
¿Qué es el clientelismo? Y ¿será que tiene alguna implicancia en el comportamiento económico de los países?
Cuando un sector político necesita tener una clientela de votos cautivos, una suma de personas que se identifique con sus consignas pese a la razón, entonces sostener una carga financiera al asumir como empleador de los mismos es visto como una inversión.
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Generalmente a estas personas que dependen del Estado para tener empleo les va de manera muy regular en el mundo privado, pues para tener éxito en el mismo se necesita trabajo duro, constancia, ingenio, ideas, disposición e iniciativa, y como estas características no son generalizadas, se puede apelar a conceptos como la justicia social, la redistribución y el paternalismo estatal, como suele hacerlo la izquierda en todo el mundo.
Ejemplos de esto se ven el chile de hoy, gobernado por el partido socialista cuyo rostro visible es la presidenta Michelle Bachelet, donde existe un importante aumento de burocracia al punto de crearse instituciones que cumplen funciones similares a otras ya existentes.
El ministerio del deporte muestra claramente cómo funciona este sistema de clientelismo. Ante la necesidad de potenciar el deporte en la vida de los chilenos, tanto a nivel olímpico como cotidiano, se creó hace muchos años una institución llamada Chile Deportes, luego esta fue reemplazada por el Instituto Nacional del Deporte que velaba por lo mismo que la institución anterior y agregando apenas unos aspectos más, pero necesitando el doble de personal. Recientemente se creó el Ministerio del Deporte, que tiene un serio problema de duplicidad de labores.
Los deportistas en Chile no están seguros de a quien deben dirigirse para obtener las ayudas y representación necesaria, pues todas las instituciones existentes los envían a la otra a resolver sus asuntos y todo esto genera confusión, estancamiento en la gestión y poca productividad, pero claro, los sueldos de los cientos y cientos de funcionarios se pagan igualmente.
Esta situación se repite con la creación del instituto de DD.HH y la subsecretaría de DD.HH que tienen duplicidad de labores, y si bien el instituto funciona bajo el alero del gobierno, también recibe financiamiento del mismo, y ya se sabe lo bien pagadas que están estas personas. Para qué hablar del ministerio del medio ambiente, lleno de personas que “defienden” el medio desde un escritorio sin cambiar en nada la realidad del país.
Una micro muestra de lo que sucede con el clientelismo fue lo que se descubrió con la reciente posesión de los alcaldes elegidos en octubre.
La mayoría de alcaldías ganadas por la centro derecha fueron arrebatadas a la centro izquierda, y al hacer las auditorías correspondientes, se encontraron con grados irrisorios de burocracia y deudas millonarias que nadie sabe cómo poder saldar.
Dos casos emblemáticos son los de las comunas de Providencia y Santiago, previamente ocupadas por Josefina Errázuriz y Carolina Tohá respectivamente, que fueron reemplazados por Evelyn Matthei y Felipe Alessandri.
En el caso de Santiago, Felipe Alessandri encontró un déficit (solo en el área de educación) de más de doce mil millones de pesos chilenos lo que implicará la desvinculación de al menos 300 personas que no tienen nada que hacer y que significan sueldos que no se pueden justificar.
Por su parte, en el municipio de Providencia, Evelyn Matthei se encuentra con un déficit de más de tres mil millones de pesos y varios departamentos que no justifican su existencia. Una de las polémicas que se creó a partir de tener que tomar decisiones ejecutivas fue el despido de personal excesivo en el departamento de diversidad y no discriminación, donde se la acusó de querer acabar con la política de integración de la comuna obligando a Matthei a desmentir y aclarar que solo se trataba de equilibrar las cuentas y prescindir del personal excesivo.
Los dineros finalmente no cuadran y los déficit son gigantescos. Esto demuestra cómo frente al clientelismo, se repletan los municipios de personas que llenan puestos y cargos artificiosos; de hecho, departamentos completos que se crearon a título de nada y que solo servían para poder situar a la clientela política en dichos cargos y cumplir funciones extravagantes y fantasiosas.
Los municipios solo son una muestra de lo que ocurre en el gobierno central, donde se ha ido sobrecargando enormemente al Estado con una burocracia insostenible; solo falta recordar que el Estado ha incluido a casi cien mil personas que de otro modo estarían desempleadas porque la política es distributiva desde arriba y no incentiva el crecimiento.
La izquierda tiene una devoción por la distribución vertical que se ha demostrado en las municipalidades y que refleja a la perfección al gobierno central. Es cosa de ir a cualquier repartición pública y ver la cantidad de militantes de izquierda que solo trabajan en dar vueltas porque sus puestos no son necesarios, pero ahí están.
La izquierda es dada al gasto y pésima en la producción, siempre ha sido así. De hecho las naciones completas que están o han sido manejadas por este sector político que se guían por estos criterios distributivos terminan arruinándose, como Venezuela, que gastó hasta más no poder con el argumento vacío de la justicia social y la redistribución de la riqueza y ya se verá de donde salen los recursos, pues la producción se sataniza, ya que el Estado no sabe hacerlo bien. Una de las formas de impartir esa dicha justicia es repartiendo empleos para los camaradas del partido o de la coalición y así se sobre carga el aparato estatal que finalmente pagamos los contribuyentes.
Chile está no solo no creciendo, sino que está manifestando crecimiento negativo y ya fue alertada por organismos financieros internacionales como Fitch, ya que para poder sostener la tremenda carga estatal, el país ha entrado en deudas gigantescas que quedan como carga para el gobierno siguiente y quizás el siguiente.
La izquierda y el clientelismo son una y eso es ruina segura.