instituto Nacional de Estadística INE revelaron que la cifra actual de desempleo para el país es de 7,1 . La encuesta puede que no sea del gusto de todos, pero es la oficial en la que el gobierno siempre ha basado sus observaciones para proyectar movimientos.
En periodos anteriores el gobierno asumió las cifras como un indicador que señalaba cuan efectiva había sido la gestión, pero en el gobierno de Bachelet esto se ha vuelto simplemente un ejercicio matemático que no llega a los oídos de la administración.
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Cuando en meses anteriores el INE revelaba cifras que aun siendo malas eran mejores que las que mostraban otras encuestas universitarias y de otras entidades, entonces el gobierno se aferraba a las primeras para justificar que los números, según ellos, eran subjetivos y eran una maniobra de la oposición para desprestigiar la obra del gobierno dando a entender que solamente las cifras del INE contaban. Esta vez, la ministra del trabajo Ximena Rincón desestimó la revelación del Instituto diciendo que ellos manejan otras cifras, que los números que ellos tienen son más favorables y que por lo tanto el INE y sus estadísticas son subjetivas.
Este discurso en que los números manejados internamente son mejores y superiores que aquellos que trabajan las agencias de estadísticas es un recordatorio de las maniobras del Kirchnerismo para ocultar el fracaso del modelo estatista.
Chile ha emprendido reformas que desincentivan a quienes emprenden al hacer menos rentable dichos negocios, por lo tanto la contratación de personal se estanca frente a la incertidumbre jurídica y económica.
No es falta de voluntad de los empresarios (grandes, medianos y pequeños) ya que a cada empresario le conviene crecer lo suficiente como para tener más ganancias y eso en general les conduce a la contratación de personal, pero frente al desplome de la economía, los emprendedores desean resguardar sus inversiones y proteger el esfuerzo que han hecho para tener su negocio comportándose de manera mucho más conservadora. Esto no es un asunto ideológico en que los empresarios intentan derrumbar el estado solidario sino que es lógica, es matemática elemental.
Por otro lado, el cuestionamiento a la objetividad de los números que hace la ministra Rincón solo muestra que el gobierno no se conduce por la lógica sino por la ideología. Los números solo le sirven cuando pueden ser utilizados políticamente, pero si no es así, son descartados, desacreditados y manipulados a voluntad.
Una de las cosas más preocupantes de las declaraciones de la Ministra Rincón es que en los números que ella maneja en su ministerio son distintos porque el empleo público ha absorbido el desempleo, lo cual solo significa que los contribuyentes están teniendo que pagar los errores administrativos de este gobierno, llenando el servicio público con militantes de partidos amigos al gobierno y combatientes a quienes seguro se les debe algún favor electoral.
La absorción de desempleados no son milagros caídos del cielo, son dineros que son utilizados pagando empleos que el sector privado debiera producir sin costarles a los contribuyentes, son dineros que podrían ser utilizados en lo que realmente es necesario. Si el gobierno desea hacer una gestión efectiva, debe enfocarse en proveer orden público, proteger la soberanía, impartir justicia y quizás la infraestructura básica en obras públicas, lo cual incluso podría ser resuelto por la sociedad civil, pero no en crear empleos para disimular cifras que de otra manera serían mucho más negativas.
La suma de las declaraciones de la ministra revela que hay alta subjetividad, ideologización del gobierno y negación frente a la realidad. Es imposible enmendar el rumbo con esa actitud.
Chile se está quedando sin empleo, está sucumbiendo la economía más próspera de la historia de América Latina porque el gobierno izquierdista prefiere hacer creer a la población que el problema son los números y no la gestión.
Cuando un gobierno comienza a desconocer y refutar cifras es una peligrosa señal y ya la historia de Argentina y Grecia nos muestra que llegará un momento en que la realidad explotará en la cara del pueblo. Mientras el gobierno establece otras cifras y quiere que las personas piensen que todo está bien, que el barco sigue flotando, son estas, las personas quienes no pueden llegar a fin de mes porque el empleo que tenían ya no existe o porque las condiciones cambiaron.
Una muestra de que el empleo está en crisis es el cierre de la fábrica de dulces Calaf, que llevaba 119 años funcionando sin interrupciones, ni siquiera cesó de operar en el nefasto gobierno comunista de Salvador Allende pero sucumbe ante las imposiciones y restricciones impulsadas por el gobierno de Michelle Bachelet dejando a 200 personas (familias) sin ingresos, que ahora deberán buscar nuevas fuentes de trabajo y sabemos, según la estadística, que esta tarea será doblemente más difícil.
Los números no son enemigos, son guía, son proyectores de la realidad que nos sirve para potenciar un rumbo o cambiarlo. Rechazarlos es un error que puede hundir a un país económicamente y arruinarlo por largo tiempo.
Mientras esto ocurre, mientras el gobierno sigue con un discurso de sostener la verdad absoluta que aún desafía los números y la ciencia, Chile espera casi conteniendo el aliento porque el tiempo pase rápido y se pueda volver a las urnas a ver si esta vez reina la sensatez y se opta por un liderazgo que no se base en números mágicos sino en una gestión competente.